El fontanero, su mujer… y otras cosas de meter

El Fontanero Su Mujer Y Otras Cosas De Meter

Título original: El fontanero, su mujer… y otras cosas de meter

Año: 1981 (España)

Director: Carlos Aured

Productor: Manuel Muñoz

Guionista: Carlos Aured

Fotografía: Pablo Ripoll  

Música: CAM España

Intérpretes: Ricardo Díaz (Mario), Montserrat Proas (Rosa), Lina Romay (Julia), Antonio Parrilla (Fernando), Carlos Sánchez (Paco)…

Sinopsis: Mario es un fontanero que, pese a los consejos de su ayudante de aprovechar las oportunidades de ligoteo que se les presentan, se mantiene fiel a su esposa, a quien tiene por una santa. Pero cuando la descubre en plena faena con su mejor amigo, Fernando, empieza un recorrido sexual por todas las casas a las que acude a realizar su trabajo, empezando por la mujer de Fernando, Julia y siguiendo con toda clase de encuentros en grupo.

Como sabemos, la carrera de Carlos Aured ya había abordado la plasmación del sexo en la pantalla durante los años 70. Las dobles versiones de algunos de sus trabajos fantaterroríficos, así como su incursión en la comedia de temática sexual (Susana quiere perder… eso, 1977), lo convertían, cuando el cine “S” eclosionó definitivamente, en un director no ajeno a platós con intérpretes ligeros de ropa.

A finales de los 70, el cine “S” patrio presentaba por lo general historias de índole morbosa y escabrosa, pero todavía se sometía a una narración, digamos, estándar en la que los diálogos mantenían su peso, y en la que los encuentros sexuales se sucedían a lo largo del metraje como parte, que no como todo, de una trama relativamente elaborada. La llegada de los años 80 y la crecida permisividad sientan una mayor competencia entre las productoras y el esquema es claro: se incrementa (más bien se dispara) la producción a partir de películas que contarán con un presupuesto mucho menor, que requerirán que el rodaje se resuelva en cuestión de días y no de semanas, con lo que los guiones acaban teniendo pocas páginas… o ninguna. Más películas y más baratas, y un nivel de producción parecido al del porno, o casi. Economía aparte, el cambio que casa estas condiciones también afecta a la idiosincrasia narrativa y estética que podemos identificar, con esfuerzo, en estas producciones. Hablando en cristiano: por lo general, la corriente muda del drama escabroso con encuentros eróticos al blandiporno jocoso y desenfadado. Carlos Aured aterrizará en el movimiento con dos películas que sirven de buen ejemplo para ambas corrientes.

Así, La frígida y la viciosa (1980) y su trama delirante pero pretendidamente solemne estarían más cerca del primer Enrique Guevara o de Manuel Esteba, mientras El fontanero, su mujer, y otras cosas de meter (1981) se asimilaría en intenciones a las bufonadas con revolcones de un Justo Pastor al uso. Aured seguiría posteriormente en esa línea, ejem, versátil con otra historia de secuestro y sadismo (Apocalipsis sexual) y otra comedia bufa (El hombre del pito mágico), que veremos reseñadas en la Abadía próximamente. Por desgracia, no tengo ni idea de lo que hizo en De niña a mujer. ¡Que alguien le pase una copia a cerebrin!

Vamos con El fontanero, su mujer, y otras cosas de meter. Esta película no sólo basa su culto en la sonoridad de su título, sino que es una obra con tantos chascarrillos como permiten sus no muchas líneas de diálogo, y con una desvergüenza (dicho esto como cumplido) difícil de igualar por otros oscuros directores del periodo aperturista. Mario (Ricardo Díaz) es un fontanero que, pese a los consejos de su ayudante (Carlos Sánchez) de aprovechar las oportunidades de ligoteo que se les presentan, se mantiene fiel a su esposa (Montserrat Prous), a quien tiene por una santa. Pero cuando la descubre en plena faena con su mejor amigo, Fernando (Antonio Parrilla), empieza un recorrido sexual por todas las casas a las que acude a realizar su trabajo, empezando por la mujer de Fernando, Julia (Lina Romay) y siguiendo con toda clase de encuentros en grupo. Por supuesto, Rosa y Julia también aprovecharán para descubrir el sexo lésbico mientras se lamentan de la cerrazón mental de los hombres, y al mismo tiempo sus maridos arreglan sus diferencias con unos buenos copazos y discutiendo la vida sexual en grupo que les espera.

Por cierto, las dos parejas acaban hablando de formar un “cuatrimonio”, término que seguramente sugirió Lina Romay tras protagonizar un sketch similar en El sexo está loco, de Jesús Franco, ese mismo año. Todo un manual de cornamentas que, a partir de situaciones tan antiguas como la vida misma, propone un desenfadado canto a la vida sin ataduras. Y de qué manera.

Por citar algunos momentos de puro delirio, imaginad a Lina Romay (en uno de los contados papeles al margen de su carrera franquiana) recurriendo a un desatascador para resarcirse de la rápida conclusión del pobre Mario, o a un grupo multirracial de chavalas (obviamente, la negra y la china hablan como en los chistes de negros y chinos) que, para poner en situación a los fontaneros… ¡les meten aspirinas en la Coca Cola! Toda una demostración de que algunas leyendas urbanas tienen sentido. Por cierto, no os perdáis cómo esnifan las condenadas. Aunque tal vez sea el diálogo de una portera y su vecina sobre una de las muchas “víctimas” de los fontaneros lo que mejor resume el calado alegremente gañán de la peli:

-Ya tiene visita la Marta.

– Los hay con más cuernos…

– Si la que nace puta…

El primer Almodóvar hubiese firmado gustoso esas líneas. Pero El fontanero…, como habréis podido deducir, no es un dechado de virtudes. Tiene algunas, eso sí. Como comedia, es abierta y orgullosamente zafia, y no intenta ir más allá del chiste verde en momento alguno, por lo que poco podemos reprocharle: es lo que quiere ser, desde el momento en que el protagonista es alguien que se dedica a desatascar cañerías. Básico, básico. (Y además, eso de un tío con un mono azul nos hace gracia a los españoles, ahí está El currante de Mariano Ozores). Como film erótico, adopta directamente la estructura y minutaje de una película porno y se limita a prescindir de los planos clínicos, pero no de la idea de los mismos (algo curioso en escenas en las que, para que el espectador sepa qué agujeros está atacando el bueno de Ricardo Díaz, los personajes se lo comentan entre ellos). Vendría a parecerse mucho a las comedias porno francesas de los setenta, pero con dosis sobradas de desparpajo cañí. Finalmente, como producto de su época y en comparación con otras películas del momento con sexo simulado, resulta más que entretenida y esquiva el patetismo “artie” de unos y el tono cómicamente mortecino de otros. Ahí queda esa obra tan modesta como recordada, que quizás resulte el título más entrañable, y por ende reivindicable, de la etapa “S” de Carlos Aured.

Manuel Campeche

12 comentarios en “El fontanero, su mujer… y otras cosas de meter

  1. Como cada semana, ya esta aquí el dossier sobre Carlos Aured, esta vez sobre otra de las películas eróticas que rodo en pleno apogeo del cine «S». Además, con esta reseña se estrena en la web otro nuevo colaborador, el cual para mi supone todo un lujazo poder contar con él, y que se encargará de los demás títulos eróticos dirigidos por Aured, salvo de «De niña a mujer», que como bien dice él en la crítica, no la tenemos disponible. Así que si alguno de los visitantes de la página tuviera una copia, por favor, que se ponga en contacto conmigo. 😉

  2. ¡Qué película! Sin duda es la más recordada de toda la etapa ‘S’. Por supuesto, gracias al título. Porque estoy seguro de que hago una encuesta y gana por goleada (¿quizá seguida por ‘Sueca bisexual busca semental’?)
    Aured era un tipo encantador. Pero se ve, tal y como comentas, que no tenía un duro para rodar estas cosas. Por ejemplo, según comentó una vez Miguel González Sinde, no le pagó por el montaje de ‘La frígida y la viciosa’, motivo por el que no montó ‘El fontanero…’.

  3. Onvre!, ni más ni menos que el gran Paco Fox de vicisitudysordidez por aqui. Todo un honor… 😉

    El dato que dices sobre el montaje impagado de «La frígida y la viciosa» lo desconocía, pero siempre he pensado que Aured, a parte de para seguir comiendo, se lanzó a realizar estas «peliculillas» por el mono de seguir haciendo cine… algo así como lo de Jesús Franco, pero algo más comedido.

  4. Gracias por los comentarios, Paco. Ya era tarde para incluir en la reseña un dato que me diste tú: cuando hace un tiempo el canal Dcine Español emitió esta peli, las audiencias fueron requetebuenas para lo que suele dar el canal. Tampoco dije que fue la peli “S” de Aured más exitosa en salas, 400.000 espectadores y unos 70 millones de las antiguas pesetas de recaudación. Puede que todo sea por el título pero, insisto, la peli es la menos apática de las que dirigió Aured en este campo.

  5. Supongo que la teoría es muy acertada. Aured era todo un fan del cine, sobre todo el fantástico. Recuerdo una entrevista que tuve con él para el puesto de comprador de porno del Plus (en serio: la previa con la chica de RRHH fue lo más vicisitúdico de mi vida, con preguntas como ¿tienes reparos en ver a dos hombres practicando sexo?). Casi no hablamos de cine X y nos tiramos todo el rato charlando de terror clásico. El tipo sabía bastante. Lo que supongo que no quita que le gustara secundariamente las tetas y los chistes verdes. Como a todos.

  6. Campeche: así, de memoria, creo que hizo más de un 200% más de la media del canal. El resto de cine S que pusimos posteriormente nunca se acercó a estas cifras, ni siquiera otras de título simpático.

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