Crónica de la 13ª edición del Atlàntida Mallorca Film Fest

El pasado 24 de agosto se dio por finalizada la edición online del Atlántida Film Festival en la plataforma Filmin, tras la semana presencial que se desarrolló en Mallorca entre el 24 y el 31 de julio. El jurado de la Sección Oficial Internacional estuvo compuesto por los actores Vicky Luengo, Carlos Cuevas y Omar Ayuso y los tres jóvenes estudiantes Pau Amer, Ainhoa Cuevas y Caterina Llabrés, mientras que el de la Sección Oficial Nacional estuvo formado por Susi Gómez, Sergi Caballero y Pep Girbent. Durante la ceremonia de clausura se otorgaron los siguientes premios y galardones:

Premio Dama Agustí Villaronga a la Mejor Película Nacional: Sueños y pan de Luis Soto Muñoz

Mención especial: Las chicas están bien de Itsaso Arana 

Premio a la Mejor Película Internacional: Safe Place de Juraj Lerotic

Mención especial: Falcon Lake de Charlotte LeBon

Premio de la crítica: Aurora’s Sunrise de Vincent Le Port

Premio del público: Passages de Ira Sachs

Premio Master of Cinema del AMFF: Irène Jacob 

En su decimotercera edición el Atlántida ha continuado con su dinámico planteamiento que ofrece en un amplio abanico de secciones obras de distinto talante y origen, pero que podríamos catalogar de manera global como un cine con inquietudes, aunque éstas se manifiesten de manera variopinta y con resultados desiguales. Sin apartarse de su línea arriesgada y valiente, quizás este año se detecta un ligero descenso en la calidad global de las películas presentadas a competición, aunque este detalle queda ampliamente subsanado gracias a la riqueza de su programa y la multitud de obras interesantes presentadas en las secciones paralelas. Además de las secciones habituales, este año se incluyó una estimulante y exhaustiva retrospectiva sobre el realizador alemán Rainer Werner Fassbinder con la difusión de su filmografía integral, incluyendo sus series televisivas, algunas de ellas de difícil visionado.

Vayamos pues a desgranar algunas de las obras presentadas en el festival, tratando de poner en perspectiva unas con otras al hilo de temáticas, estilos u otros aspectos que las determinan.

Comenzaré abordando Safe Place, la película croata que se alzó con el Premio a la Mejor Película Internacional, una especie de road movie que mezcla laboriosamente el análisis de una enfermedad mental con elementos de suspense y unas cucharadas de paranoia. La dirección de Juraj Letoric es discreta pero eficaz, con un equipo de actores solventes que aportan credibilidad al conjunto. Tras un inicio interesante, el film se va desinflando progresivamente en un desarrollo gris y que no termina de cuajar del todo.

«Aurora’s Sunrise»

Mucho más impactante resulta Aurora’s Sunrise de Inna Sahakayan, un estupendo film de animación que presenta la alucinante historia real de Aurora Mardiganian, una superviviente del genocidio armenio al alba de la Primera Guerra Mundial que acabó convirtiéndose en la protagonista de una película basada en su propia vida, Auction of Souls, un film mudo que desapareció misteriosamente tras haber sido todo un blockbuster en el momento de su estreno. Sus impresionantes vivencias son relatadas a través de los recuerdos de la propia actriz, ya anciana y de los fragmentos auténticos del film encontrados milagrosamente en 1994, todo ello entrelazado gracias a un trabajo de animación de gran sentido poético. Una película sensible, emocionante y de gran valor histórico y social.

No fue éste el único film de animación presentada en el Atlántida: Nayola es otra obra redonda, apoyada en una fuerte dramaturgia que nos relata la historia de tres mujeres de generaciones diferentes unidas por un lazo familiar y por los terribles acontecimientos de la Guerra en Angola, navegando con fluidez y buen pulso entre el terreno mitológico, la reconstitución histórica y un emocionante relato humano que consigue atrapar desde el inicio. Se trata del primer largometraje de animación de Jose Miguel Ribeiro y la primera producción animada de la industria cinematográfica portuguesa, adaptación de la obra de teatro A Caixa Preta (La caja negra), de Jose Eduardo Agualusa y Mia Couto.

«La vida de Charlotte Salomon»

Casi de film de animación podríamos hablar al aproximarnos a La vida de Charlotte Salomon, vista la enorme fuerza visual y la preponderancia que se otorga en este film a la obra de la citada y malograda artista. Estamos frente a una impresionante reconstrucción de la vida y obra de Salomon a través de una narración que va desgranando los capítulos de su azarosa vida y los vaivenes emocionales de una infancia y juventud marcadas por varios decesos en su familia y por el implacable ascenso nazi que desembocaría en los trágicos acontecimientos que todos recordamos. Joseph Curran y Dominic Aubrey de Vere poseen un patente dominio de los códigos narrativos, mezlando distintos resortes que mantienen siempre el foco en el expresivo y particular estilo pictórico de la artista, que desgraciadamente sigue siendo todavía muy poco conocida.

Volvemos a la Sección Oficial para abordar uno de los temas recurrentes en la andadura del festival: el protagonismo centrado en personajes que evolucionan por ese tortuoso camino que lleva de la infancia a la juventud, pasando por la problemática adolescencia. Numerosas han sido las películas presentadas que se han concentrado en un protagonismo juvenil, aportando un carácter fresco y estimulante, aunque es necesario hacer un detenido análisis de este fenómeno que puede revelarse un arma de doble filo.

«Dalva»

Una obra como la francesa Dalva, dirigida por Emmanuelle Nicot, dibuja un retrato certero y sensible del recorrido de una niña que ha vivido en su piel un incesto del que todavía no es consciente. La puesta en escena es simple pero eficaz y la extraordinaria interpretación de la joven actriz se revela como su mejor baza, el elemento esencial que por sí solo aporta al film su fuerza, su impacto y su credibilidad, algo que lo diferencia de otras propuestas similares vistas en este mismo festival.

«Chiara»

En el lado contrario debemos situar a Chiara, de la italiana Susanna Nicchiarelli, que igualmente se apoya en un personaje juvenil (en este caso la figura de Clara de Asís), pero que fracasa, precisamente, por una poco elaborada dirección actoral que abandona a su protagonista en un estilo monocorde y aburrido. El conjunto adolece además de una reconstrucción histórica poco creíble y una dirección artificiosa que elabora un estilo poético muy forzado, aunque no se le puede negar algún que otro momento de cierto lirismo bien conseguido.

«Neon Spring»

Igual de deficiente es Neon Spring, film procedente de Letonia con muchas pretensiones y un resultado francamente mediocre. En contraste con Dalva, aquí su mayor lastre es la chica protagonista, una joven actriz de rudimentarios recursos dramáticos que se revela incapaz de mantener una película sobre sus espaldas. El film alterna entre un moralismo obvio y trasnochado y el retrato muy poco conseguido de la vida nocturna y fiestera juvenil, tratando de justificar los excesos a los que la chica se ve abocada por su problemática familiar. También resulta prescindible La herida luminosa, un cortometraje de Christian Avilés ganador de un premio en Berlín que, sin embargo, articula una innecesaria mistificación de la adolescencia guiri veraneando en España.

«Pensive»

El nivel baja todavía más con Pensive del lituano Jonas Trukanas, una cinta incomprensiblemente escogida para la Sección Oficial. Estamos ante un slasher mediocre y repetitivo que se estira interminablemente mientras van eliminando a sus insoportables jovenzuelos para acabar aportando nada en absoluto. También podemos catalogar de pseudo-horror a la cinta austriaca Family Dinner de Peter Hengl, una película que comienza con buen pulso y una buena atmósfera pero que se va desinflando según avanza su trama, incapaz de renovar su propuesta, aunque cabe señalar que el nivel interpretativo y de dirección es bastante superior al de las cintas antes mencionadas.

«Delegation»

Afortunadamente el vuelo remonta sobremanera con un film mucho más conseguido, completo y original, January de Viesturs Kairiss, quien dirige un honesto drama semi-autobiográfico retratando con sensibilidad la situación de un joven que quiere ser cineasta en Letonia. Consigue trasmitir con acuidad y sensibilidad la gestación de un talento cinematográfico mientras se debate con su propio crecimiento personal y la situación geopolítica en la que su país se encuentra. Thunder es un curioso e interesante film suizo dirigido por Carmen Jaquier sobre el despertar sexual en una aldea de principios de siglo. Es un tanto manierista, pero posee una notable fuerza visual y su actriz protagonista hace un estupendo trabajo, algo que, como ya hemos mencionado, no se puede decir de todos los jóvenes intérpretes presentes en este festival. Siempre en torno a la juventud podemos recomendar la israelita Delegation dirigida por Asaf Saban, una interesante pero poco mordaz pintura impresionista sobre un grupo de estudiantes israelitas de viaje por Europa para sensibilizarse sobre el pasado del Holocausto. Minimalista y con sentido de la observación, aunque el resultado acabe siendo poco punzante.

«Beautiful Beings»

Muy recomendable es Beautiful Beings, poderoso film del islandés Guòmundur Arnar Guòmundsson que retrata de manera certera, lúdica y sensible a un grupo de adolescentes atrapados entre su situación personal y familiar y una fascinación por la violencia que está haciendo estragos en la sociedad en la que viven. La fuerza de la película radica en su obvio conocimiento del terreno que delimita, una increíblemente ajustada interpretación de los actores y los despuntes metafísicos y fantásticos que elevan el relato por encima de la media de películas de corte similar.

Dejando atrás las temáticas juveniles, hablaré a continuación de algunas de las películas que abordaron cuestiones sociales.

The Gravity, del francés Cédric Ido, es un buen retrato de la tan denostada periferia francesa y su director describe un microcosmos realista y de carne y hueso, aunque la película adolece de algunos fallos que impiden su despegue completo para convertirse en una gran obra. Uno de sus aspectos más interesantes es la manera en la que utiliza las capacidades de sus protagonistas (dibujo, deporte, facilidades con la mecánica) para desarrollar el guion de manera original. Interesante también el concepto astrológico que consigue elevar la película a un nivel superior y conciliar a todos los personajes.

Mucho más adocenada resulta la cinta polaca Los límites del amor, un olvidable drama intimista de obvio carácter autobiográfico dirigido por Tomasz Winski, quien también interpreta el personaje principal masculino. Aquí se trata de abordar en profundidad la problemática sentimental, emocional y sexual de la pareja, pero observándolo todo desde una perspectiva un tanto moralista donde el sentido de culpa es amo y señor. La narrativa es convencional y el relato avanza sin muchas sorpresas hasta llegar al colofón de la historia, o sea el título de la película, erigiéndose casi como una declaración de principios.

El fin de Eichmann dirigida por Jake Paltrow se apoya en un momento histórico de gran impacto para ir elaborando un relato humanista que engarza a distintos personajes. Es un esforzado pero algo indigesto drama que elucubra sobre la ejecución de Eichmann, el hombre responsable del genocidio judío, pero que de alguna manera no alcanza la garra necesaria para tratar un tema tan delicado. Por su parte, la francesa Brillantes de Sylvie Gautier propone un drama social sobre un grupo de limpiadoras que alberga buenos momentos. Aunque presenta un cuadro de personajes interesantes, patina en la dirección de actores, dejando un resultado desigual con momentos de una cierta fuerza dramática y otros de escasa convicción.

De cierto impacto resulta la cinta kazaja Happiness. En ella, su director, Askar Uzabayev, nos presenta un drama que explora varios temas con cierto flegmatismo: la típica familia disfuncional, el maltrato conyugal, la alienación social… Muy desigual, con muchos lugares comunes y excesivamente larga, goza no obstante de algunos momentos de gran fuerza, y las escenas de violencia doméstica son sin duda algunas de las más escalofriantes jamás plasmadas en una pantalla.

To the North, del rumano Mihai Mincan, se apoya en un punto de partida de gran actualidad, la inmigración clandestina, relatando la peripecia de un joven escondido en un transatlántico que surca los mares. El aspecto social queda rápidamente eclipsado por un planteamiento de thriller, con su director cayendo en la trampa habitual de alargar el film de manera excesiva, confundiendo tensión e intensidad con ritmo plomizo y estirado, y empeorando el asunto con una galería de personajes que no atrapan ni convencen.

«Vera»

Iré ahora poco a poco derivando hacia el género documental, muy presente en el Atlántida gracias a un gran ramillete de obras. Para aproximarme a él lo haré con la peculiar Vera, una curiosa mezcolanza híbrida de docu-ficción, reality y narrativa melodramática difusa. Dirigida por Tizza Covi y Rainer Frimmel, la película consigue captar permanentemente la atención gracias a su estilo y su narrativa. Su mayor baza es, obviamente, su protagonista principal, la actriz e hija del mito italiano Giuliano Gemma, eternamente a la sombra de la figura de un padre de la que no ha sabido o no ha podido zafarse para desarrollar una vida autosuficiente. El personaje es fascinante, tierno y desarmante, y los directores hacen uso de un intermitente tono neorrealista que puede resultar un tanto desestabilizador para un espectador necesitado de un estilo más preciso, aunque ésto no desvirtúa en absoluto su calidad global.

«Liv Ullman»: el camino menos transitado»

Con Prejuicio y orgullo de Eva Beling entramos ya de lleno en la estructura del documental clásico, en este caso con un interesante y agudo análisis de la representación de la cultura LGBTQI en la historia del cine sueco. Cuajada de extractos de películas y numerosas entrevistas que van punteando el análisis, se convierte de inmediato en una obra de referencia para la historia del cine nórdico. Y ya que hablamos de cine sueco, no podemos ignorar el espléndido documental Liv Ullmann: el camino menos transitado, que se aproxima a la carrera de Liv Ullmann con profundidad a lo largo de tres episodios. Su mayor logro es haber sabido concentrarse en la personalidad de la actriz y directora sueca, apoyada por la transparencia de la propia Liv a la hora de evocar los pasajes principales de su trayectoria. Otro de sus grandes aciertos es haber dedicado cada capítulo a un aspecto y un tema determinado de su vida y carrera. Un documental muy inspirado y que también logrará inspirar a muchos espectadores amante del cine.

«Igor Levit: sin miedo»

En el extremo opuesto nos encontramos con otra obra que aborda la vida de otro artista, en este caso la de un virtuoso pianista de origen ruso y renombre mundial: Igor Levit: sin miedo. Lamentablemente, este documental de Regina Schilling se pierde en su propia indefinición e incertidumbre con respecto al material que trata. Pretende abarcar toda una serie de temas: traumas infantiles, perfeccionismo, adicción al trabajo, desarraigo, identidad personal (…), sin decidirse ni profundizar en ninguno de ellos. Insuficiente también es en su apartado musical al fragmentar en exceso las diferentes prestaciones del artista, aunque su peor defecto es no haber podido atravesar la impermeabilidad de Levit, manteniéndose en una especie de fascinación primaria con respecto a un artista de indiscutible talento. Allí donde el documental sobre Liv Ullmann sabe trascender el arte de la actriz y abrirse al mundo creando una estimulante inspiración, la obra de la Schilling no supera el estatus de un objeto ciertamente curioso, pero también egocéntrico, nombrilista y elitista.

«Cryptoqueen»

Cryptoqueen de Johan von Mirbach nos sumerge en un mundo en las antípodas de la creación artística para narrar la extravagante historia de Ruja Ignatova, una de las mayores estafadoras de la historia que edificó una gigantesca estructura criminal entorno a una nueva criptomoneda y cuyo paradero desconocido sigue siendo un misterio a día de hoy. Un documental de factura convencional, pero eficaz, que relata una increíble historia fruto del salvaje capitalismo de la sociedad en la que nos vemos inmersos.

Y saltando al terreno de la literatura, quizá sea interesante para los aficionados acercarse a Elfriede Jelinek, el lenguaje desatado, un pertinente e incisivo documental de Claudia Müller que rememora el recorrido humano y personal de la escritora y dramaturga, comprometida desde siempre con una mirada crítica, ácida y punzante sobre su Austria natal, un país ensombrecido por los fantasmas del pasado y que no le ha perdonado nunca haber ganado un premio Nobel con el turbio retrato que realizó de él. Su extensa y espectacular obra literaria sí que ha gozado por el contrario de una notable repercusión y reconocido prestigio a esfera internacional. Otro documental que aborda la obra y la personalidad de un nombre igualmente conocido y prestigioso en el mundo literario es el que nos ofrece Davide Ferrario en Umberto Eco, la biblioteca del mundo. No obstante, más que trazar la semblanza del autor, debemos subrayar la capacidad del documental para transmitirnos la pasión por la lectura y la inacabable sed de conocimientos del filósofo y escritor fallecido en 2016.

Y volviendo de nuevo a la ficción, mencionaré de pasada Inland del británico Fridtjof Ryder, que decepciona con una propuesta de aires lynchianos que confía demasiado en sus personajes y el entramado emocional que les define, pero que no consigue evitar la morosidad y la banalidad en su recorrido. La pintura costumbrista acaba convirtiéndose en un lastre considerable y nos hace añorar el estilo directo y preciso de un Ken Loach. Pink Moon es una curiosa comedia negra que aborda el tema de la eutanasia y la muerte por elección a través de un mordaz retrato familiar dirigido por Floor van Der Meulen. Desgraciadamente, la película no se mantiene a la altura de su promesa inicial, y tras un comienzo estimulante, va derivando poco a poco hacia un melodrama blando y previsible.

«Lola»

El realizador y ex-bailarín Damien Manivel presentó Magdala, una curiosa propuesta en la que se sirve de la imponente figura de la también bailarina y coreógrafa Elsa Wolliaston para dar su versión sobre los últimos días de la María Magdalena de las Escrituras. Film ascético, silencioso y voluntariamente poético que se pierde un poco en su propio planteamiento excesivamente sensorial. Igualmente curiosa, aunque totalmente diferente, es Lola del irlandés Andrew Legge, una muy original propuesta que utiliza una estética y una ambientación retro para desarrollar una delirante trama que mezcla la Segunda Guerra Mundial con una máquina del tiempo que permite cambiar los eventos históricos. Propuesta inteligente e imaginativa que, aunque no desarrolla a fondo su potencialidad, supone un auténtico soplo de aire fresco en el festival.

Y ya para terminar mi recorrido por el Atlántida, hablaré de algunas de mis preferidas de entre todas las obras presentadas, comenzando por Leonora Addio, estimulante debut en las pantallas de Paolo Taviani como realizador independiente tras el fallecimiento de su hermano Vittorio, al que dedica la cinta. Esta es una verdadera lección cinematográfica de la que muchos de los directores participantes en este festival deberían tomar nota. Taviani se muestra seguro, inteligentemente contemplativo, juguetón y siempre demostrando una maestría elegante y sobria en la puesta en escena. Es igualmente admirable su capacidad para abordar la dirección de actores a través de diferentes registros en un film que posee una gran riqueza dramatúrgica y un ligero aire crepuscular.

Deja de decir mentiras, del francés Olivier Peyon, es una película de una fuerza serena en la que se abordan varios aspectos alrededor de una historia de amor homosexual, con un escritor regresando años después al pueblo de su infancia donde mantuvo una intensa relación clandestina con un compañero del instituto. De estilo tradicional, sorprende en su desarrollo, ya que acota de manera certera aspectos como la afirmación y la construcción de la personalidad o las relaciones humanas y familiares, todo ello salpicado con un delicioso sentido del humor y una reflexión sobre la aptitud del ser humano para avanzar o estancarse en el camino.

«Norwegian Dream»

En Norwegian Dream de Leig Ivor Devold también se habla de una relación homoerótica con una historia un tanto banal que se redime por su capacidad de observación, una buena interpretación de su protagonista y la capacidad de introducirnos en una problemática humana sobre los límites de la auto-afirmación, la coherencia y los factores que pueden llevar a la traición y al cambio de chaqueta. La línea, película de la suiza Ursula Meier, describe de manera incómoda el cuadro familiar alrededor de dos figuras femeninas en un conflicto permanente y que no parece tener fin, abordando de manera delicada pero potente el tema de las agresiones, el desequilibrio emocional y la incomunicación familiar. La dirección de actores es magistral, con mención especial para el trabajo de Valeria Bruni-Tedeschi.

«Home Invasion»

Cambiamos totalmente de tercio con Home Invasion de Graeme Arnfield, una alucinante propuesta que se apoya en un original relato conspiranoico/pseudo-documental/voyeurístico y que mezcla elementos narrativos, didácticos, elucubraciones y hasta hechos históricos, todo ello a través de imágenes que percibimos tan solo a través de una mirilla. Navegamos pues entre ficción, realidad y reconstitución visual con una obra que consigue inquietar y hacer reflexionar sobre el grado de alienación al que como sociedad estamos sometidos. Muy recomendable.

«The Ordinaries»

The Ordinaries, de la alemana Sophie Linnenbaum, es, sin duda, una de las mejores sorpresas del festival. Inteligente, lúdica, divertida e impactante, esta historia se sirve de los recursos y del lenguaje puramente cinematográficos para relatar una especie de fábula distópica que se presta a varias lecturas, y que no olvida su planteamiento de puro entretenimiento para ahondar en los mecanismos de una sociedad que nos recuerda a los del pasado y nos anuncia los de un posible futuro. Una obra original, sorprendente y dinámica.

Igualmente estimulante, a la par que misteriosa, resulta La montaña, del francés Thomas Salvador, que comienza como un viaje iniciático de un anónimo urbanita parisino que decide abandonar su vida anterior para abrazar con fervor una inusitada atracción por el alpinismo y por una montaña en particular, en una absorbente aventura espacial y visual que se adentra inesperadamente en el terreno del fantástico y de lo metafísico, sin perder nunca de vista la línea narrativa. Se aprecia y se agradece el profundo conocimiento de Salvador sobre el apartado técnico del alpinismo, que incide en un aspecto contemplativo de gran fascinación si uno es amante de la naturaleza.

Y aquí termina mi periplo buceando por las aguas de la decimotercera edición del Atlántida Mallorca Film Fest, no sin antes aprovechar para felicitar a los programadores por ofrecer una estimulante y variada programación sin prejuicios y rebosante de ideas, algo que los espectadores amantes del cine sin duda alguna agradecen.

Naldo

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