El retorno de los vampiros / El misterio de Cynthia Baird

Hace años internet era un lugar menos hostil e inmediato de lo que ahora es. Por entonces la mayoría teníamos nuestros blogs y/o nos interesábamos realmente en leer lo que otras personas escribían. Fue un tiempo verdaderamente apasionante. Un tiempo en el que te zambullías en espacios ajenos que te permitían conocer otro tipo de música, de relatos, de poesía y de cine. En mi caso tenía una serie de blogs de cabecera que visitaba diariamente y uno de ellos era La Abadía de Berzano. Abrir el navegador, escribir “cerebrin”(*) en el buscador y que se abriera frente a ti un mundo lleno de películas, directores, actores, etc., de los que no habías oído hablar en la vida, era (y sigue siendo) muy estimulante. Recuerdo la emoción que sentí cuando José Luis me preguntó si quería colaborar con él en su blog. ¡Para mí era como Cahiers du Cinéma, con la diferencia de que en La Abadía reseñaban películas buenas de verdad y publicaban entrevistas a personajes mucho más interesantes que en esa revista! ¿Cómo me podía negar? Gracias a ello no solo he descubierto mucho cine, también he conocido a grandes amigos de los que sigo aprendiendo a día de hoy. Estos quince años de andadura bloguera me han servido para, poco a poco, ser lo más respetuoso posible con el cine. De ahí que haya elegido El retorno de los vampiros para celebrar el decimoquinto aniversario de la Abadía: hay que amar el cine hasta en sus más rocambolescas e imperfectas formas, pues detrás de ellas se encuentran auténticos entusiastas que se han dejado la piel en su oficio. ¡Por esas personas y por una larga vida a La Abadía de Berzano!

(*) Nota: Una de las primeras preguntas que le hice a José Luis cuando le conocí fue por qué había elegido cerebrin.wordpress.com como dirección de su blog. Pensaba que me iba a explicar que era porque tenía un cociente intelectual por encima de la media, pero al parecer era debido a que “Cerebros destruidos”, título de una canción de Eskorbuto, ya estaba cogido.

 

Sinopsis: Bill Moore y Cynthia, su amante, pasan un romántico fin de semana alejados del mundanal ruido cuando la joven encuentra una carta de la mujer de Moore. Paradójicamente, en vez de sentir celos, ésta le anima a contestar a la misiva. Mientras tanto, un cuadro de “Saturno devorando a su hijo” de Goya que tienen de decoración en el apartamento parece despertar en Cynthia un poder maligno y se transforma en vampira. Bill consigue terminar con su amante y entierra el cadáver, pero para su sorpresa cuando vuelve al apartamento descubre que la chica continúa viva. ¿Todo forma parte de un sueño o lo que ha ocurrido ha sido real? Para salir de dudas, Bill contacta con su amigo Harry, a su vez detective, para que investigue acerca del pasado de Cynthia…

 


Título original: El retorno de los vampiros/El misterio de Cynthia Baird
Año: 1972/1985 (España)
Director: José María Zabalza
Productora: Uranzu Films
Guionista: José María Zabalza
Fotografía: Raúl Artigot
Música: Ana Satrova
Intérpretes: Simón Andreu (Bill Moore), María Salerno (Cynthia Baird), Guillermo Méndez (Detective Harry), Susan Taff (Leila)…

Al inicio de El retorno de los vampiros (1985), título videográfico del proyecto originalmente bautizado como El misterio de Cynthia Baird (1972), José María Zabala fusila casi línea a línea una de las escenas de su anterior película Julieta engaña a Romeo (1964). En ella, el matrimonio  protagonista tenía una pequeña discusión en la cama sobre la posesión de las sabanas y la manta, y luego se ponían a contar corderos para conciliar el sueño. Puede parecer una manera simple de ahorrase unas cuantas líneas de diálogo, pero de esta manera Zabalza no solo se autohomenajeaba, sino que también colocaba al espectador frente a lo que parecía ser una pareja consumada, para un poco más tarde descubrirse que, en realidad, se trataba de dos amantes que estaban teniendo una aventura extramatrimonial. No por menos en la citada Julieta engaña a Romero, el matrimonio encarnado por Germán Cobos y Gloria Osuna también tenía ciertos problemas de cuernos. Y es que si hay un tema que parece capital en la filmografía del irunés, ese es el de la infidelidad… y la muerte.

Tan solo basta una mirada a la obra de Zabalza para comprobarlo: por ejemplo, en También hay cielo sobre el mar (1955), su ópera prima, un marinero es acusado del asesinato de un armador porque todos creen que su mujer le ha sido infiel con él; en Entierro de un funcionario en primavera (1958) también se forma un malentendido y un ratero cree que el familiar de un difunto le está engañando con su esposa; en Bragas calientes (1981) un joven decide enfrentarse a una peligrosa banda que organiza orgías, después de enamorarse de una de las chicas que participan en ellas, desembocando en un desenlace fatal (y de lo más extraño); o, incluso, en La furia del hombre lobo (1971), Waldemar Daninsky se enfrentaba a su mujer, también convertida en licántropa, en una violenta lucha a muerte.

En el caso de El retorno de los vampiros, la trama vuelve a girar entorno a la infidelidad, y de nuevo por partida doble, pues finalmente descubrimos que las continuas transformaciones y el aura mortal y alucinógeno en el que se han visto sucumbidos Cynthia y Bill, los dos personajes principales, forma parte de un aparatoso plan perpetrado por la mujer de Moore y su amigo Harry, que consistía en drogarlos para creyeran que eran vampiros y que así ambos se dieran muerte. Además, curiosamente las transformaciones se dan cuando los amantes miran el cuadro de “Saturno devorando a su hijo”[1] que, tal y como explican en la película, “representa el tiempo, que todo lo devora”, amén de que su relación al margen del matrimonio tiene como meta el sexo sin amor y no a la procreación.

En este sentido El retorno de los vampiros no es una cinta de terror al uso, pues el foco de atención se centra más en la relación de Bill y Cynthia que en la propia trama fantástica, que, como vemos, es finiquitada de manera un tanto desquiciada, jugando con lo onírico y lo psicotrópico[2] (añadiendo algunos flashbacks compuestos por planos cortos intercalados con la acción) y desembocando en un final de lo más tramposo y marciano. Puede que por ese motivo, donde mejor se desenvuelve Zabalza sea en esas escenas de pareja, que, sin embargo, cae a veces en divagaciones un tanto surrealistas. Dentro de los diálogos que se dan a lo largo de la cinta[3], hay uno que no tiene desperdicio, en el que la pareja divaga sobre su propia existencia y se equiparan a las estrellas, llegando a la conclusión de que, como ellas, a las que vemos aunque hace millones de años que se han apagado, son meras imágenes que siguen su curso a pesar de haber muerto tiempo atrás.

Es lógico que en el momento de su gestación, justo cuando Zabalza acababa de estrenar La furia del hombre lobo y en pleno auge del fantaterror, esta película se viera como una obra demasiado extravagante para el público, de ahí que no encontrase licencia de exhibición hasta el año 1985, trece años después de su rodaje, bajo el título de El misterio de Cynthia Baird y directamente para vídeo[4], pues quizás era un mercado menos exigente que el de las salas comerciales y José María no podía desaprovechar la oportunidad que le ofrecía ese nicho.

Pero si por algo es recordada El retorno de los vampiros / El misterio de Cynthia Baird, es por su frenético rodaje. Con tal de abaratar costes, el director irunés reunió un presupuesto inferior al millón de pesetas, un escueto reparto compuesto por cuatro personas y un set improvisado situado en una tienda de muebles de Madrid llamada Expomuebles. Además, pensó en rodar toda la película en un solo día, concretamente desde el 15 de febrero de 1972 a las tres de la tarde, para finalizar a la misma hora del día siguiente, con la ayuda de varias cámaras[5]. Por otro lado contó con la participación de su esposa Ana Satrova en la banda sonora y añadió la “Sinfonía fantástica” de Héctor Berlioz[6].

Ante un punto de partida tan modesto, es fácil pensar que el resultado sea catalogado de cine Z o amateur, pero en el documental anteriormente señalado, el actor Simón Andreu comentaba que la intención del Zabalza era parecida a la de rodar una suerte de cine teatro, algo habitual en aquella época. Sea como fuere, no dejo de pensar en que tiene mucho mérito sacar adelante un proyecto de esta manera tan a contrarreloj, y más por un director como Zabalza, conocido también por su afición al alcohol, pues dentro del desbarajuste que es El retorno de los vampiros, uno no deja de preguntarse hasta qué punto el realizador sabía lo que estaba haciendo o si la obra resultante hubiera diferido de manera más visible si hubiese dispuesto de más tiempo y presupuesto, ya que resulta evidente que el irunés quería dotar a su película de un aura experimental y más personal que el de otras cintas coetáneas. Esa manera de ir a contracorriente a pesar de tocar un género a priori comercial, dan muestra de la gran valentía de este director… o bien de la poca vista que tenía de cara a llegar al gran público, claro está.

Juan Pedro Rodríguez Lazo


[1] Excepto la transformación final de la mujer de Moore, pues le crecen los colmillos como sorpresa final al abrazar al detective Harry.

[2] El metraje se ve interrumpido en ocasiones por la incursión de varios flashbacks compuestos por planos cortos, que recuerdan al montaje de algunos momentos de La furia del hombre lobo.

[3] En el documental Director Z, el vendedor de ilusiones (Oskar Tejedor, 2018), Simón Andreu aseguraba que el libreto de la película era muy escueto y que en ocasiones el director vasco indicaba a los actores que movieran la boca para más tarde doblarlos e incluir algunos diálogos que pensaría más tarde.

[4] Pese a ello, en los títulos de crédito se respetaba el título original de El retorno de los vampiros.

[5] Según palabras del propio Zabalza recogidas en José María Zabalza: cine, bohemia y supervivencia de Gurutz Albisu, para el rodaje se contó con un equipo de doce cámaras, cuando seguramente fueron muchas menos. Se habla de que en realidad fueron unas tres.

[6] Esta sinfonía también se ha utilizado en películas de terror como El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980) y The Screaming Skull (Alex Nicol, 1958).

Un comentario en “El retorno de los vampiros / El misterio de Cynthia Baird

  1. Desde aquí agradezco públicamente a Gurutz Albisu, autor del imprescindible «José María Zabalza: cine, bohemia y supervivencia», por la amable cesión del raro material gráfico que acompaña esta entrada.

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