La duquesa del diablo

 

Sinopsis: Una familia de nobles es asaltada en su castillo por una banda de forajidos. La hija de la familia, aún una niña, ve mientras está escondida cómo asesinan a sus padres. Criada por un grupo de gitanos apodados “Los diablos”, una vez llega a la edad adulta, consciente de sus orígenes, tendrá como objetivo vengarse de quienes mataron a sus progenitores.

 


Título original: Isabella, duchesa dei diavoli / Isabella – Mit blanker Brust und spitzem Degen
Año: 1969 (Italia, Alemania)
Director: Bruno Corbucci
Productores: Italo Martinenghi, Rob Houwer
Guionistas: Giorgio Cavedon, Mario Amendola, Elisabeth Förster
Fotografía: Fausto Zuccoli
Música: Sante Maria Romitelli
Intérpretes: Brigitte Skay (Isabelle de Frissac), Mimmo Palmara (barón Eric von Nutter), Fred Williams (Gilbert de Villancourt), Elina De Witt (Marguerite Fontaine/Marguerite von Nutter), Sal Borgese (Diego Mendoza, el rey gitano), Thomas Astan (Kurt von Nutter), Gioia Desideri (Susanne), Giacomo Furia (Rudolph), Giorgio Gargiullo (Boudois, el prefecto)…

A finales de los años sesenta del pasado siglo, coincidiendo con el mayo francés y otros movimientos a favor y en busca de mayores libertades, un halo de erotismo se apoderó de las diversas manifestaciones culturales y/o populares en Europa, en una progresiva ascendencia que, conforme se iban derrocando las diferentes censuras vigentes en los distintos países, desembocaría, sobre todo al llegar los ochenta, en pura y dura pornografía. Cine y cómic, unidos de la mano por vocación popular, conocerían trasvases y préstamos mutuos de uno a otro medio, lo que hizo que muchos de los personajes de los tebeos europeos vieran sus aventuras trasladadas a la gran pantalla.

Diabolik, el super ladrón ideado por las hermanas Angela y Luciana Giussani que comenzara su andadura por las viñetas en 1962, conocería traslación al celuloide en aquel señalado 1968 de la mano de Mario Bava para Dino de Laurentiis, en régimen de coproducción entre Italia y Francia, con John Phillip Law en el rol del super criminal que daba nombre al cómic y a la película, Michel Picoli como su némesis, el inspector Ginko, y Marisa Mell encarnando (nunca mejor dicho) a la imprescindible Eva Kant, pareja, socia y compañera de fechorías de Diabolik[1]. La película, una deliciosa muestra del mejor pop-art en el cine, se encontró en el momento de su estreno con el rechazo del público y la crítica[2]. No obstante, la siguiente propuesta de Dino de Laurentiis, pese al mal recibimiento por parte de los críticos, sí resultó un éxito de taquilla. En aquel mismo 1968 la Barbarella de Jean-Claude Forest, que empezó a publicarse en la revista francesa V-Magazine también en 1962, daba el salto al cine con Roger Vadim en la dirección, y con su entonces esposa, la norteamericana Jane Fonda, en el papel de la heroína espacial.

Acusada de ser un sueño (erótico) masculino y machista disfrazado de (falso) feminismo, Barbarella, el personaje, sería la punta de lanza de una legión de aguerridas féminas que se apoderaron de las viñetas del cómic europeo durante un puñado de (felices) años. Algunas de ellas, como la propia Barbarella o la indispensable Valentina (personaje secundario de las páginas de Neutron, que se alzaría con serie propia), creación de Guido Crepax[3], gozarían de cierto prestigio crítico e intelectual; pero muchas, muchísimas otras, recibirían el rechazo de bienpensates y demás fauna gafapasta y mojigata por su carácter meramente erótico, explotativo y popular. Y con todo, o pese a todo, también alguno de estos personajes llegó a conocer adaptación al cine, como es el caso de La duquesa del diablo (Isabella, duchesa dei diavoli / Isabella – Mit blanker Brust und spitzem Degen, 1969).

Centrándonos en Italia, fueron aquellos los tiempos dorados del fumetto nero, el cómic para adultos trasalpino, y al igual que el cine de consumo del país con forma de bota de aquellos mismos años, el arte secuencial trató todos los géneros y temáticas de moda: terror, comedia, aventuras, acción, espionaje a lo James Bond, etc…  Desde la editorial Edioperiodici fueron no pocos los personajes que, en tebeos de pequeño formato, conquistaron al público a través de los quioscos. Una de las primeras series de la casa fue “Isabella”, ambientada en la Francia del siglo XVII, y cuya protagonista, Isabella de Frissac, era una noble al servicio del Cardenal Richelieu, muy diestra en el manejo del florete y la lucha en general con el objeto de cumplir sus misiones. Creada en 1966 por el guionista Giorgio Cavedon, contó con los lápices de Sandro Angiolini[4], y tenía como claro referente al personaje literario de Angélica, protagonista de una serie de novelas (también llevadas con muy buena aceptación al cine) de temática histórico-aventureras escritas por el matrimonio formado por Serge y Anne Golon y desarrolladas en la Francia del XVII bajo el reinado de Luis XIV[5]. Debido a la escasa permisividad en aquellos sesenta para mostrar desnudos y relaciones sexuales amatorias, buena parte del erotismo en las viñetas de Isabella (al igual que en otras series de esos años, caso de “Dee Sade” o “Goldrake”) se basaban en escenas de cierto sadomasoquismo, muchas veces (eran publicaciones para un público masculino, recordemos) con descarada orientación lésbica entre féminas de buen ver. Y es que Isabella, al igual que le pasaba a la dulce Gwendoline de John Willie[6], tenía la mala fortuna de caer presa de sus enemigos, siendo atada y torturada por éstos[7].

La adaptación cinematográfica de “Isabella”[8], una coproducción entre Italia y Alemania, contó con la dirección de Bruno Corbucci, realizador todoterreno que, si bien su amplia filmografía no goza del reconocimiento crítico de su hermano Sergio, atesora en cambio un buen puñado de grandes éxitos de público, orientándose buena parte de su carrera a la comedia popular, y trabajando en la década de los setenta asiduamente con los rompetaquillas Tomas Milian y Bud Spencer. La alemana Brigitte Skay ocuparía el papel principal, el de Isabella, la duquesa del diablo del título, que fue a la postre su rol más importante. Y aunque le pone ganas, sus dotes interpretativas no son muy destacables. Tras este trabajo, la Skay transitaría asiduamente por el cine de género y explotación transalpino, siendo recordada especialmente su participación en Bahía de sangre (Ecología del delitto, 1971) de Bava.

El villano de turno, el malvado barón Eric von Nutter, recaería sobre Mimmo Palmara[9], a quien se le daban muy bien los papeles de tipos odiosos, como viene bien citar su rol del celoso Iphitus en la fundacional Hércules (Le fatiche di Ercole, 1958) de Pietro Francisci. El noble al que aquí interpreta Palmara está en la tradición de los aristócratas malvados y decadentes propios del cine (la literatura y el cómic) de aventuras, un tirano que sólo ansía poder y que se cree poder disponer de todo el mundo a su antojo. Propio del carácter que se presume a este tipo de personajes, es un tipo vicioso, y celebra bacanales donde no falta en abundancia el alcohol, la comida y el sexo, acercándose (además de a personajes afines del celuloide de capa y espada o del péplum) a otros recordados aristócratas como el marqués Siniestro (Anthony Dawson) de La maldición del hombre lobo (The Curse of the Werewolf, 1961), de Terence Fisher, o al príncipe Próspero de La máscara de la muerte roja (The Masque of the Red Death, 1964), de Roger Corman. Secundan a los antagonistas una serie de intérpretes habituales del cine de (todo tipo de) género de los países productores, como Hansi Linder o Sal Borgese.

La película que aquí nos interesa es, en esencia, un film de capa y espada, (sub)género aventurero de gran tradición en el cine hollywoodiense desde el periodo mudo, e igualmente muy tratado en Europa (sobre todo en Francia e Italia) en las décadas de los cincuenta y sesenta. Incluye todos los ingredientes que el público esperaba en este tipo de filmes: peleas con espada, romance, intrigas palaciegas y traiciones, villanos que se hacen con el poder usando malas artes, que se mueven acorde a sus bajas pasiones y terminan siendo derrocados… aunque aquí el papel del héroe de capa y espada (el swashbuckler, que dicen los sajones) recaiga en una mujer en lugar de en un varón, como era más habitual en las cintas de aventuras de aquellos tiempos. Algo no excepcional, como muestra, digamos, La mujer pirata (La Venere dei pirati, 1960) de Mario Costa, con Gianna Maria Canale blandiendo acero contra sus enemigos. Lo que de verdad caracteriza y diferencia La duquesa del diablo, dentro del cine de su género, es el atrevido erotismo para su fecha de estreno, conteniendo una serie de desnudos, escenas de cama, violaciones, algo de lesbianismo, la protagonista defendiéndose de sus enemigos peleando en top-less, y las (esperadas) escenas cargadas de sadomasoquismo, con Isabella atada medio desnuda y siendo azotada con látigos. Es de menester señalar la diferencia dada en la película entre las escenas de cama protagonizadas por los villanos, que son pura lujuria, simple sexo animal, y las de Isabella con su enamorado, donde se impone el amor y el director recurre a la cámara lenta y a una música más romántica.

Corbucci utiliza muchos picados y contrapicados y otros recursos de cámara para aproximar la cinta al estilo de las viñetas, dejando además que la aventura fluya sola, si bien en la parte final recurre a un puñado de intrusivos zooms in que empañan un poco los resultados. De igual modo, el vestuario, los personajes (por muy arquetípicos que sean), el atrezzo e incluso el cast resultan muy adecuados, tanto para una cinta de estas características, como para una adaptación del fumetto señalado. Y es que encontramos personajes propios no sólo en el cine, la literatura y el cómic de aventuras[10], sino también algunos muy recurrentes en las páginas de Angiolini, caso del verdugo con capucha roja y/o los guerreros también con sus rostros ocultos (con capucha negra), que aparecen uno y otros en las páginas de Isabella o Belzeba[11]. Los productores debían tener ciertas pretensiones que no terminaron de cumplirse, pues el final abierto parece a todas luces prometer una continuación que nunca llegó.

El actual siglo (y milenio), con sus continuos y mareantes avances tecnológicos, su información inmediata a golpe de click y sus recuperaciones de (casi) todo lo relativo a la cultura popular, auspiciando a podios y santorales hasta lo (en un principio) inimaginable e indefendible, no ha traído sin embargo una reivindicación del viejo fumetto nero. Diabolik sigue siendo a día de hoy una institución dentro del cómic y la cultura en Italia, como bien demuestra que se reediten sus aventuras en papel, que se hagan series de dibujos animados, alguna parodia porno, e, incluso, que en 2021 volviera por la puerta grande a la gran pantalla, con una cuidada producción, bajo la dirección de los Manetti Bros[12], con Luca Marinelli en el papel del super criminal, Valerio Mastandrea como el inspector Ginko, y Miriam Leone dando vida a Eva Kant. Tal fue la aceptación de esta nueva película, que a finales del año siguiente llegaba a las salas italianas un segunda parte, ahora con Giacomo Gianniotti haciéndose con el papel de Diabolik y con la participación de Monica Bellucci. Pero la mayoría de los amorales héroes y villanos y, aún más, las exuberantes y desinhibidas heroínas y villanas del fumetto per adulti de los sesenta, setenta y ochenta, parecen no tener cabida en el audiovisual actual, dominado por lo woke, los inclusivismos forzosos, el buenrollismo más infantil y de manual, y demás reglas no escritas (pero obligatorias de acatar) con las que Disney y compañía están dinamitando desde dentro las adaptaciones de cómics al cine, y, de paso, los ánimos de buena parte del público. Y es que personajes como Ulula, la bella modelo de día y mujer lobo en las noches de luna llena, o Naga[13], la maga aristócrata que se enfrentaba a las más extrañas fuerzas demoníacas, dibujadas por los reconocibles trazos de Giovanni Romanini y Leone Frollo, respectivamente, se mueven por un mundo totalmente distintos, en las antípodas incluso, de la Hulka de Jessica Gao o la Shuri de Black Panther: Wakanda Forever (Black Panther. Wakanda Forever, 2022), con dirección de Ryan Coogler.

Nos quedamos para terminar estas líneas con el film 5 é il numero prefetto [tv: 5 es el número perfecto, 2019], realizado por Igor Tuveri adaptando su propia y homónima novela gráfica, donde por boca de uno de sus personajes nos dice que son preferibles los cómics italianos que los americanos, porque en los de su país los protagonistas son los malos.

Alfonso & Miguel Romero


[1] También en el reparto encontramos a Terry Thomas, interpretando a un ministro. El actor británico ya había tenido un (más destacado) papel en otro film con gran influencia e importancia del mundo de las viñetas, Cómo matar a la propia esposa (How to Murder Your Wife, 1965), dirigido por Richard Quine, y donde colaboraron colosos del noveno arte de la talla de Alex Toth y Mel Keefer.

[2] Otros super criminales en la misma estela que el personaje de las hermanas Giussani dieron también el paso del noveno al séptimo arte. Fue el caso de, por ejemplo, Satanik (versión femenina de Diabolik) y Kriminal, creados ambos por Max Bunker y el dibujante Magnus. La primera sería llevada a las pantallas en 1968 con realización de Piero Vivarelli, encargándose Magda Konopka de interpretar a la pérfida protagonista; el segundo por su parte llegaría a protagonizar dos películas: La máscara de Kriminal / Kriminal (1966), de Umberto Lenzi, y Los cuatro budas de Kriminal / Il marchio di Kriminal (1968), de Fernando Cerchio, con Glenn Saxson en el rol principal.

[3] Valentina se pasearía por la gran pantalla en una particular adaptación bajo la dirección de Corrado Farina en 1973 y que llevaba el título de Baba Yaga [tv/dvd: Baba Yaga; vd: Black Magic. Magia negra], con la francesa Isabelle De Funès prestando su rostro (y cuerpo) al personaje. En 1988 llegaba al medio catódico una (sosa) serie con Demetra Hampton como la inmortal creación de Crepax.

[4] Su muy personal trazo dio forma(s) a otras sexys heroínas y villanas (tantas veces en el fumetto nero difícil de distinguir una de otras) como Vartàn, Belzeba, Una o La Poliziotta (publicada las dos última en nuestro país por Ediciones Zinco con los nombres de Luna y La Detective dentro de las páginas de Hembras peligrosas y Telefilm prohibido, respectivamente).

[5] La protagonista de las novelas de los Golon se niega a desaparecer del todo, y de cuando en cuando retorna al cine de aventuras. Angelica es el nombre de la filibustera que interpreta Penélope Cruz en Piratas del caribe: En mareas misteriosas (Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, 2011), de Rob Marshall.

[6] Icono y referente ineludible del bondage, el personaje de Gwendoline (versión erótica de la Pauline de los seriales) hizo aparición por 1946 en las páginas de la mítica publicación Bizarre. También ella, con las formas de Tawny Kitaen, sería llevada al cine, en una producción francesa descaradamente barbarelliana dirigida en 1984 por el esteta Just Jaeckin.

[7] Mismos infortunios que aguardaban a un personaje harto similar a Isabella, la Jolanka que empezó a publicar la editorial Furio Vanio por septiembre de 1970 a lo largo de sesenta y siete álbumes hasta marzo de 1976, con Luigi Naviglio en los guiones, y con los dibujos de Pietro Gamba, Giuseppe Faccendis y Vittoria Coliva.

[8] El mismo año que el film de Corbucci, una adaptación apócrifa aterrizaba en las pantallas: Zenabel / Faut pas jouer avec les vierges, dirigida por Ruggero Deodato y con Lucretia Love en el papel protagonista.

[9] Mimmo Palmara estuvo en otro film sobre (anti)héroes de fumetto, aunque en esta ocasión sin original de papel, sino creado directamente para el cine: Asalto a la corona de Inglaterra / Come rubare la corona d’Inghilterra (1967), de Sergio Grieco.

[10] Por ejemplo, Isabella deforma con una daga el rostro del barón, y éste se ocultará tras una máscara de hierro, haciendo clara alusión, más que al mítico prisionero de la Bastilla, al personaje de la novela de Alejandro Dumas, muy utilizado en el cine de aventuras.

[11] El verdugo en el fumetto per adulti es más que un mero ejecutor, pues también dará lugar a truculentas escenas de tortura. Dejando a un lado las historietas de Sandro Agiolini, podemos recurrir como ejemplo a las páginas de Lucifera, publicada por Edipeiodici entre 1971 y 1980, y que contó con los lápices de Edoardo Morricone, Leone Frollo y Tito Marchioro.

[12] En el año 2000, los Manetti adaptaron para la pantalla otro de los inmortales personajes del fumetto nero, la vampira Zora, cuyas historietas, con guiones de Renzo Barbieri y Giuseppe Pederiali y el arte de Birago Balzano, publicó la casa Edifumetto desde 1972 a 1985. El film pasó con más pena que gloria y hoy está prácticamente olvidado.

[13] Antes de su publicación dentro del cómic Hembras peligrosas a cargo de la Editorial Zinco, las historietas de Naga habían llegado a los quioscos españoles a través de Ediciones Actuales, cambiando el nombre de la protagonista por Karla pero respetando el formato original de las viñetas (alterado en el de Zinco).

Un comentario en “La duquesa del diablo

  1. Hola,

    Cuando la vi, no hace demasiado, pensé esto del film:

    «Coproducción entre Italia y Alemania del Oeste, que adapta un cómic famoso en su momento. Esto hace que, algo sorprendentemente para la época, tenga un alto contenido erótico, con desnudos de actrices, tormentos sádicos y violaciones (aunque no se ve nada explícito, claro).
    Es mediocre y va, infelizmente, de más a menos.
    Comienza potablemente, con peleas a sable y la presentación del personaje protagonista, interpretado por la bella Brigitte Skay, que consiguió mucha popularidad por este personaje en ese momento pero luego se desvaneció demasiado pronto.
    Ocurre que el guión no es bueno, a pesar de que uno de los tres guionistas sea Mario Amendola, pero a cada minuto que pasa todo es más de lo mismo teniendo, en efecto, gran paralelismo con los spaquettis westerns. Repite sus claves y esto le resta personalidad en la puesta en escena, aunque sí que se aparta de lo trillado en su final, que sorprende y supongo que es el mismo que en el cómic.
    Con todo, la peli, en líneas generales se vuelve algo cansina y repetitiva, dejando al final un regusto a peli olvidable aunque distraída mientras se ve».

    Un cordial saludo a todo/as,

    Iñaki

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