La furia de los siete magníficos

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Título original: Guns of the Magnificent Seven

Año: 1969 (Estados Unidos)

Director: Paul Wendkos

Productor: Vincent M. Fennelly

Guionista: Herman Hoffman

Fotografía: Antonio Macasoli

Música: Elmer Bernstein

Intérpretes: George Kennedy (Chris), James Whitmore (Levi), Monte Markham (Keno), Reni Santoni (Maximiliano), Bernie Casey (Cassie), Scott Thomas (P.J.), Joe Don Baker (Slater), Tony Davis (Emiliano), Michael Ansara (Coronel Diego), Frank Silvera (Lobero), Wende Wagner (Tina), Sancho Gracia (Miguel), Luis Rivera (Teniente Prensa), George Rigaud (Gabriel), Fernando Rey (Quintero), Vicente Sangiovanni (Manuel), Ramón Serrano (César)…

Sinopsis: Los soldados del dictador mexicano Díaz han capturado a un apasionado líder revolucionario; su lugarteniente ofrece a un famoso forajido una recompensa por liberarlo y devolver la esperanza al pueblo. Pero antes, el mercenario tendrá que reunir a su cuadrilla de guerrilleros fronterizos. Una vez juntos, lo siete magníficos se embarcarán en la aventura más arriesgada de sus vidas, al tiempo que descubrirán que existen causas más dignas y con más valor que cualquier recompensa material.

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Tercera entrega de la franquicia inaugurada en 1960 John Sturges con la mítica Los siete magníficos (The Magnificent Seven), traslación a ambientes westerns del clásico de Akira Kurosawa Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954), La furia de los siete magníficos (Guns of the Magnificent Seven, 1969) guarda la particularidad de ser la primera entrega de la saga en el que el personaje principal de Chris no está interpretado por Yul Brynner, siendo sustituido para la ocasión por George Kennedy. Además de repercutir en la apariencia física del personaje, dado el nulo parecido entre ambos actores, este cambio también se deja notar en el propio perfil del mismo, singularizado en esta ocasión por poseer un tono más reflexivo e, incluso, dotado de cierto aire crepuscular, tal y como se deja entrever en la conversación que éste mantiene con otro de los magníficos acerca de su futuro la víspera antes del ataque final.

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Más allá de este detalle, el desarrollo de la película sigue a pies juntillas el esquema establecido por la cinta inaugural, con la llamada de auxilio a Chris, y la consiguiente formación del grupo de mercenarios que acompañaran a este en su nueva aventura, la cual, nuevamente, le llevara a viajar al otro lado de la frontera en auxilio de un grupo de campesinos, si bien no para deshacerse de una banda de forajidos como había ocurrido en anteriores ocasiones, sino para liberar de una cárcel militar al hombre que encabeza el movimiento revolucionario local en contra del dictador Porfirio Díaz.

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Partiendo de esta premisa, y en paralelo al desarrollo de la acción, la cinta hilvana una crítica social que aboga a favor de la igualdad de los hombres por encima de razas, nacionalidades o estatus sociales, aprovechando para ello tanto el propio cariz de la historia relatada, presente en los desmanes a los que es sometida la población por parte del ejército mexicano, como la propia personalidad de algunos de los integrantes de esta nueva partida, en especial por el experto en explosivos de color y el sudista lisiado de una mano y síquicamente torturado por su minusvalía, y la relación que se establece entre ambos. Ello no quita para que tampoco falten dentro del grupo los personajes “vistos” con anterioridad en otros títulos de la serie, caso del lanzacuchillos interpretado por James Whitmore, que acabará apadrinando a un infante llamado Emiliano Zapata, el cual no es sino un clon del Bernardo O’Reilly al que diera vida Charles Bronson en la cinta de Sturges, siendo estos roles “repetidos”, quien sabe si de forma premeditada, los que pecan de un menor desarrollo durante el relato.

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Rodada en España al igual que la anterior El retorno de los siete magníficos (Return of the Seven, 1966), lo que explica el porqué de la aparición en papeles secundarios de actores de nuestra cinematografía como Fernando Rey, Sancho Gracia o Georges Rigaud, durante la cinta se puede apreciar la impronta ejercida en ella por algunos fenómenos cinematográficos coetáneos, caso de la blaxploitation, con la inclusión del referido personaje de color, y con él el conflicto racial, o del spaghetti-western, no tanto por la sobria realización del televisivo Paul Wendkos, como por la textura terrosa de las imágenes, obra del operador español Antonio Macasoli, o la aparición de otros elementos de genuino sabor mediterráneo, caso de la extrema violencia de las torturas ideadas por el sádico Coronel Diego, influencias estas que acabarían por alcanzar su punto culminante dentro de la saga en la posterior El desafío de los siete magníficos (The Magnificent Seven Ride!, 1972), cinta protagonizada para más inri por todo un icono de aquella corriente como Lee Van Cleef.

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Despachada de forma tradicional con suma displicencia, a buen seguro derivada de su nula originalidad para con el film en que se inspira y que le origina, La furia de los siete magníficos se antoja como una cinta digna y disfrutable, apoyada en excelentes intérpretes por lo general poco valorados, como Kennedy o el recientemente desaparecido Whitmore, y acreedora de un guión que, pese a algún momento forzado – la forma en que Maximiliano escapa de sus captores – o del todo incongruente – por mucho que nos empeñemos, un antiguo soldado sudista con aspecto de treintañero en el México de finales del siglo XIX resulta anacrónico -, es depositario de varias ideas interesantes que por desgracia no acaban de ser aprovechadas en su justa medida.

José Luis Salvador Estébenez

15 comentarios en “La furia de los siete magníficos

  1. El pasado 6 de febrero a los 88 años de edad falleció en Malibú el estupendo actor James Whitmore, secundario en un sinfin de títulos y al cual muchos recoradarán por su papel en la magistral «Cadena perpetua» de Frank Darabont. Como homenaje, hoy publicamos la reseña de este western integrante de la franquicia de Los siete magníficos, en el que, a pesar de ser acreeditado como co-protagonista, su rol en la historia no deja de ser secundario.

  2. Serás cotillo… Nada, hombre de Dios, nada.

    ¿Y de la pelí qué, no dices nada? Para una vez que meto una reseña de un western americano que no la has escrito tu… 😛

  3. A mí me parece que van en orden de calidad parejas a su orden de rodaje.

    Esta es simpatiquilla por momentos, con algunos personajes muy poco desarrollados.

  4. Si, es un poco lo que digo en la reseña. Tanto el personaje de Whitmore, como el del ladrón de caballos, que remiten a los de Bronson y McQueen en la primera parte, y a pesar del protagonismo que parecen que van a tener (sobre todo en el cado de Whitmore, que por algo esta acreeditado como co-protagonista), no son desarrollados más allá de su escena de presentación. Más sangrante me parece, de todos modos, el que va todo de negro, que además de que tose y de que se liga a una mexicana, no se sabe nada más de él. No se, probablemente todo responda a tijerazos en el montaje…

  5. El tuberculoso parece que está por completar el número de magníficos, más que nada.

    Y el personaje de Whitmore sería más una mezcla de Bronson y Coburn que del primero y McQueen, creo yo.

  6. ¿No sabes leer o qué, so cebollino? 😛

    No digo que el personaje de Whitmore sea una mezcla entre Bronson y McQueen, sino que el personaje del ladrón de caballos es un clon del de McQueen. Ains, que paciencia… 😉

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