Sinopsis: El matrimonio Otto decide prescindir de los servicios de su ama de llaves, Agatha. Antes de marcharse, la mujer regala al hijo de los Otto un muñeco llamado Robert. Pronto comenzarán a suceder cosas extrañas en la casa.

Año: 2015 (Reino Unido)
Director: Andrew Jones
Productores: Andrew Jones, Emily Coupland
Guionista: Andrew Jones
Fotografía: Jonathan McLaughlin
Música: Bobby Cole
Intérpretes: Suzie Frances Garton (Jenny Otto), Lee Bane (Paul Otto), Flynn Allen (Gene Otto), Judith Haley (Agatha), Cyd Casados (Debbie), Samuel Hutchinson (Steven), Megan Lockhurst (Martha), Annie Davies (Marcie), Ryan Michaels (Clarence)…
El pasado 15 de enero de este 2023 fallecía a la edad de 39 años el cineasta independiente Andrew Jones. Un tipo que, moviéndose en los bajos (y muy bajos) presupuestos, se había hecho un nombre y un lugar en el cine de terror procedente de las islas británicas. Nacido en Swansea, al sur de Gales, desde su compañía, la North Bank Entertainment, que llevaba junto a su esposa Sharron, y en colaboración con Rob y Beccy Graham de Independent Moving Pictures, con quienes formaron uno de los más prolíficos equipos de producción durante los diez años comprendidos entre 2011 y 2021, produjeron un aluvión de cintas de terror facturadas desde la pura y dura independencia y los márgenes de la serie B (y Z).
Las películas indies usamericanas de los noventa animaron a Andrew a meterse en el cine, pero fue ya en el presente siglo, con la digitalización del formato audiovisual y el consiguiente abaratamiento de los costes, cuando vio asequible dar su soñado paso a la realización de películas. Comenzó en el medio en el terreno del drama, que lo veía como un género más económico y viable, pero en cuanto pudo se pasó al que realmente amaba, el terror, en el que debutó en tareas de producción con Night of the Living Dead: Resurrection (2012), una cinta que costó unas cinco mil libras y que dirigió James Plumb, un tipo que, según Jones, era capaz de ser creativo por pura necesidad y sacar provecho de los escasos presupuestos. Andrew se consideraba afortunado, ya que esta primera película llegó a estrenarse en el Reino Unido en salas comerciales, a través de la cadena Cineworld, y encontró distribución en formato doméstico en un puñado de países, siendo movida en los Estados Unidos por la Lionsgate.
Nuestro hombre declaró en diversas entrevistas que su afición por el cine de terror se retrotraía a la temprana edad de cinco años, cuando sus padres le llevaron a un videoclub en su ciudad natal. Las portadas de aquellas películas le engancharon; podía pasarse horas alucinando con el artwork de los viejos VHS. Sus progenitores, debido a la insistencia del infante, le permitieron visionar películas de terror, advirtiéndole previamente que lo que iba a ver no era real, sino creado con efectos especiales. Enseguida le parecieron que aquellos films eran mucho más interesantes que los orientados/recomendados para toda la familia y que, supuestamente, eran más adecuados para su edad. Las primeras cintas del género que visionó fueron Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, 1984), de Wes Craven, y Viernes 13 (Friday the 13th, 1980), de Sean S. Cunningham. El futuro cineasta se quedó embobado cuando comprendió que todo aquello lo hacía alguien tras una cámara.
Con el propósito de facturar cintas de bajo presupuesto, fundaría su propia compañía siguiendo la escuela de gente como sus admirados Roger Corman o Charles Band[1]. Contando con la distribución de 4Digital Media, Jones era muy consciente que la parte financiera es siempre la más dura, por lo que desde un principio procuró trabajar con poco presupuesto para evitar riesgos a los inversores, teniendo bien presente que su imaginación podía no tener límites, pero los presupuestos de los que disponía sí eran muy restringidos. Por tanto, focalizaba las tramas sobre los problemas personales de los personajes y sus relaciones y motivaciones, para que fueran éstas las que movilizaran la historia. El gore y los efectos los usaba en la medida de lo posible, siempre consciente de los (muy) bajos medios entre los que se solía desenvolver, en unos rodajes apresurados que solían durar unos ocho días. El proceso que tenía para sacar adelante sus proyectos era el siguiente: Andrew les contaba a los inversores y distribuidores (a quienes trataba como aliados, no como enemigos que le coartaban su libertad creativa) las ideas que venía barajando. Éstos decidían cuáles veían factibles y él empezaba a darles forma elaborando las frases promocionales, los diseños de portadas de los DVDs y redactando lo que sería el libreto.
Entre sus películas de terror favoritas nombraba títulos como Escalofrío en la noche (Play Misty For Me, 1971), de Clint Eastwood, Pesadilla diabólica (Burnt Offering, 1976), de Dan Curtis, La monja poseída (To the Devil a Daughter, 1976), de Peter Sykes, Las dos vidas de Audrey Rose (Audrey Rose, 1977), de Robert Wise, Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977), de Wes Craven, Magic (Magic, 1978), de Richard Attenborough, Al final de la escalera (The Changelling, 1980), de Peter Medak, La niebla (The Fog, 1980), de John Carpenter, El ente (The Entity, 1982), de Sidney J. Furie, El padrastro (The Stepfather, 1987), de Jospeh Ruben[2], o El exorcista III (The Exorcist III, 1990), de William Peter Blatty, junto con slashers de los que guardaba gratos recuerdos como Viernes 13 (2ª parte) (Friday the 13th Part 2, 1981), de Steve Miner, Halloween 4: El regreso de Michael Myers (Halloween 4: The Return of Michael Myers), de Dwight H. Little, o Sleepaway Camp [tv/vd/dvd/bd: Campamento sangriento, 1983], de Robert Hilzik. Sus películas favoritas, decía, eran las de los setenta y ochenta. No estaba muy interesado en el cine de terror más contemporáneo, a excepción de los dirigidos por realizadores independientes, en los que encontraba el sentimiento de los films del género que le engancharon cuando era niño[3]. Sin querer comparar sus trabajos con los de los cineastas que admiraba, Jones pretendía dar cancha a los personajes y las historias de sus películas, sin preocuparse de tener enganchada a la audiencia con montajes frenéticos y verse obligado a incluir cada diez minutos alguna escena de acción, con persecuciones y explosiones. Andrew consideraba el proceso de montaje uno de los momentos más satisfactorios de hacer una película, cuando por primera vez podía sentarse con todo el material por delante sin tener porqué tomar decisiones rápidas; allí podía permitirse experimentar un poco y pensar diversas alternativas para transmitir mejor las ideas al público.
De entre la multitud de películas que facturó desde su productora, sobresale por aceptación del público Robert [tv: Robert, 2015], que daría lugar a una franquicia que alcanzó hasta cinco títulos sobre el mismo personaje. Tomó como inspiración la historia que tuvo lugar en Key West, Florida, a principios del siglo XX sobre el muñeco de dicho nombre que, supuestamente, estaba (y está aún hoy, según algunos) poseído por espíritus[4]. Evidentemente, por motivos principalmente pecuniarios, se cambió la localización y la fecha de los acontecimientos, llevándolos al Gales del momento de su producción, además de dramatizar y alterar los hechos. Y es que, aunque el film se basa en supuestos hechos reales, Jones construyó su propia historia. El realizador trató de explorar con este film qué es ser una persona con una enfermedad cerebral y cómo es convivir con ella. Jenny, el personaje de la madre, tiene un desorden mental y, entre otros síntomas, escucha voces. Al padre le preocupa si ese padecimiento puede ser hereditario y habérselo transmitido al niño. Así que cuando madre e hijo culpan al muñeco Robert de lo que está ocurriendo, el padre piensa que todo se debe a la enfermedad que está minando la estabilidad de la familia.
El proyecto tomaría forma gracias al éxito de las películas sobre y con Annabelle. Los distribuidores se acordaron de una de las ideas que Andrew les había propuesto tiempo atrás sobre el muñeco Robert, y le pidieron que le diera forma[5]. Y al igual que en el caso de los filmes de la terrorífica muñeca del Warrenuniverso, el muñeco usado en la película tiene un aspecto que produce mal rollo, cuando el real resulta a la vista de lo más anodino.
Fan declarado de la saga de Chucky creada por Don Mancini (personaje inspirado precisamente en el caso del muñeco Robert), y de las (muchas) cintas de la misma temática de la productora Full Moon, Andrew reconocía que los buenos resultados en taquilla de La maldición de Chucky (Curse of Chucky, 2013), de Mancini, y las películas de Annabelle de James Wan, le habían dado la idea de la cinta que aquí nos interesa. Tuvo claro desde un primer momento que no podría competir con aquéllas, empezando porque disponía de un presupuesto muy ajustado. Sus miras estaban más próximas a las (muchas) cintas de juguetes mortales de la Full Moon. Andrew se decantó por tratar de contar una historia y crear atmósfera al no poder disponer de convincentes efectos especiales, y dejó los (escasos) momentos de ataque por parte del muñeco para el clímax del film, resuelto, todo hay que decirlo, de manera harto precipitada, y donde se hace más que evidente la pobreza de medios de los que disponía. Por otro lado, las actuaciones no son malas, aunque lo que más beneficia el conjunto es la fotografía de Jonathan McLaughlin, quien colaborara con nuestro hombre en diversas ocasiones.
Filmar con tantas limitaciones supone siempre un reto. En el caso de Robert, el equipo disponía para la ocasión de los habituales ocho días de rodaje, así que de nuevo tuvieron que trabajar a marchas forzadas. Al ya de por sí apretado calendario hubo que añadirle que las horas de trabajo del niño que da vida al hijo de la familia eran más limitadas, y, por si fuera poco, sólo contaron con él tres días, por lo que rodaron las escenas en las que éste intervenía primero, dejando para después las protagonizadas por los adultos, que actuaron en parte frente al asistente de dirección o incluso delante de un oso de peluche, quienes sustituían de este modo al actor infantil.
Pese a alejarse en su desarrollo y resolución de las películas de terror con muñecos asesinos que permitieron que el proyecto de Andrew Jones saliera adelante, éste era consciente, de cara a los distribuidores, que la película, frases publicitarias y la sinopsis que aparecen en la portada y contraportada de las ediciones en DVD tenían que enganchar al público, siendo por tanto más llamativas y explotativas que psicológicas, al contrario de como realmente veía el director su película. Y no debió de ir mal cuando, como anticipábamos más arriba, engendró hasta cuatro secuelas con el muñeco Robert, en las que se notó más la influencia de las producciones de Charles Band sobre la temática[6].
En nuestro país una amplia selección de los trabajos de Andrew y la North Bank Entertainment han podido verse por diferentes canales temáticos, y están disponibles en el catálogo de populares plataformas, aunque su nombre sigue sin terminar de cuajar entre los aficionados españoles al cine de terror. En su país, en cambio, cuenta con una legión de fans entre el público y la crítica especializada en cine de terror low budget, quienes han lamentado su temprana muerte (causada por una enfermedad que no ha trascendido en los medios). Nos viene a la memoria el caso de Robert Green Hall, otro declarado amante del género que, ya con una amplia carrera como técnico de efectos especiales, saltó a la dirección con títulos bien conocidos para los adeptos a este tipo de cine como Laid to Rest [tv: Laid to Rest, 2019] y su secuela, o Fear Clinic [tv/dvd: Fear Clinic, 2014], donde no faltaban el gore, los FX tradicionales y la participación de distinguidos rostros como Richard Lynch, Danielle Harris o Robert Englund. También él nos dejó a una temprana edad, 48 años. Sirvan estas líneas desde La Abadía de Berzano para rendir nuestro modesto homenaje a estos cineastas y sus películas, en las que siempre sobresalió su amor al género muy por encima de sus presupuestos.
Alfonso & Miguel Romero
[1] La North Bank Entertainment no estaba sola. Compañías contemporáneas a la de Andrew Jones como Proportion Productions, Greenway Entertainment, Creativ Studios o Mycho Entertainment se mueven igualmente con presupuestos raquíticos.
[2] Aunque basado en las andanzas del asesino real John List, para su película A Killer Next Door (2020) Andrew Jones tuvo muy presente El padrastro de Ruben.
[3] Nombraba entre sus cineastas contemporáneos favoritos a MJ Dixon, John R Walker, Lawrie Brewster, James Crow, David Ryan Keith, Tony Jopia, Brandon Slagle, Daniel Emery Taylor y Axelle Carolyn.
[4] El director ya había incluido algo de la historia (real) del muñeco Robert ese mismo año en Poltergeist Activity [tv: Poltergeist Activity, 2015].
[5] Otro trabajo de Jones, Valley of the Witch (2014), conoció distribución también con el título de Conjuring the Dead, haciendo de este modo alusión a Expediente Warren: The Conjuring (The Conjuring, 2013) de James Wan.
[6] Tomemos como ejemplo The Toymaker [tv: Robert and the Toymaker, 2017], que fusila/homenajea de forma descarada la producción de la Full Moon Puppet Master 3: Toulon’s Revenge [vd/dvd: La venganza de los muñecos 2, 1991], de David DeCoteau.