Ocultos en la polvareda que levanta cada edición de Nocturna, como espectros malogrados, los films proyectados en Pre-Nocturna tienden a perderse en la memoria. De ingesta dura y digestión pesada, los entremeses exóticos del festival no están hechos para todos los paladares, como bien sabe su escaso y mentalizado público, acostumbrado a lidiar con óperas primas que no pasan de operetas. Sin embargo, la aguja siempre está en el pajar, solo hay que echarle paciencia y ganas; de eso va la cinefagia. Si en 2014 nos dejó boquiabiertos La casa del fin de los tiempos (Alejandro Hidalgo, 2013), la sorpresa de esta última edición ha sido Presagio, el debut en el largometraje de Matías Salinas como director, guionista, productor y montador, que se alzó con el galardón a la Mejor Película Latinoamericana. El argentino presentó su thriller psicológico en compañía de su primo y actor principal, Javier Solís, con quien también tuvimos la oportunidad de hablar tras el pase.
Modesta de medios pero rica en ambiciones, Presagio se sirve de recursos propios del género para sumergir al espectador en la compleja telaraña del inconsciente desde el psicoanálisis, parametrizando las pesadillas y los recuerdos fragmentados de su protagonista, Camilo, en clave de símbolos, composiciones sugerentes y personajes turbios que invitan a la interpretación y a la inquietud. Del pasado, presente y futuro de la obra nos habla su autor.
Presagio supone tu primer largometraje tras haber realizado tres cortos. ¿Cómo surge esta ópera prima?
Así es. Antes de Presagio realicé algunos cortos de distintos géneros; de uno de suspenso —mudo y con tonos bizarros— pasé a una comedia negra y hasta experimenté con un documental ficcionado sobre un día en la vida de un gato. Con esa diversidad de estilos también abordé dos guiones de largometraje y otro de cortometraje. Fueron proyectos a los que les dediqué un buen tiempo de trabajo minucioso, ya que al escribirlos los pensé siempre desde un foco de realización, con la intención de dirigirlos luego.
Sin embargo, ese largo y desgastante proceso de escritura sin luego poder filmar nada debido a la falta de medios y presupuesto, reflotó mi espíritu experimental con el que encaré los cortos anteriores y me embarqué en una nueva historia. La película comenzó a gestarse partiendo de imágenes y sensaciones que quería transmitir; no quería tomarme mucho más tiempo para desarrollar la historia completa. El ejercicio fue ir escribiendo a medida que rodaba, aunque sé que no es lo más tradicional. Recuerdo viajar a la Costa Atlántica guionizando las próximas escenas en la notebook sentado en el asiento trasero del auto, que iba cargado de bártulos para el rodaje, entre ellos una cabeza de antílope que me observaba.
Presagio comenzó con el espíritu de un corto entre amigos, luego el proyecto fue creciendo de forma bestial, se sumó mucha gente con experiencia que colaboró en distintas áreas para convertirse en un largometraje de calidad profesional. Tiempo después me encontré en el subte con Carlos Piñeiro y le comenté que había trabajado en la postproducción de la película La antena, en donde él caracteriza un personaje. A partir de ese momento pensé en él para el papel del psicoanalista, y escribí toda la línea argumental del consultorio para que lo interpretara… Por suerte cuando le llevé el guion le encantó.
Creo que todo esto hizo que Presagio tomara la delantera sobre los otros guiones, porque me permitió experimentar e ir construyendo a medida que el proyecto avanzaba. Llevó cinco años y para eso necesitaba tener siempre la posibilidad de sumar algún conocimiento nuevo, alguna idea o detalle que se me iba ocurriendo.
¿Cuánto hay en Presagio de autobiográfico?
Es algo que nunca se me hubiera ocurrido al escribir la película. Nunca volqué nada personal en la historia más que el gusto por la escritura, el hecho de crear una historia como lo hace Camilo. Pero cuando estaba solo en la isla de edición a altas horas de la noche, trabajando sin descanso para terminar mi ópera prima, llegué a pensar en una analogía entre el libro que el protagonista escribe y mi propio proceso de creación de la película. Veía las escenas de Camilo, tecleando en su máquina de escribir, solo en medio de la noche, y pensaba que si alguien me observaba desde afuera quizás podía verme trabajando intensamente como lo hace el personaje, ¡aunque supongo que de forma un poco más equilibrada!
Para poder llevar a cabo el proyecto has contado con muy pocos medios, lo que ha motivado que contaras con un equipo muy reducido. ¿Hasta qué punto te han podido limitar estas restricciones?
Creo que más que limitarme me dieron libertad de experimentar. Hubo que usar mucho el ingenio y sortear obstáculos en la marcha, y de estas experiencias nacen nuevas ideas y el espíritu real de la película. Como se rodó principalmente en dos etapas distintas, fueron procesos bastante opuestos, y sirvieron para aprender y adaptarnos a las posibilidades de cada momento. Comenzamos grabando todos los flashbacks entre tres personas y yo con mi camarita en mano, y terminamos rodando con un equipo de quince integrantes con mucha más producción y equipamiento. No quisiera volver a trabajar de la misma forma en el futuro, pero sin dudas fue un proceso muy enriquecedor.
A nivel visual Presagio se caracteriza por la utilización de dos formatos de imagen de lo más diferentes: uno más ortodoxo, con una fotografía muy cálida, para las secuencias que suceden en el presente de la historia, y otro de texturas videográficas para los flashbacks, en los que, como has contado, tú mismo ocupaste el puesto de operador de cámara. ¿Cuánto hubo en el empleo de estos dos formatos de decisión estética y cuánto de maniobra destinada a abaratar costes?
Sin duda que esta decisión hizo posible la ambiciosa producción de un largometraje con tantas locaciones de exteriores, contando con pocos recursos y sin apoyo económico, pero siempre tuve muy en claro que uno de los principales aspectos a experimentar era la utilización de dos formatos diferentes para, de alguna forma, “orientar” al espectador de manera visual, para seguir las líneas argumentales que suceden en simultáneo. A la vez, el hecho de utilizar mi pequeña cámara de video me permitía hacer tomas desde cualquier parte y de forma ágil; por ejemplo, desde arriba de un árbol o desde el techo de una camioneta avanzando por la ruta. El uso de cámara en mano y el tratamiento estético que luego sufrieron esas tomas en postproducción cumplieron con un criterio estético planteado desde el inicio, para que esas imágenes se perciban como registros de video casero remitiendo a recuerdos, con una estética de super 8 y los colores de una vieja fotografía polaroid.
Guionista, director, cámara, editor… ¿En qué faceta te sientes más cómodo? ¿En cuál te gustaría especializarte?
La verdad que me sentí cómodo en todas las áreas. También produje la película y trabajé mucho en la postproducción, aunque no creo que ésta sea la forma correcta de trabajar con un proyecto tan grande.
En el futuro quisiera enfocar todas mis energías en escribir y dirigir, y que otros profesionales cubran el resto de los roles, como corresponde, aunque quizás me cueste despegarme de la edición. Seguramente trabajaría en conjunto con un montajista; es bueno tener otro punto de vista, pero no me alejaría demasiado de la postproducción de la película, sobre todo en una de las etapas más importantes como lo es el montaje.
El proceso de edición es de vital importancia en la narrativa de Presagio, ¿Hubo cambios notables de la escritura del guion al rodaje, y de éste a la sala de montaje, o tenías claro cómo debía ser el resultado final de la película desde el principio? ¿Lo hubieras podido llevar a cabo delegando en terceras personas cualquiera de estos roles?
Como comentaba antes, las primeras escenas se guionizaron casi sobre el rodaje, pero cuando escribí el resto del argumento, comencé a trabajar muy fuerte sobre la estructura de la película, donde la columna serían las sesiones de psicoanálisis y las vértebras los flashbacks o recuerdos de Camilo. Básicamente edité la película en papel, trabajé con una escaleta detallando cada escena en un papelito diferente y armándola sobre una plancha de corcho, como si fuera un rompecabezas.
Una vez que esa estructura fue sólida, comencé a desarrollar el guion definitivo. Por lo tanto, la segunda etapa de rodaje (ya con el guion completo) fue un poco más estructurada que la primera, trabajé muy alineado y a partir del material que había rodado anteriormente, ya dándole un sentido concreto a las imágenes.
Desde un principio tuve el argumento principal y sus distintos climas en mente, pero sin duda todo terminó de encajar en el montaje. Como bien decís, fue un proceso vital para la película. En cuanto a delegar tareas, este fue un proyecto muy personal, el cual fui descubriendo y experimentando en el camino. Creo que era necesario estar muy involucrado en varias áreas, ya que desde el guion hasta el montaje necesitaba encontrar esa atmósfera y ese tono que tenía en la cabeza y para eso siempre le di lugar al instinto.
La trama principal, en fondo y forma, se apoya en el psicoanálisis. ¿Te ha influido la predilección que impera en tu país por esta rama de la psicología? ¿Es necesaria para interpretar los símbolos y metáforas que construyen el misterio de la película?
Es cierto que en Argentina es muy común que la gente se psicoanalice, ¡aunque personalmente no lo hice todavía! Por mi parte, me resulta muy atractivo observar a la gente, registrar sus reacciones y comportamientos ante diferentes situaciones que se presenten. Creo que esto es consecuente con “la psicología de las personas”; cada uno reacciona o se desenvuelve dependiendo del contexto y el trasfondo emocional que lleva a lo largo de su vida. Capturar esos momentos cotidianos sirve como herramienta muy útil para el desarrollo de los personajes dentro de una historia. Para el guion enfrenté estos temas desde el sentido común, basado en mis experiencias y análisis personales, pero además hice un trabajo de investigación con un especialista, sobre todo para los aspectos forenses.
Pienso que los simbolismos y las metáforas dentro de la película son uno de los puntos más fuertes y a veces pueden comunicar más que la argumentación verbal de los personajes, pero no dejan de estar abiertos a la libre interpretación del espectador.
La figura del psicoanalista se termina revelando más importante de lo que parece a priori. ¿Qué nos puedes contar sobre este peculiar personaje?
Es un personaje muy importante y se va haciendo más presente y protagonista a medida que el relato avanza, ya que el peso de la historia y lo que sucede va recayendo sobre él. Se encuentra entre la espada y la pared ya que tiene que decidir muy bien cómo proceder. Creo que un aspecto muy interesante dentro de la película es que los personajes, que están enfrentados con distintos objetivos, se van desenvolviendo de tal forma que el espectador va modificando su identificación y comienza a juzgarlos, conmoviéndose más con uno o con otro dependiendo de sus acciones. No me gusta que un personaje sea perfecto, pienso que un buen personaje tiene que tener defectos y no siempre hacer lo correcto, esto lo conecta más con la gente y el mundo real. ¿O acaso no somos así?

El personaje del psicoanalista está interpretado por el veterano actor Carlos Piñeiro. Sin embargo, para el papel protagonista, el de Camilo, has contado con un actor debutante como Javier Solís. ¿No te parecía arriesgado, dadas las características de la historia, confiar todo su peso en un intérprete novel?
Fue totalmente arriesgado, una locura, pero siempre confié en Javier, aparte de haber interpretado muy bien su papel, es mi primo y somos como hermanos. Ensayamos mucho tiempo antes de rodar las escenas del consultorio, lo preparamos previamente con un coach de actuación con un perfil más teatral. Nos enfocamos mucho en los estados de ánimo porque es algo que en el personaje cambia repentinamente, hasta ocurre dentro de una misma escena y era todo un desafío. Luego quedó todo librado a su talento natural, sacó de su interior emociones y expresiones que ni yo conocía en la relación familiar que nos une. Javier fue clave para este proyecto, ya que con él comenzó todo, charlamos en un bar y empezamos a pensar juntos las imágenes que dieron inicio a Presagio. Hubo mucha confianza y paciencia mutua; eso es importante para un proyecto tan experimental desde la realización.
La historia transcurre en diferentes realidades, dando la impresión de que el tratamiento de la imagen en postproducción y los distintos modelos de cámaras usados ofrecen pistas al espectador de la autenticidad de los hechos. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?
Tiene que ver con eso, los dos formatos marcan una línea divisoria, un contraste entre la actualidad y los recuerdos que se van enmarañando con el presente y de forma cada vez más natural. Hay varias líneas argumentales a seguir: la sesión de psicoanálisis, la historia que narra el protagonista, y paralelamente conocemos la trama del libro que va escribiendo. De alguna forma tenía que orientar al espectador, para que esa división de mundos quede planteada desde el inicio y pueda poner su principal atención en seguir la historia y que ésta lo atrape.
La imagen del hombre del paraguas es siniestra y peculiar: corbata roja, traje negro, guantes, paraguas… Casi de pesadilla. ¿Cómo se te ocurrió este personaje? ¿Los elementos de su indumentaria son meramente estéticos o encierran un significado?
Lo pensé como un personaje con elementos comunes a cualquier persona. Busqué que su caracterización a través de la indumentaria fuera muy simple, pero a la vez de imagen amenazante. El hecho de que sea algo tan común como un hombre de traje, pero que no puedas verle el rostro por esconderse bajo un paraguas, es más inquietante que ver explícitamente un “monstruo” que lo persigue. Es uno de los puntos más atractivos y librados a la interpretación y creatividad del espectador. El hecho de ver sus pies descalzos de alguna forma lo humaniza, pero su extraño comportamiento y sus repentinas apariciones suponen un perfil más sobrenatural. Creo que tener el paraguas abierto antes de que llueva podría simbolizar la idea de que la tormenta se acerca y que pronto se desatará.
Tanto la figura de ese hombre del paraguas como la propia naturaleza de la trama, donde el protagonista debe de hacer un ejercicio introspectivo para ordenar sus recuerdos y desentrañar el misterio que persigue, entroncan con ciertos estilemas del giallo italiano. ¿Se encontraba este estilo entre tus influencias?
No me enfoqué en un género o estilo de cine puntual como referente para llevar adelante la película. Seguro que hay influencias puestas en juego, pero creo que de forma más inconsciente que consciente.
Y, en general, ¿cuáles eran tus referencias cinematográficas a la hora de dar forma a la película? ¿Se encontraba Abre los ojos de Alejandro Amenábar entre ellos?
La de Amenábar está entre mi lista de pendientes, es un gran director. Mar adentro me pegó mucho. Más que una película puntual seguramente habrán entrado en juego referencias del trabajo en general de directores que admiro como Raimi, Fincher, Lynch, Cronenberg, Scorsese, Kubrick… Sin duda El resplandor (The Shining) fue una buena inspiración.
El desenlace de Presagio tiene un tono oscuro e inquietante a modo de epílogo. ¿Este mensaje está circunscrito a la ficción, o responde a tu punto de vista sobre la sociedad?
Creo que el desenlace tiene que ir en función del concepto como núcleo movilizador del argumento. Es una historia muy cruda, y hacia el final tenía que ensombrecer la pantalla con la penumbra que siempre estuvo de fondo. Abre una reflexión dentro de la ficción y también por fuera. No sabemos lo que otra persona lleva dentro y a veces hasta existe un desconocimiento propio, y eso es lo inquietante.
Aunque aseguras que Presagio es un thriller psicológico, a varios de los que acudimos a su proyección en Pre-Nocturna nos pareció una película de terror. ¿Qué opinión te merece el género? ¿Planeas abordarlo abiertamente en futuros trabajos?
Para mí es un thriller inmerso en un universo psicológico, que se desarrolla con matices dramáticos y del cine de horror. Personalmente es un elogio que puedan percibirla como una película de terror, ya que soy un fan del género. Seguro se haya filtrado este gusto personal en toda la película, y creo que es algo que la enriquece. Seguramente para un próximo proyecto me centraré de lleno en el género de terror, pero siempre explotando el contexto psicológico de los personajes, que es lo que me resulta interesante en una historia.
Ahora mismo Presagio se encuentra iniciando su recorrido por festivales. ¿Por dónde pasan vuestros planes para comercializarla? ¿Qué mercado hay para este tipo de películas en Argentina?
Es fundamental el recorrido por festivales internacionales y esperamos tener la misma recepción y reconocimiento que tuvimos en Nocturna. En cuanto a comercialización, aún no tenemos nada definido, estamos a la búsqueda de agentes de venta y distribuidores, abiertos a cualquier propuesta que surja.
En Argentina creo que está creciendo mucho el cine de género. Por ejemplo, a través de Blood Window, que es el mercado de cine fantástico, se están haciendo cosas interesantes y dando apoyo a proyectos independientes de Argentina y toda Latinoamérica. En mi caso, en el 2014 Presagio fue parte de la selección oficial FFIP “Fantastic Films in Progress” cuando estaba en etapa de postproducción. Estuvo disponible en una video librería a la cual tuvieron acceso directores de festivales de todo el mundo y agentes de venta. Este año, a partir del premio a mejor película latinoamericana que ganamos en el festival Nocturna de Madrid, tendremos una proyección en sala destinada a compradores y distribuidores de todo el mundo. Esto será nuevamente en el mercado de Blood Window y Ventana Sur 2015 en el mes de diciembre en Buenos Aires.
El equipo de “Presagio”, con su director Matías Salinas y su protagonista Javier Solís al frente, durante la presentación del film antes de su pase en “Pre-Nocturna”.
En los últimos años parece estar produciéndose el surgimiento de una oleada de cintas argentinas lindantes con el terror y el fantástico, en la mayoría de los casos producidas desde la independencia y con unos postulados estéticos muy interesantes. Aparte de tu película, se me ocurre el caso de Sonno profondo o Necrofobia, con la que, por cierto, Presagio mantiene ciertos puntos en común. ¿A qué crees que se debe?
Como te comentaba, ahora hay un poco más de apoyo a este tipo de cine, que antes era casi impensable. A la vez, creo que los directores de mi generación se están animando a hacer el cine que realmente nos gusta, el que veíamos de niños. El Festival Buenos Aires Rojo Sangre el año pasado cumplió ya quince años y pienso que por su parte motivó a muchos directores que querían hacer este cine, ofreciéndoles un lugar en donde proyectar sus películas. Sería frustrante hacer una película de género si sabés que no tenés en dónde estrenarla en tu país. Igualmente, ahora festivales tan importantes como el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se está abriendo mucho al cine de género, y suelen seleccionar algunas películas de terror.
¿En qué próximos proyectos te encuentras trabajando?
Estoy empezando a releer dos guiones que tengo, a ver si alguno vuelve a inspirarme como en esa época, ya que pasaron varios años desde que los escribí; seguro que necesiten ajustes y nuevas ideas o enfoques más alineados a mi postura actual. Algún proyecto del género terror podría tomar la delantera, aunque también tengo ganas de tocar algún tema de ciencia ficción enfocado desde el aspecto psicológico de los personajes. Veré qué posibilidades tengo y hacia dónde va la inspiración. Lo que tengo en claro es que quisiera encararlo de manera diferente a como fue Presagio. Quisiera contar con un buen productor/productora y recursos para poder enfrentar desde el inicio una producción un poco más grande.
Si quieres añadir algo más…
A la fecha, tras su estreno mundial en el festival Nocturna, Presagio ha podido verse en otros festivales. Ahora mismo estamos por lanzar un teaser y luego un tráiler para empezar a dar a conocer un poco más la película. Compartimos la fanpage para seguir atentos a las novedades: www.facebook.com/PresagioPelicula
Rubén Pajarón & José Luis Salvador Estébenez