Desde siempre, la cultura ha ido de la mano de los tiempos. A veces es una cultura complaciente que reafirma los cambios que están teniendo lugar en la sociedad. Pero también hay otro tipo de cultura contestataria, que gruñe y enseña los dientes. En este movimiento es en el que se enmarca American Carnage, film dirigido por el cineasta mexicano residente en los Estados Unidos Diego Hallivis y coescrito junto con su hermano Julio, que grita con rabia contra las racistas políticas migratorias promovidas por la administración de Donald Trump. Aprovechando su estancia en la pasada edición de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián entrevistamos a los hermanos Hallivis para saber más detalles de esta historia a mitad de camino entre la comedia, el terror y la crítica social, cuyo rodaje, dicho sea de paso, tuvo lugar en Madrid.
Aunque aquí es un dato bastante desconocido, rodasteis American Carnage en Madrid. ¿Cómo surge la vinculación de la película con España?
Julio: Buscando los lugares donde filmar, porque en las películas independientes debes mirar cómo maximizar los fondos y tienes que buscar dónde encontrar el mejor lugar con el mejor equipo. Y mientras estábamos haciendo la postproducción de otra película con Elamedia, que es una compañía española con la que tenemos muy buena relación, y también tenemos a un amigo productor español, Andrés Rosende, nos plantearon la idea de que la rodásemos en España.
Al principio teníamos miedo por la distancia entre Estados Unidos y España, por los actores más que nada. Pero una vez que empezamos a conocer más al equipo técnico, el talento que hay en España y visitamos localizaciones, descubrimos que era un excelente lugar para filmar la película. Así que dijimos: “Vamos a hacerlo en España” y, la verdad, ha sido la mejor experiencia que hemos tenido rodando una película. El equipo técnico ha sido de primera categoría, cosa que no ocurre cuando estás rodando en los Estados Unidos en algún estado que da incentivos, y no tienes el mejor equipo técnico. Pero aquí tuvimos el mejor equipo técnico, y todos sus integrantes fueron muy profesionales, amables y muy carismáticos, y creo que la película es lo que es en gran parte gracias a la gente de España que ha participado en ella. Así que muy contentos con la experiencia.
Durante toda su primera parte la película no esconde que es una crítica contra ciertas corrientes políticas estadounidenses reaccionarias y racistas, representadas por Donald Trump y sus seguidores. ¿Era esencial para vosotros, siendo mexicanos que trabajáis en los Estados Unidos, hablar de este racismo que hay, en el caso que nos toca, contra los hispanos?
Diego: Sí, para nosotros es muy importante. Julio y yo llevamos muchos años viviendo en Estados Unidos. Fuimos allí cuando yo tenía como doce años y Julio catorce. Y nuestra experiencia en Estados Unidos, obvio cuando eres inmigrante, es que no es el país donde naciste, pero nunca nos sentimos atacados. Fue cuando Trump llegó al poder que nos sentimos atacados porque su campaña política empezó con “los mexicanos son malos”. Y eso elevó el clima social de una manera en la que sentías el racismo en el aire, literalmente. Entonces Julio y yo nos dijimos: en diez años, cuando nos preguntemos qué hicimos acerco de esto, ¿qué vamos a decir? Así que resultaba muy importante para Julio y para mí dejar marca muy fuerte. Poder decir: “Esto es lo que yo dije cuando pasó esto”. En reflejo a lo que sentimos. Nosotros nos sentimos atacados y vimos que no éramos los únicos. Creo que los latinos somos la minoría más grande de Estados Unidos y había otra mucha gente que también se sentía atacada.
Julio: Creo que Trump despertó un racismo que a lo mejor siempre ha estado ahí, pero él lo hizo aflorar y que la gente lo demostrara en público. Y de pronto se notó mucho la discriminación contra los latinos y todos los inmigrantes en sí. A nosotros como latinos no nos gustó que gran parte de su campaña nos utilizara como un arma política, no solo por ser atacados, sino por la incertidumbre de qué podría pasar, porque ya conocemos la historia y así es como empiezan los problemas contra los inmigrantes y otros grupos de personas. Como cineastas queríamos expresar cómo veíamos este tema social a través del género, que es lo que nos gusta hacer.
Diego: Justo en ese tiempo era cuando nuestra madre estaba en el proceso de conseguir la residencia y estábamos preocupados, porque no sabíamos si con Trump se la iban a dar o no.
Julio: De hecho, se paró durante un tiempo.
Diego: Y cuando sientes que hay consecuencias a estas acciones que te afectan directamente, nos dijimos que teníamos que hacer algo. Nosotros no somos gente del gobierno, ni podemos cambiar la ley, así que nos propusimos hacer una película que expresase exactamente cómo nos sentimos.
El principio de la película, donde utilizáis imágenes reales de informativos, me parece brutal, e ilustra muy bien ese momento. ¿A quién hay que culpar de ese racismo? ¿Solo a Trump, o hay más causas?
Julio: No, yo creo que no es solo Trump, sino de toda la política de los Estados Unidos. En el mismo montaje tenemos escenas de Biden y también de demócratas que también han ayudado a este racismo por conveniencia para conseguir su agenda política. Todo el grupo de la política ha usado esto como les conviene.
Diego: Y, sobre todo, el montaje del principio creo que refleja muy bien cómo la política también se convierte en entretenimiento en los canales de noticias. FOX y CNN no dejan de ser dos caras de la misma moneda. Y te das cuenta de cómo no solo Trump usó el racismo para llegar al poder, sino que los noticieros como FOX también lo utilizaban para conseguir audiencia. Es decir, agarran el racismo de la gente y lo convierten en entretenimiento para manipularla. De hecho, cuando estábamos en el proceso de editar el montaje, cada día salía un clip nuevo y diferente, hasta el límite que hubo un punto en el que nos dijimos: “Paramos, porque esto va a seguir y a seguir y siempre va a ser así”. Pero era muy importante para nosotros mostrar que no solo es Trump, sino que también Biden y Kamala Harris han dicho ciertas cosas. Y al final del día, cuando la gente no está poniendo mucha atención y no ve exactamente lo que está pasando, los latinos acaban siendo los más afectados por estas conversaciones que se utilizan, literalmente, para manipular a la gente.
Con un inicio tan político, ¿cómo fue la transición de llevar la película hacia el terror?
Julio: Ese fue un tema difícil, porque teníamos que nivelar la comedia con el terror, pero yo creo que el montaje inicial demuestra un poco el terror que se puede sufrir con esta gente, que se expresa casi como dictadores. Así que yo creo que ese montaje es parte del terror, es parte de lo que podría ser un problema muy grande, y se ve por la forma de expresarse de la gente, de los políticos. Para mí eso ya es terror.
Diego: Preguntas que cómo hicimos la transición de política a terror, y para mí la política es el terror, porque la política tiene consecuencias terroríficas como los campos de separación de familias. No es que transitemos, sino que la política se extiende y transita de forma natural hacia el terror.
Durante la escena del interrogatorio queda patente la riqueza de la galería protagonista. Creo que algunas de las respuestas que dan son de lo mejor de la película. No sé cómo conseguisteis un resultado tan feroz. ¿Os basasteis en interrogatorios reales o cómo lograsteis este efecto?
Diego: Esa parte, en cuestión del guion, era: “¿Cómo podemos introducir a los personajes y hace preguntas que les defina y que cada uno se sienta diferente en el mismo lugar?”. Era un montaje de personalidades, más que de preguntas. Y la inspiración fue una película de Edward Wright, que es diferente pero tiene un montaje así de rápido. Utilizamos ese estilo de cortar rápido de uno a otro, pero aplicándolo a nuestra película.
¿Cómo fue el proceso de casting? ¿Ya lo teníais decidido de antemano, por cómo iba a ser cada personaje, u os dijisteis “podemos adaptar este personaje a este actor”?
Julio: No, teníamos una idea de qué queríamos de casting referente a lo que llamábamos “el arcoíris de latinos”, porque queríamos representar a todo tipo de latinos, de todos los colores, nacionalidades y de diferentes lados. Pero no sabíamos quién era cada uno. Poco a poco fuimos descubriendo a los actores y adaptando el personaje que nos gustaba para ellos y que funcionara el mensaje que queríamos dar con el casting.
Diego: Fue cuando pusimos juntos a todo el grupo y vimos la química, que descubrimos cómo reaccionaba cada uno de los actores y moldeamos los personajes para que se parecieran más a ellos. Fue una evolución un poco más natural. Llegó un punto después de la primera semana de rodaje que veíamos el instinto de cada uno, lo que nos dio libertad para improvisar un poco y ver qué salía, porque había muy buena química entre ellos. Y en estas improvisaciones fue cuando encontramos que había un clima de magia, porque entre ellos mismos se elevaban unos a otros.
Cuando la película deriva hacia unos registros de terror más genérico, da la sensación de que disfrutáis con el cambio. ¿Es así?
Diego: Completamente. Lo que la gente siente cuando está viendo una película de terror es lo opuesto a lo que el equipo siente cuanto la está rodando. En una película de terror estás asustando al público con mucha sangre y eso, pero cuando lo estás rodando es lo más divertido del mundo. Echarle un cubo de sangre a alguien por encima es muy divertido. Todo el mundo se ríe y se lo pasa increíble. Por eso a mí el terror me gusta mucho, porque cuando lo estás haciendo es comedia, no terror (risas).
En cuanto al apartado terrorífico, ¿manejabais algún referente?
Julio: Siempre tuvimos la inspiración de muchas películas, como la de Jordan Peele Déjame salir, o una película antigua llamada Soylent Green [Cuando el destino nos alcance].
Diego: Para mí era El resplandor, porque toda la segunda mitad de la película tenía que transcurrir en un edificio antiguo. Pero mezclamos un poco de todas estas películas.
¿Y cómo han reaccionado los espectadores a la inclusión de elementos de comedia dentro de una película de terror y política como la vuestra, que trata un tema tan peliagudo?
Diego: Para nosotros, de hecho, lo más importante era encontrar un balance en cómo contábamos esta historia, al estar basada en una realidad incómoda de aceptar. Hay otras películas y documentales que hablan de lo mismo, de la separación familiar, y que son muy difíciles de digerir, porque son tan serias que cuesta trabajo sentarse hora y media a ver algo tan real. Sabíamos que teníamos que hacer una película que la gente la disfrutara, por lo que debíamos balancear el terror con la comedia. Para nosotros el terror y la comedia no son tan diferentes, ya que los dos tonos te piden una reacción involuntaria, ya sea asustarte y gritar o reírte. Y estas dos reacciones tienen que ver con el timing, es decir, con el momento en el que pones el susto o en el que pones la broma. Así que creo que los dos tonos se complementan y ayudan, sobre todo en el caso de la comedia, para digerir la película y, en vez de deprimirte, cuando termines la película hayas disfrutado de la historia y luego digas: “Vamos a hablar sobre este tema”, en lugar de tener una depresión por ver algo tan triste que ocurre en la vida real. Ya digo que para nosotros es muy importante que el público disfrute la película.
American Carnage se une a una serie de películas realizadas en Estados Unidos en los últimos años, como puede ser la franquicia de La purga o La caza, que mezclan el género terrorífico con el comentario político. ¿A qué creéis que se debe la existencia de esta corriente que utiliza el género para hablar de otras cosas?
Diego: El terror te permite contar cosas que ocurren en la vida real, pero al mismo tiempo te permite hacer cosas extremas. Y creo que cuando las cosas son más extremas es cuando más mensaje puedes meter, porque cuando te vas al absurdo puedes criticar más la realidad, ya que la gente se lo toma en serio, pero no tan en serio, y baja un poco la guardia. Piensa: “Ah, esto no es un documental, es para pasarlo bien”. Pero en el fondo, ya sea de forma consciente o inconsciente, sabe que es algo basado en la realidad y se pregunta: “¿Qué tan lejos estamos de esto?”
Julio: Creo que también es por el clima político que ha habido estos últimos años. Siempre ha habido este tipo de películas que utilizan el horror para el comentario social, pero últimamente ha habido un poco más porque el clima político, un poco el racismo, todo lo que está ocurriendo, sobre todo en los Estados Unidos, es lo que ha estado ayudando a que estas películas se creen y estas opiniones sean más claras en el cine.
Y en el futuro, ¿tenéis pensado seguir explorando este tipo de terror político o preferís hacer una película de terror puro y duro sin otras cortapisas?
Julio: Creo que siempre vamos a hacer un comentario social. Nos gusta hablar de ciertas cosas. A lo mejor esta película era muy política, no estamos escondiéndolo, pero en otros proyectos igual es de otra manera, y tendrá un comentario social pero no tan obvio.
Siempre trabajáis juntos, los dos escribís los guiones, pero dirige Diego. ¿Vais a seguir en el futuro manteniendo los mismos roles o te apetece también dirigir a ti, Julio?
Diego: Lo chistoso de esa pregunta es que trabajamos juntos en todo. Hacemos el guion juntos, Julio produce pero yo también produzco, aunque él lleve la voz principal, y cuando estoy dirigiendo pasa básicamente lo mismo: en todas las decisiones que tomo, Julio está a mí lado. Así que, en cierta manera, estamos dirigiendo juntos, porque tenemos una relación de hermanos y nos conocemos muy bien. Muchas veces, cuando estoy dirigiendo y hay algo que no me gusta, y no está haciendo “clic” en la escena, Julio siempre tiene la solución. Es como que me complementa. O sea, aunque sale mi nombre como director, en realidad, somos los dos en todo el proceso.
Julio: Nos complementamos porque, aunque somos hermanos, somos muy, muy diferentes. A la hora de escribir peleamos mucho, pero siempre acabamos teniendo la misma opinión, porque tenemos el mismo objetivo. Pero, definitivamente, la voz creativa siempre es Diego. Cuando dirigimos él es el que habla con los actores, el que tiene la visión creativa, el que elige el tipo de tomas, y mi opinión es un poco más complementaria. Pero yo no dirigiría sin Diego, porque no haría proyectos sin Diego.
Naldo & Javier S. Donate & José Luis Salvador Estébenez
Fotografía de cabecera: David Cortabarria Arregui