Vampus Horror Tales

 

Sinopsis: Pese a que el negocio de la muerte sigue en alza año tras año, la vida del sepulturero ya no es como antaño. Los niños ya no respetan la noche de difuntos. Los mayores ya ni hablamos. Ahora celebran una cosa llamada Halloween y nuestro protagonista, el Señor Fettes, que prefiere que le llamen Vampus, vive su vida y la muerte a su peculiar manera. Uno de sus entretenimientos favoritos es el de leer viejos cómics de terror encuadernados artesanalmente con vetustas tapas. De entre todas las historias que tiene, nos leerá cuatro de ellas donde el amor, el amor entendido de una forma un tanto necrófila, será el nexo.

 


Título original: Vampus Horror Tales
Año: 2020 (España)
Directores: Víctor Matellano («Vampus»), Isaac Berrocal («Segunda cita»), Manuel Martínez Velasco («La boda»), Erika Elizalde («Cumpleaños»), Piter Moreira («Linaje»)
Productores: Rafael Martín, Erika Elizalde
Guionistas: Víctor Matellano («Vampus»), Yolanda García Serrano («La boda»), Victoria Vázquez («Vampus»), Ignacio López-Vacas («Cumpleaños»), Isaac Berrocal («Segunda cita»), Piter Moreira («Linaje»), Diego Arjona («Llámame Vampus»)
Fotografía: David Cortázar
Música: Javier de la Morena
Intérpretes: Saturnino García (Vampus), Nacho Guerreros (Álex), Félix Gómez (Santi), Montse Pla (Arlin), Elena Furiase (Marta), Diego Arjona (Borja), Erika Sanz (Margot), Dunia Rodríguez (Daniela), Luis Hacha (vendedor de cupones), Daniela Dardanelli (mujer máscara), Almudena León (mujer disfrazada), Rafa Rodrigo (hombre disfrazado), David M. Santana (Cayetano), Marian Clar (chica museo de cera), Gus Cantolla (chico museo de cera), Alberto Rivas (Tobi), Marina Romero (voz teléfono en Segunda cita), Sergio Morcillo (Nacho), Jose Lifante (inspector), África Gozalbes (doctora), Micky Molina (operario), Carlos Areces (voz Juan), Federico Repetto (Marco), Vicky Jorge (Camila), Mateo Suárez (niño), Bruno Moccia (predicador), Ana Mendoza (voz radio camioneta), Marina Romero (Itziar), Héctor Cantoya (voz insertos), Paul Naschy (voz verdugo)…

Sean ustedes, los cinéfagos más desprejuiciados y resto de criaturillas de la noche de esta red de redes llamada internet bienvenidos un día más al cobijo de nuestra abadía, la Abadía de Berzano. Permitan que un humilde servidor, novicio por estos lares (puesto que las atenciones de nuestro queridísimo Abad han sido precisadas en la sala de miniaturistas con objeto de la nueva factura de compendios de sabiduría y conocimiento para el deleite de vuestras mercedes), los acompañe en su visita por el interior de nuestros muros, unas gruesas paredes que albergan miles, ¡qué digo miles!,  que guarece de la ignorancia indómita del exterior a millones y millones de letras y palabras dedicadas a los más diversos e increíbles géneros, de toda condición, de nuestro queridísimo Séptimo Arte. Y por parte de las mejores plumas, que conste. Dejen que este bisoño aprendiz, al que mucho le queda por aprender, tenga la oportunidad de hacerles de modesto anfitrión. Un anfitrión a imagen y semejanza de aquellos horror hosts que tanto prologaban como hacían las veces de hilo conductor de aquellas antologías terroríficas de antaño. Esas que hicieron las delicias de muchos de nosotros, amantes incondicionales del horror y la desidia. Recopilaciones de historias horripilantes repletas de cadáveres, ghouls y seres ignotos pobladores de nuestras peores pesadillas. Compendios tales como aquellos que maravillaron a los chiquillos de la década de los cincuenta del siglo pasado en aquellas publicaciones impresas en papel pulposo y barato por la archiconocida E.C. Comics y que rezaban en sus portadas títulos como Tales from the Crypt o The Vault of Horror. Aunque a un servidor siempre le gustaron un pelín más las historietas regentadas por el tito Creepy de la Warren Publishing por aquello de las féminas ligeras de ropa que aparecían en el interior de sus páginas (jeje).

Por supuesto, estas prácticas del Noveno Arte no fueron ignoradas por su erróneamente considerada como hermano arte mayor, es decir, el cine, dándole incluso la categoría de subgénero propiamente dicho a esas antologías terroríficas hechas de celuloide. En el corazón de los habitantes de esta abadía tendremos siempre presentes aquellas compilaciones del espanto que nos ofreció la británica productora Amicus haciéndolas su sello de identidad. Y cabe señalar que tampoco le hacemos ascos a otros productos más populares entre la zagalería de los ochenta como las entregas apadrinadas por los maestros George Romero y Stephen King de la serie cinematográfica Creepshow (Creepshow, 1982) que ahora, más mayores y pejigueros, seguimos disfrutando de producciones corales como las ofrecidas en títulos de diversa índole como la espléndida Historias de fantasmas (Ghost Stories, Jeremy Dyson, Andy Nyman, 2017) o en las más brutales y explícitas entregas de V/H/S o Southbound (Southbound, 2015) entre muchas otras que les invito a investigar y descubrir. No hay fronteras para el saber e internet es una fuente rica y muy asequible.

Sin embargo, no nos vayamos ni tan lejos en lo geográfico ni nos remontemos demasiado en el tiempo si por objeto tenemos el de ser testigos en primerísima persona de un nuevo repertorio del horror puesto que, de la mano del director (guionista, escritor e historiador de cine) patrio Víctor Matellano, acaba de estrenarse su proyecto Vampus Horror Tales (Vampus Horror Tales, Víctor Matellano, Isaac Berrocal, Manuel Martínez Velasco, Erika Elizalde, Piter Moreira, 2020). Una cinta donde el madrileño nos ofrece, en colaboración con todo un plantel de nuevos realizadores (coordinándolo todo cual maestro de pista circense), una inédita recopilación de relatos gráficos donde el miedo, el espanto y el amor, el amor entendido desde una poco convencional perspectiva necrófila (faltaría más), acapararán gran parte del protagonismo. Producida por Argot Films en asociación con Wild Duck Productions, ViMa PC, Raccord Films, Infilmity y RedRum, la película vivió su prémiere mundial en la inauguración de la vigésimo quinta edición del Festival de Cine de Zaragoza tras haber mostrado sus primeros minutos de metraje en la edición de este mismo año del prestigioso Festival de Sitges. Sin embargo, todos estos datos los podréis leer, mis bien amados invitados, en la entrevista al propio director que le realizó nuestro mismísimo Abad y que encontraréis en su correspondiente pergamino  de la sección de ‘Entrevistas’ de la biblioteca virtual de la Abadía. A este respecto solamente cabe añadir que las actuales condiciones pandémicas ha repercutido de manera singular no solo en lo referente a  su estreno mundial, sino al propio rodaje puesto que este fue paralizado durante la pandemia (al menos su primera parte de su planificación) y fue el primero en retomarse durante la Fase Uno de la desescalada que nos debiera llevar a esa malograda Nueva Normalidad. 

Antes de ponerles en situación, conviene (a modo de mera curiosidad para enriquecer vueso bagaje, nada más) comentarles, más bien subrayar, que es posible que la nostalgia embriague al espectador más veterano si atendemos al título del filme. Un sentimiento nostálgico, propiamente dicho, siempre y cuando éste sea también aficionado no sólo a pasar miedo sino también al arte secuencial de las viñetas. Y es que el término Vampus al que alude el título, y del agrado del horror host protagonista de la cinta (un ladrón de cadáveres denominado como Señor Fettes, nuestro anfitrión en cuestión, que insiste en ser conocido de tal manera), nos retrae, a todos aquellos que a pesar de su condición de novicios ya peinamos algunas canas de más, a aquellas increíbles publicaciones de terror que podíamos encontrar en los quioscos de hace más de cuatro décadas. Concretamente a dos populares revistas de cómics de terror: la decana Dossier Negro y su colección hermana, Vampus. Y es que antes de que Josep Toutain se hiciera con los derechos de publicación en España de las revistas americanas de Warren Publishing, muchas de las historietas contenidas en la archiconocida Creepy se seleccionaban y se publicaban en nuestro país en la Vampus. De hecho, así rezaba como antetítulo y subtítulo en su portada, “Relatos de terror y suspense seleccionados de la revista Creepy” en sus dos etapas de publicación por parte de las editoriales Iberomundial de Ediciones y Garbo Editorial, aunque en su interior algunas de sus páginas provinieran de otros productos Warren como las revistas Eerie y Vampirella. Por supuesto, ambas dos, publicaciones con la misma idiosincrasia que la que nos presentaba el carismático tito Creepy.

De hecho, la tradición de los horror hosts a la que se suma el Señor Fettes no se esconde en ningún momento, puesto que veremos al mismísimo tito Creepy nada más comenzar la función. Eso sí, en forma de careta que porta un anónimo transeúnte durante una Noche de Difuntos. Víspera del Día de Todos los Santos que el común de los mortales denomina Halloween al haber adoptado esa festividad ajena a nuestra propia cultura.  Una tradición venida del otro lado del Atlántico (que muchos conocimos a través de las películas) que ha encajado como un guante entre los gustos de los más pequeños de la casa (con sus calabazas y sus truco o trato), sin dejar de mencionar que los más creciditos han visto un filón para dar rienda suelta a sus ganas de fiesta independientemente de lo que se celebre. Ay, ¡cuánta falta hace un buen matarife, machete en ristre, que nos libre de tanta tontería!

Y es así como nos encontramos con el Señor Fettes, perdón, con Vampus, sepulturero de día, ladrón de cadáveres cuando cae el sol. Interpretado con asombrosa maestría, como no pudiera ser de otra forma, por un magnífico Saturnino García. El veterano actor no disimula en ningún momento su comodidad en la piel de este carismático personaje dándole una pátina de humor negro, negrísimo, que nos robará alguna que otra sonrisa. Haciendo caso omiso de su anacrónica condición, Vampus se enfrenta a la realidad a su manera, mantiene unas relaciones sociales que no suelen acabar bien (normalmente para los demás) y le encantan los cómics de terror que contienen sus vetustas y polvorientas encuadernaciones artesanales. Historias cortas, contenidas, que suele leer con la única compañía de los lamentos y quejidos provocados por la hambruna de Tobi, su mascota. Será mejor que no os acerquéis a acariciarlo porque os podéis quedar sin mano en el mejor de los casos, si es que no os arrebata vuestro último aliento. Será con la socarronería y el cinismo que caracteriza a nuestro castizo desenterrador que éste nos haga las veces de anfitrión y presenciemos junto a él cuatro relatos donde tanto la muerte como el amor, más bien las bajas pasiones humanas, son las protagonistas.

Segmentos dirigidos por varios realizadores noveles en lo que se refiere al formato del largo, pero curtidos en el campo del cortometraje e incluso en los escenarios, de los que llama poderosamente la atención la elección de una fotografía en blanco y negro. Ello, sumado a una puesta en escena cuyas formas puedan recordarnos más a una escenificación teatral (con la excepción del último de ellos, Linaje, que apuesta por romper esta línea mediante un montaje más ágil, más rápido, en definitivas cuentas, más del cine actual), puede recordarnos, o al menos para un humilde servidor así ha sido, a las maravillosas Historias para no dormir del maestro Narciso Ibáñez Serrador. Los relatos son cuatro (cinco si contamos el hilo conductor protagonizado por el Señor Fet…, Digo, Vampus): La boda, Cumpleaños, Segunda cita y Linaje. En todos ellos se tocan muchos de los palos, si se me permite el uso de dicho término, del género de terror, puesto que hay almas en pena, muertos vivientes, vampirismo, un holocausto apocalíptico provocado por una misteriosa enfermedad vírica y los típicos asesinos, tanto de los enmascarados al estilo slasher como aquellos que se esconden tras la sonrisa de un aparentemente inofensivo individuo como nos mostrase Alfred Hitchcock en su Psicosis (Psycho, 1960).

Paralelamente a todos estos ingredientes con los que cocinar un buen relato capaz de meter el miedo en el cuerpo del espectador, tendremos otras características comunes a la temática romántica que las unifica. Digamos que seremos testigos de la cara más amarga del amor (o lo que a veces creemos que es amor), es decir, de la obsesión, la traición, la falta de empatía, el engaño o la ceguera que provoca la fidelidad incondicional (cuando las circunstancias son nocivas tanto para la salud mental como para integridad física). Todas dichas historias con unos finales que nuestro cínico anfitrión no dejará pasar la oportunidad de apuntillar con un característico sentido del humor que encierra buena parte de sabiduría. Quiero señalar que veremos también a caras conocidas del panorama actoral patrio gracias a la participación de nombre como Nacho Guerreros (muy prolífico en el mundo del cortometraje), Montse Pla, Félix Gómez, Erika Sanz o Elena Furiase. Un reparto que es todo un lujo, me gustaría subrayar.

El hilo argumental que conduce nuestro horror host, Vampus, no es baladí, puesto que no solamente es capaz de aliviar las tensiones producidas por los horripilantes sucesos acaecidos en los sketches, gracias al particular sentido del humor del sepulturero, sino que también encierran una pieza argumental desde la que sus responsables no dejan pasar oportunidad para compartir con nosotros pequeños retazos de su cinefilia o, incluso, lanzar alguno de esos zascas que dicen los jóvenes de hoy en día. De hecho, éstos dan pie a situaciones y momentos cómicos (en el sentido más tétrico de la palabra) como el protagonizado por Diego Arjona (también acreditado como guionista), en el prólogo de la cinta, al presentarse como el típico bloguero, de nombre Borja, que pone a caer de un burro al cine español, o la desternillante aportación de un grande de nuestro cine como es José Lifante en un interludio en el que descubre la procedencia del sabroso festín que acaba de disfrutar. Todo ello con un inspiradísimo Saturnino García, un Vampus que, como dice su creador, es un personaje ideal para llevarlo a todo tipo de formatos y medios.

En definitiva, y concluyendo ya, podría decir que Vampus Horror Tales tiene lo mejor y lo peor de las películas de segmentos. Entre lo bueno subrayaremos que no solo proporciona la oportunidad a consagrados talentos de la dirección de cortometrajes a que se pasen al largo, sino que éstos responden de forma muy positiva aprobando con nota alta en cada una de sus aportaciones. Las historias son interesantes, su ambientación es llamativa y las tramas están tan bien resueltas como dirigidas. Me es difícil decantarme por una de ellas como favorita, pues todas se me han pasado como un suspiro. El anfitrión rezuma carisma por los cuatro costados y sus intervenciones han provocado en un servidor más de una mueca de satisfacción. Eso sin contar con el look de revista de cómic de terror de todo el conjunto. Un empaquetado especial que pudiera dar pie (ojalá) a más entregas o a convertir a nuestro queridísimo Vampus en el protagonista de una serie de naturaleza más catódica como la mencionada Historias para no dormir o la venida del otro lado del Atlántico (y apadrinada por grandes figuras de Hollywood como Robert Zemeckis, Richard Donner o Walter Hill) Historias de la Cripta (Tales from the Crypt, 1989-1996). Por cierto, que, entre sus créditos, encontramos nombres de leyendas como el del gran Colin Arthur y las apariciones de Lone Fleming, Antonio Mayans y Miguel Molina. Sin contar con las voces de Carlos Areces, Víctor Clavijo y el mismísimo Jacinto Molina, nuestro queridísimo Paul Naschy.

Entre lo menos bueno a reseñar, siendo sincero diría que lo peor que pueda comentar de Vampus Horror Tales no lo encontraremos en el transcurso de su metraje, puesto que un servidor debe reconocer que los típicos prejuicios ante un producto patrio como el que nos ocupa hicieron acto de presencia antes de enfrentarse a su visionado (esos mismos a los que el director pone en el chascarrillo pronunciado por el desdichado bloguero aspirante a director de cine con el rostro de Diego Arjona). Nada más equivocado podría estar aquel que suscribe estas palabras, puesto que la cinta de Matellano y colaboradores deja buenas sensaciones. El buen y entretenido rato que he podido pasar me recuerda un segundo punto negativo podía ser que, como todo en la vida y en el cine, la diversión acaba en cuanto la imagen se funde en negro y aparecen los títulos de crédito. ¿Quiere decir esto que Vampus Horror Tales ofrece algo nuevo respecto a toda la plétora de producciones similares habidas y por haber? Un servidor no iría tan lejos, pero sí transita por una línea de pensamiento en la que tiene la impresión de que la cinta es consciente de sí misma y que sus pretensiones no van más allá de entretener al respetable. Algo que consigue, cabe señalarlo y aplaudirlo.

Así que, si han llegado hasta aquí, hasta este momento en el que un humilde siervo les deja un momento de asueto para que puedan curiosear por el saber que encierran los muros de nuestra abadía, muchas gracias por atender y leer las líneas que con esfuerzo e ilusión les he podido ofrecer. La libertad de moverse por la Abadía de Berzano sea con ustedes, pero si me permiten un consejo: yo no me acercaría demasiado al camposanto. Me han comentado que las malas pulgas del sepulturero son bien conocidas por estos parajes y que no hace distinción alguna en lo que concierne a la vida en el desempeño de sus funciones. Tengo entendido que cobra por enterramiento y el vil metal le nubla el juicio como a un niño un caramelo. ¡¡¡Ja, ja, ja!!!

José Manuel Sarabia

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