Título original: La vendetta di Ercole / La vengeance d’Hercule
Año: 1960 (Italia, Francia)
Director: Vittorio Cottafavi
Productores: Gianni Fuchs, Achille Piazzi
Guionistas: Marcello Baldi, Mario Ferrari, Marco Piccolo, Duccio Tessari, Archibald Zounds Jr.
Fotografía: Mario Montuori
Música: Alexandre Derevitsky
Intérpretes: Mark Forest (Hércules), Broderick Crawford (Euritos), Gaby André (Alcinoe), Philippe Hersent (Androcles), Leonora Rufo (Deyanira), Giancarlo Sbragia (Tíndaro), Wandisa Guida (Illo), Sandro Moretti (Hilos), Federica Ranchi (Thea), Carla Calò (Sibila), Carlo Undani [Robert Hundar] (Polimorfo), Grazia Collodi, Renato Terra, Michele Gentilini, Ugo Sassi, Salvatore Furnari, Spartaco Nale, Franco Loffredi, Piero Pastore, Stefano Valle, Fedele Gentile, Corrado Sonni, Graziella Cori, Roberto Chaccacci…
Sinopsis: Hércules regresa a su hogar tras terminar las doce pruebas a las que fue desafiado por los dioses. Poco le dura la calma, ya que tendrá que hacer frente a los insidiosos planes de Euritos, quien planea conquistar Tebas, la patria de nuestro héroe.
Debido al impresionante éxito comercial con el que fue acogido el díptico de Pietro Francisci formado por Hércules (La fatiche di Ercole, 1958 ) y Hércules y la reina de Lidia [dvd: Hércules encadenado] (Ercole e la regina di Lidia, 1959) –la primera de ellas cuadriplico en taquilla su presupuesto solo en Italia, aunque quizás el dato más significativo se encuentre en los resultados obtenidos en los Estados Unidos, donde sus derechos fueron comprados por 120.000 dólares por el distribuidor local Joseph E. Levine, logrando una recaudación total de casi 18 millones-, no pasó mucho tiempo hasta que los avezados productores italianos se lanzaron a una práctica que pronto se convirtió en moneda común dentro de la industria trasalpina de género: la repetición y aprovechamiento de éxitos ajenos en beneficio de nuevas producciones. De este modo, durante los años siguientes se llevaron a cabo casi una veintena de películas donde el nombre de Hércules tenía un lugar predominante en su título, todas ellas encuadradas dentro de las mismas coordenadas estilísticas que los referidos títulos fundacionales. Estas seudo-secuelas no se hicieron esperar, estrenándose las dos primeras en 1960, esto es, tan solo un año después de Hércules y la reina de Lidia.
Por un lado, el productor Alberto Manca rodaría bajo realización de Carlo Ludovico Bragaglia Gli amori di Ercole [dvd: Los amores de Hércules] –curiosamente, conocida en algunos países latinoamericanos bajo el nombre de La venganza de Hércules, título original de la cinta que nos ocupa-, muy prescindible película cuyo mayor atractivo reside en la presencia de la neumática Jayne Mansfield, quien comparte protagonismo con el que por entonces era su marido en la vida real, el húngaro Mickey Hargitay. Por otra parte, Achille Piazzi, quien con el tiempo se convertiría en el responsable de otras tres aventuras más de Hércules, entre las que se encuentran dos de las más brillantes entregas de la serie dedicada al personaje, como son La conquista de la Atlántida (Ercole alla conquista di Atlantide, 1961) de Vittorio Cottafavi, y Ercole al centro della Terra [dvd: Hércules en el centro de la Tierra, 1961] de Mario Bava, pondría en marcha La venganza de Hércules. Con esta idea, contrató para su dirección al citado Cottafavi, cineasta que ya había dado muestras de su buena mano para las películas ambientadas en el mundo antiguo en títulos como La rebelión de los gladiadores/La rivolta dei gladiatori/La révolte des gladiateurs (1958 ) o Messalina Venere Imperatrice (1960).
Para dar vida al mitológico protagonista, Piazzi intentó reclutar a su intérprete en el fundacional díptico de Francisci, Steve Reeves, Sin embargo, ante la negativa del antiguo Mister Universo de volver a dar vida al hijo de Zeus, tal vez ante el miedo de ser encasillado en el personaje que le diera fama y al que significativamente nunca más volvió a interpretar, el productor trasalpino se hizo con los servicios de Lou Degni, culturista norteamericano de orígenes italianos que para su paso a la gran pantalla adoptaría el nombre artístico de Mark Forest, quien aquel mismo año también se pondría en la piel de otro de los personajes del género por excelencia que era así recuperado tras su etapa silente, Maciste, en la cinta El gigante de los valles de los reyes (Maciste nella valle di re, 1960) de Carlo Campogalliani, al que volvería a dar vida en otras seis ocasiones, siendo junto con Kirk Morris – en realidad Adriano Bellini – el actor que, con permiso del originario Bartolomeo Pagano, más veces interpretara a dicho forzudo.
En cuanto al argumento de la película, este se hunde en las raíces mitológicas de su personaje protagonista, iniciándose la acción en el último de los doce trabajos que los dioses le encomendaran como castigo, llevando a nuestro héroe ante el guardián del Hades (el equivalente al infierno judeo-cristiano de la cultura griega), el Can Cerbero, del cual deberá dar buena cuenta. No será este el único detalle procedente de la mitología clásica disperso a lo largo de la narración, ya que en sus andanzas Hércules se encontrará con un extraño ser, especie de gato bípedo dotado con alas de murciélago, una sibila, un polimorfo, mezcla de sátiro y centauro, sin olvidar las alusiones que se hacen al origen de las murallas de la ciudad de Ecalia, las cuales, según la tradición, eran prácticamente indestructibles al haber sido construidas por cíclopes.
Empero, es precisamente en estos elementos fantásticos donde reside uno de los puntos débiles de la película, más concretamente en los concernientes a las diferentes bestias que se dan cita a lo largo del metraje, cuyo diseño y torpes movimientos, obra del posteriormente celebre Carlo Rambaldi, “padre” de criaturas cinematográficas de la talla de E.T., Alien o King Kong, parecen sacados de un desfile chino de fin de año, lo que resta verosimilitud a la puesta en escena, con la excepción hecha del elefante, en realidad un paquidermo real cuyo enfrentamiento con Hércules, sorprendentemente, fue rodado por el propio Forest y no por un doble, así como del referido polimorfo, a quien presta su físico un debutante Robert Hundar, quien pocos años más tarde se convertiría en uno de los rostros más característicos del spaghetti-western, apareciendo aquí acreditado bajo su verdadero nombre, Carlo Undani.
El otro defecto del que se resiente el film radica en un guión que, pese a desarrollarse entorno al arquetípico esquema de intrigas palaciegas tan habitual del peplum, resulta tremendamente confuso tanto por la cantidad de personajes envueltos en su argumento, como por la forma en la que se exponen las distintas relaciones interconectadas entre ellos, cuando apenas han sido presentados. No obstante, no todo resulta tan negativo en el libreto, ya que también arroja algunas ideas interesantes, caso del enfrentamiento con los dioses de un Hércules que a lo único que aspira es a poder vivir tranquilamente con su familia, las tortuosas relaciones paternofiliales entre éste y su hijo Hilos, las cuales sirven para plantear el clásico conflicto generacional entre adolescentes y adultos, o detalles como la alusión a la histórica belicosidad y falta de unión de las diferentes ciudades-estado griegas de la época.
No obstante, y pese a los expuestos aspectos negativos, el producto resultante guarda el suficientemente atractivo como para hacerlo recomendable, en gran medida gracias al oficio demostrado por Cottafavi. Bastante más moderado respecto a su habitual querencia por la narración de tono ligero vista con otras oportunidades, el italiano otorga a la cinta un acabado formal por encima de la media, regalando momentos tan inspirados como la secuencia de la conversación entre Euritos, Tíndalo y Alcinoe, donde hace gala de un excelente uso de la planificación y de la profundidad de campo, jugando en su beneficio toda la magia y encanto que irradia su historia, fruto de sus continuas referencias mitológicas que la dotan de una aura fantástica realmente agradable.
Como colofón, cabe señalar que la película fue distribuida en Estados Unidos por la American International Production de Samuel Z. Arkoff y James H. Nicholson bajo el nombre de Goliat and the Dragon, siendo modificado el argumento original y practicándose varios añadidos al montaje primigenio. Más concretamente, la banda sonora compuesta por Alexandre Derevitsky fue sustituida por otra a cargo del gran Les Baxter, incorporándole, además, una nueva secuencia en la que Hércules debe salvar a su esposa de las garras de un dragón –curiosamente esta secuencia aparece ilustrando el cartel de la edición española en Dvd de la película, a pesar de que dicha escena no aparece en el montaje comercializado-, siendo animado mediante stop-motion por Jim Danforth en lo que suponía el primer trabajo para el cine de quien está considerado, con permiso de Ray Harryhausen, uno de los mejores especialistas de esta disciplina, tal y como ejemplifican sus nominaciones a los Oscars por su trabajo en 7 Faces of Dr. Lao (1964) de George Pal y Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra (When Dinosaurs Ruled the Earth, 1970) de Val Guest.
José Luis Salvador Estébenez
Una especie de trailer de la versión norteamericana, con imágenes exclusivas del montaje con el que se estreno en aquel país:
Comenzamos el dossier dedicado al recientemente fallecido Robert Hundar con esta película en la que, si el imdb no miente, debuto en la gran pantalla haciendo un pequeño papel como Polimorfo, con el aspecto que podéis ver en una de las capturas.
La semana que viene continuaremos con otra película alejada de las coordenadas por la que es conocida la carrera de este actor, con «Marco Polo».
La verdad es que si que son cutres los efectos especiales. ¡Pero que encanto!
Saludos!!
Que cosas vidéas je je