Entrevista a Madelyn Most

Una de las grandes protagonistas de la primera edición del Salón de Cine y Series Cinecon, celebrada entre los pasados 24 y 26 de mayo en el Cuartel de Artillería de Murcia, fue la saga «Star Wars». A su destacada presencia en la exposición de elementos de rodaje originales «Making Movies» y la numerosa concurrencia de asistentes ataviados como personajes de la popular franquicia, se le unió el número de actividades y charlas que giraron en torno al universo creado por George Lucas. Fue el caso de la impartida por el coleccionista cinematográfico estadounidense Gus Lopez, o la de «La fosa del rancor», en la que los miembros del especializado podcast repasaron los proyectos audiovisuales de Disney para la franquicia a corto y medio plazo.

Cómo no podía ser de otro modo en un evento que hizo hincapié en la reivindicación del trabajo que se esconde tras lo que aparece en la pantalla, tampoco faltó a través de sus respectivas conferencias del testimonio de profesionales que han participado directamente en su realización, ya fuera de forma tangencial dentro del repaso a sus carreras, como hicieron el productor Peter Beale o Peter MacDonald, director de la segunda unidad en El imperio contraataca, en la que se encargó, entre otras cosas, del rodaje de la mítica Batalla de Hoth; o de forma íntegra, variante representada por Madelyn Most, asistente de cámara en el rodaje de las dos primeras entregas de la saga cronológicamente hablando, quién hablo de forma pormenorizada de su trabajo en el set. Minutos después de finalizar la charla, pudimos hablar con ella acerca de su experiencia en la creación hace mucho tiempo de una galaxia muy, muy lejana.

Madelyn junto a Rubén Jiménez Brinquis, organizador de Cinecon, durante la charla en la que la antigua asistente de cámara repasó su trabajo en los episodios IV y V de «Star Wars»

¿Cómo entraste a trabajar en La guerra de las galaxias? 

Tenía un grupo de mujeres y una noche estábamos juntas. A las nueve llamé a mi booking service, que es una especie de agencia que se necesita en Inglaterra para poder trabajar y que la gente sepas cuando estás libre. Me dijeron que me habían llamado de Sheperton y que me pusiera en contacto con ellos. Les llamé y me citaron en los estudios a las siete y media del día siguiente. Aunque los estudios Sheperton estaban muy lejos y yo no tenía coche, fui en bus, caminando, en un tren y en otro bus hasta que llegué allí a las siete y media. No sabía a lo que iba y tampoco conocía nadie. Por cierto, que me recordó lo grande que era aquel estudio. 

La guerra de las galaxias era una película muy diferente a lo que se hacía entonces, hasta el punto de que George Lucas tuvo muchas dificultades para producirla por este motivo. ¿Cómo era tomada la película dentro de la industria? 

Sí, era muy extraña, sobre todo para mí. Tras estudiar en la escuela de cine había trabajado en películas pequeñas, documentales, pero no en estudio. Era mi primera vez en un estudio tan grande y con tanta gente. Además, había siete cámaras, cuando normalmente hay solo una. Había tres Arris, dos Panavision y el gran monstruo, una cámara de VistaVision. Yo tenía que bajar la película de siete magazines, era increíble tener que hacerlo, y rellenar los papeles. Era un mundo diferente. A las siete o a las ocho de la tarde, tenía que bajar el negativo de la Arri, la Panavision… Tenía que prepararlo y meterlo en los canastos para que lo llevaran al laboratorio. Pero había como nueve, diez magazines, por lo que estaba allí hasta las diez de la noche, ya que yo no sabía hacer los papeles. Peter [MacDonald] me decía que tenía que aprender cómo escribir muy correctamente sin cometer un error, ya que esos documentos eran oficiales, después los iban a mirar en la oficina para ver cuánto se había consumido de película. Y el lavatorio también los tenía que revisar. Así que tenía que escribir todos detalladamente en esas hojas.

Madelyne dando indicaciones sobre una foto de rodaje de «La guerra de las galaxias» durante su charla en Cinecon

¿Cómo era George Lucas dirigiendo? 

Por lo que le observé, George no hablaba nada con los actores. Como yo también soy americana como él, George estaba con nosotros, conmigo y con Jeff. A las seis y media, si íbamos a continuar dos o tres horas de rodaje más, tenía que repartir los sandwiches. Recuerdo que un día fui a George, y aunque no hablaba con él, le dije: «George, ¿quiere esto? No es muy bueno para su salud, pero si lo quiere…» Yo sabía que había una fricción con Gilbert [Taylor, director de fotografía] y el resto del equipo inglés, que para mí eran muy snob y necios, y no respetaban a George. Yo lo sabía, aunque no decía nada. Así que dejé a George solo, para no molestarle, y me fui a la sala de edición a molestar. Como sabes, la montadora era la esposa de George, Marcia [Lucas], que era un poco más abierta. Yo era una asistente novata y tenía muchas preguntas, y Marcia me respondía. Y eso para los ingleses no se hacía. Nunca, nunca debía hablar con George o Marcia, sin embargo yo lo hacía. 

En el reparto de la película hay un actor por el que tengo una gran debilidad. Me refiero a Peter Cushing ¿Cómo era en el set? 

Yo sabía que era un actor muy importante y yo hablaba con él. La regla para un asistente en el set era que no hablaras con los actores. Solo podías hablar con ellos si hablaban contigo. Y la regla más importante era que no habláramos con Alec Guiness. Pues bien, un día estaba sentado en el set y yo estaba a su lado esperando para hacer mi trabajo. Después de un momento me miró y le dije: «No puedo hablar con usted». Él me respondió: «¿Por qué no puedes hablar conmigo?» «Es una regla y no puedo…» Yo tenía mucho respeto por Alec Guiness, claro, Además, a los asistentes nos enseñan que los actores están siempre aprendiendo sus líneas y concentrándose en su personaje, por lo que no hay que molestarlos. Tienes que hacer como si fueran invisibles. Pero cuando los actores se aburen te preguntan qué tal estás y demás.

Varias escenas rodadas originalmente se quedaron fuera del montaje originalmente estreno y no han sido recuperadas hasta varios años después gracias a las nuevas versiones del film. ¿Hubo muchas escenas que se rodaron y no se han visto todavía?

Creo que sí, pero no sé mucho. Eso lo tendrías que hablar con Paul Hirsch o Marcia [montadores del film]. Sé que, por ejemplo, en El imperio contraataca había muchas, muchas escenas y muy buenas que se quedaron fuera. Espero que algún día veamos un director’s cut que incluya todo lo que se rodó, porque había escenas muy, muy interesantes. Es cosa de los distribuidores, que no querían una película que durara más de dos horas. Sin embargo, ahora creo que con los fans que existen de Star Wars podría hacerse un director’s cut o algo por el estilo que fuera más largo. Como digo, sé que había escenas increíbles, como la del wampa u otras que rodó Peter [MacDonald] con la segunda unidad en Noruega.

Dado el hito que supuso La guerra de las galaxias, cuando rodasteis El imperio contraataca ¿había más presión?

Mucha presión. En La guerra de las galaxias yo estaba muy feliz porque era como una asistente, pero en El imperio contraataca fue un trabajo real. En esta ocasión era el equipo que había tenido Kubrick en El resplandor, y eran muy serios. Nunca tenían una sonrisa, nunca. Yo no estaba cómoda con ellos. En mi familia todos son médicos, cirujanos y cosas así, pero no estábamos haciendo cirugía craneal, sino un film. Pero los ingleses son así; son muy serios y, además, tenían problemas entre ellos. Así que yo tenía que olvidarme de todo y concentrarme en mi trabajo.

Imagino que también influyó el cambió de director que se produjo, ya que en esta segunda parte Lucas cedió la realización a Irvin Kershner… 

Irvin Kershner fue maravilloso. Era fantástico y muy abierto con todo el mundo. Naturalmente con los actores más, ya que Harrison [Ford] no estaba contento con sus diálogos. Tampoco Carrie [Fisher] no estaba contenta con sus líneas, porque su personaje parecía como bobita. Ella no quería hablar de esas tonterías, era ridículo. Tenía a su amiga Lynn Goldsmith, que era un fotógrafa muy importante, viviendo con ella en de casa de uno de los miembros de los Monty Python. Y yo estaba ahí. Por la noche hablábamos que las mujeres no decían eso, no tenía respeto, no somos bobas. Eso empujó a Carrie para que fuera a hablar con Kershner. Pero él no tuvo en cuenta esta crítica y no quiso cambiar sus diálogos. En cambio, con Harrison creo que sí que lo hicieron. Pero con Carrie no, así que tenía que decir esas cosas. Y fue porque George escribió una princesa que dice las cosas así. Recuerdo que en la primera película yo decía que los diálogos de la princesa eran anticuados, como si fueran los de un cómic de los años cincuenta. Son un poco estúpidos.

Madelyne haciendo a cámara la señal de claqueta durante el rodaje de «El imperio contraataca»

Cuando se rodea la segunda película se sabía que se iba a hacer una tercera. ¿Se llegó a adelantar algo del rodaje de cara al siguiente film? 

Sí, sí se sabía, pero no pensábamos en ello. En lo que yo al menos pensaba era en sobrevivir. Cada día era un desafío. Mi marido se encontraba fuera y yo estaba sola y tenía problemas con mi equipo, con hombres que decían cosas horribles. Por ejemplo, Chris Tanner [asistente de cámara] me llamó cosas muy feas. Y yo le decía a Chris Menges [director de fotografía de la segunda unidad]: «Chris, ¿pero qué coño? Me está llamando pussy e idiota». No podía desahogarme por la noche. Mi marido estaba lejos y tenía que tomarme las cosas con mucha calma. Coincidió en que mi padre tuvo un ataque y estaba en un hospital en Nueva York, y fui a visitarle durante unos cuántos días. Total, que se me juntaron muchas cosas y solo pensaba en sobrevivir.

Mi marido Michael [J. Davis, director de fotografía] estuvo conmigo por la noche, al principio de la película. En ese momento el director, Marcel Ophus, estaba viviendo en nuestra casa, porque estábamos preparando un film que se llama Hotel Terminus Barbie, sobre el criminal nazi Klaus Barbie. Era una casa grande, con un jardín. Y cuando salía a las 7 de la mañana, tomaba el café con Michael y Marcel, y por la noche cenábamos juntos. Pero cuando estaba sola, era yo contra todo el mundo, contra todo el equipo, y me daba mucha pena. Estaba un poco triste.

¿Tuvo que ver esta situación para que no participaras en la tercera entrega de “Star Wars”, o fue porque cambió el director de fotografía?

Si no me equivoco, El imperio contraataca salió en 1980. Y ese mismo año fue cuando Margaret Thatcher se presentó a las elecciones. Yo le decía a Michael, que entonces todavía no era mi marido, pero vivíamos juntos, que podría casarme con él, pero que me iba a ir de Inglaterra, porque no pensaba vivir bajo un gobierno presidido por Margaret Thatcher, que era una bruja. Entonces Michael me propuso irnos a Nueva York. Y eso fue lo que hicimos. Nos casamos en Francia y después fuimos a Washington para trabajar con Marcel Ophus y filmar durante cuatro días a Jimmy Carter y después a Reagan. Y estando en Washington le dije a Michael que nos quedáramos allí y no volviéramos a Inglaterra. Así que dejamos la casa, los coches y todo lo que teníamos en Inglaterra, y desde ese día nos quedamos a vivir en Nueva York. Tenía cerca a mi familia, y aunque teníamos que entrar en las asociaciones profesionales, teníamos muchos créditos, un background, y como en dos semanas estábamos trabajando dentro de la industria del cine en Nueva York. Así que, definitivamente, no regresamos a Inglaterra. Y por ese mismo motivo no participé en la tercera película de “Star Wars”. Estaba trabajando con Michael en muchas películas en Nueva York y me olvidé de “Star Wars”.

José Luis Salvador Estébenez

Fotografías: Javier Ramos

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