Año: 1984 (España)
Director: Jesús Franco
Productor: Jesús Franco
Guionista: Jesús Franco
Fotografía: Juan Soler
Música: Julián Sacristán
Intérpretes: Eva León (Alida), Antonio Mayans (Inspector Carlos Fernández), Lina Romay (María), Analía Ivars (Silvia Maderos), Trino Trives (León Maderos), Tony Skios (Raúl Sebastián), José Llamas (Andy Sebastián), Jesús Franco, Juan Soler [acreditado como Juan Cózar] (Ramiro), Juana de la Morena, Flavia Hervás…
Sinopsis: En un pueblo pesquero aparece el cadáver de un hombre con un tiro en la cabeza. Las investigaciones llevan al comisario local hasta una isla habitada por dos hermanas muy particulares que regentan un local de paso.
Entre las costas de Murcia y las playas de Almería rodaría Jesús Franco este violento dramón con tintes eróticos y de comedia, que sería una de las cinco películas que éste realiza en 1984 -según Carlos Aguilar, ya que consultando en el libro de Diego Canós, Jess Franco: Una cámara y libertad, escrito en base a conversaciones con el propio realizador, ese mismo año dirigiría un total de doce filmes-, esta vez con su productora Manacoa films. En esta ocasión Lina Romay no se encarga de realizar el papel principal, el cual recaería en Eva León, actriz que aquel mismo trabajaría con Franco en Les amazones du temple d’or y El abuelo, la condesa y Escarlata la traviesa, desempeñando en ambas roles secundarios.
En la película, León regenta una cantina o burdel, en una isla abandonada en la que vive con la única compañía de su hermana retrasada y muda, a la que encarna Romay en un papel digno de Oscar, mostrándose como actriz todo terreno, al margen de su especialidad, los personajes eróticos, a los que nos tenía acostumbrados. Una pena que el trabajo de ambas, ya que también Eva León está perfecta, con una garra y una potencia explosivas, se vea ensombrecido por el doblaje empleado a falta de sonido directo.
Un doblaje por cierto, que a veces es utilizado de manera totalmente cómica, ya que Franco, que tiene un papel en el filme, es el que dobla a uno de los personajes, interpretado por el director de fotografía Juan Soler, mientras que otro actor es el que lo dobla a él en un guiño totalmente gamberro del realizador. Dicho doblaje es usado además en plan chapucero en una secuencia en la que se explica la leyenda de la isla en la que viven las dos hermanas y en la que ha muerto un aldeano. El actor, en este caso Franco, apenas mueve la boca mientras el doblaje lo explica con todo lujo de detalles.
A pesar de todo, y dejando lo mencionado a modo de anécdota, el filme, aunque tiene un ritmo lento, con intermedios musicales repetitivos- el bello tema creado para la película por Julián Sacristán e interpretado por Isabel Sáenz de Tejada se repite hasta la saciedad- y torpeza en sus movimientos de cámara, destaca por una fotografía paradisíaca en el que abundan unos preciosos silueteados a contraluz, unos personajes bien definidos – sobretodo en lo concerniente al triunvirato de personajes femeninos que completa Analía Ivars, inolvidable en el desenlace del filme, surcando los mares vestida de novia con un arma en la mano con el que prepara su venganza-, y unos diálogos directos, descacharrantes y llenos de ironía, en contraposición con la poética apertura y cierre del film, en los que se muestra a Eva León observando el horizonte y recordando los hechos acaecidos a modo de flashback.
Una película canalla que hay que visionar con la óptica precisa. Realizada con un presupuesto reducido, algo que queda reflejado en pantalla aportando una factura identificable con su carismático autor y que termina formando parte del encanto de Bahía Blanca.
Jesús Palop