Zoot Suit [tv/dvd: Fiebre latina]

 

Sinopsis: Cuando el líder del barrio Henry Reyna y sus amigos son injustamente condenados por pruebas circunstanciales, abogados activistas luchan contra dicho error judicial por motivos raciales para conseguir su libertad.

 


Título original: Zoot Suit
Año: 1981 (Estados Unidos)
Director: Luis Valdez
Productores: Peter Burrell, Kenneth Brecher, William P. Wingate
Guionista: Luis Valdez
Fotografía: David Myers
Música: Daniel Valdez
Intérpretes: Daniel Valdez (Henry Reina), Edward James Olmos (El Pachuco). Charles Aidman (George Shearer), Tyne Daly (Alice Bloomfield), John Anderson (juez F.W. Charles), Abel Franco (Enrique), Mike Gomez (Joey), Alma Martinez (Lupe), Francis X. McCarthy (Press), Lupe Ontiveros (Dolores), Ed Peck (teniente Edwards)…



Estados Unidos, principio de la década de los cuarenta del siglo XX. El país entra en la Segunda Guerra Mundial en diciembre de 1941, tras el decisivo ataque del ejército japonés en Pearl Harbor, Hawái. Un fuerte sentimiento racista anti japonés (y anti oriental en general) se adueñó de todo el país. Pero no fueron los asiáticos la única minoría que sufrió una actitud hostil (verbal, física, e incluso legislativa) en aquellos convulsos y patrióticos tiempos de guerra en suelo estadounidense. La cobertura a nivel nacional del juicio por la muerte del mexicano José Diaz, en lo que se conoció como el asesinato de Sleepy Lagoon, en Commerce, California, en el verano de 1942, el 2 de agosto para ser exactos, incrementó el odio hacia los mexicanos y chicanos. La policía de Los Ángeles no tardó en arrestar a diecisiete chicanos sospechosos, afiliados todos a la pandilla conocida como 38th Street Gang. Pronto tuvieron doce acusados que dieron lugar a un juicio masivo por asesinato en primer grado. Un proceso que resultó una gran farsa, pero se saldó con muchos encarcelamientos, basados en pruebas circunstanciales, para tratar de apaciguar al público. Los acusados no pudieron valerse de los derechos que se presumen tienen los ciudadanos del país. La prensa dedicó un buen puñado de artículos al modo de vestir y de comportarse de los jóvenes de esta minoría, incriminando a su raza de ser delincuentes naturales, retratados como bestias sanguinarias, descendientes de los aztecas, unos desagradecidos a los que Estados Unidos había dado cobijo, sin retratar en sus escritos las infames condiciones laborales y de vivienda que padecía la mayoría de ellos.

Los jóvenes mexicano-americanos, rechazados y aislados por la mayoría blanca dominante, habían terminado por asumir conciencia de raza y clase, adoptando para sí con orgullo el término chicano, que usado por los estadounidenses caucásicos tenían connotaciones peyorativas, y su condición de pachuco, luciendo con cierta arrogancia un comportamiento chulesco y una indumentaria no bien vistos socialmente. Sus ropas, por cierto, eran una adaptación del modo de vestir de los jóvenes de raza negra. Serían los característicos trajes zoot, consistentes en un pantalón de cintura alta o tiro alto y anchos (acampanados o bombachos) aunque ajustados o estrechos en los tobillos, con tirantes y acompañados de un abrigo largo con solapas anchas y hombros anchos y acolchados. Este distanciamiento social y agrupación racial no los libraría del odio racista. Es más, la cosa fue a peor. El 3 de junio de 1943 unos marineros de permiso en la ciudad de Los Ángeles se enfrentaron con unos chicanos que vestían trajes zoot. Al parecer, los del ejército agredieron a los jóvenes de raza latina y argumentaron que éstos les habían atacado. Ello originó que al día siguiente un grupo de cerca de dos centenares de soldados se echaran a la calle y atacaran a todo chicano que vistiera de dicha guisa, golpeándolos con palos, humillándolos, e incluso quitándoles sus llamativas vestimentas para luego quemarlas[1].

Entre los meses de junio y agosto se sucedieron más altercados de la misma índole por otras ciudades del país, extendiéndose el sentimiento racista hacia otras minorías raciales, como negros, filipino-americanos y otros que también vistieran de manera análoga en lo que terminó por conocerse como los disturbios de los trajes zoot, un (otro) triste episodio de tintes racistas y xenófobos en la historia de los USA. Para mayor vergüenza del país de las barras y estrellas, los medios apoyaron esta actitud patriótica (facha, más bien) de los marineros, justificando la violencia y señalando como culpables a los chicanos a quienes tachaban sencillamente de matones. La policía de Los Ángeles no hizo nada para detener a estas turbas furiosas y, sin embargo, arrestó y acusó a muchas de las víctimas agredidas. Esto continúa durante una semana entera, hasta el día 8, cuando los extremos a los que estaba llegando la situación hizo actuar a la policía militar para poder sofocar la violencia. La ciudad de Los Ángeles manifestó no tener autoridad para juzgar a los marineros y el ayuntamiento aprobó una resolución que prohibía los trajes zoot en los límites de la ciudad. Con el devenir y los avances de la contienda bélica en Europa, aquellas desventuradas revueltas contra los jóvenes mexicano-americanos en Los Ángeles pronto quedaron en el (conveniente) olvido, al menos para la mayoría WASP.

Con los disturbios de los trajes zoot daba comienzo American Me (Sin remisión) (American Me, 1992), crudo drama carcelario dirigido y protagonizado por el chicano Edward James Olmos[2]. Pero ya en 1979 éste había sido nominado al premio Tony por su papel en la obra de teatro semi musical Zoot Suit, dirigida por el también chicano Luis Valdez, que recreaba el caso del asesinato de José Diaz y el juicio contra Henry “Hank” Leyvas y sus amigos, acusados y condenados injustamente por la muerte de aquél en el infame caso de Sleepy Lagoon[3]. Buena parte del equipo artístico y técnico repitieron en la traslación cinematográfica de la obra dos años después en la que sería la primera incursión en un largometraje para la gran pantalla de Valdez. Éste había sido uno de los organizadores de “El teatro campesino”, dedicado a viajar por el suroeste y representar obras de teatro humorísticas pero educativas para difundir un mensaje sindicalista. Su aceptación le condujo a expandir su compañía al público chicano urbano, aumentando progresivamente su influencia por todos los Estados Unidos. Tras el éxito en 1979 en el circuito teatral de Los Ángeles de la obra Zoot Suit, al año siguiente la lleva a Broadway para lo que resultó una aclamada apertura de temporada, convirtiéndose así en la primera obra chicana en el escenario teatral más grande del país. Este excelente recibimiento lleva a su responsable y a su compañía a traspasar la obra a la gran pantalla utilizando los mismos principios de Broadway, y contando de nuevo con Daniel Valdez y Edward James Olmos. La película narra de manera más directa la historia del grupo encarcelado, el injusto proceso del juicio, el tiempo entre muros y una revocación de la decisión judicial que finalmente condujo a la libertad de los prisioneros.

El film está ambientado en una representación de la obra en el Aquarius Theatre de Los Ángeles (originalmente el Earl Carroll Theatre). Este enfoque tiene su base en la propuesta de Universal de filmar la obra sobre las tablas con una configuración económica de tres cámaras. Valdez, sin embargo, optó por buscar un término medio, un cruce entre teatro y cine, saltando progresivamente de uno a otro campo y rompiendo en determinadas ocasiones la cuarta pared. Debido a esta propuesta híbrida del director de apostar por un producto mixto entre estas dos disciplinas culturales, la mayoría de los decorados utilizados en la película se reducen a sencillos fondos negros para que los personajes discutan y expongan sus opiniones en primeros planos, o contienen algún elemento de absoluto vacío que la cámara puede capturar cuando se coloca en el ángulo adecuado. Las partes de mayor importancia para el protagonista Henry Reyna se desarrollan mejor desde más ángulos: el club nocturno donde recuerda en momentos clave, la sala del tribunal donde él y sus amigos son humillados y perfilados, el pabellón de la cárcel donde se reúnen con su contacto activista Alice Bloomfield. Lucen siempre correctos pero teatrales, alejados de lo que veríamos usualmente en una producción cinematográfica. Si la cámara se retira lo suficiente resulta visible que los distintos escenarios principales (la sala de baile, el juzgado, la cárcel…) son exactamente eso, escenarios, sin buscar la convicción por parte del público, que tiene que asumir precisamente su postura de mero espectador, de testigo. Los únicos espacios reales que vemos son la casa de Henry y las de otros personajes que apenas ocupan tiempo en la película. Durante los momentos más introspectivos, Henry se retira a una pura caja negra, nada más que él mismo y otro actor, y una intensa iluminación atmosférica para preparar la escena; y esto antes de que los personajes caminen libremente entre el público y sus reacciones sean parte del momento. El artificio está siempre presente y debemos aceptarlo.

Daniel Valdez, hermano de Luis, interpreta el papel más importante, el de Henry Reina, el chivo expiatorio en quien recaerá la peor parte de la acusación y condena. Y Edward James Olmos encarna al Pachuco, ángel y diablo a un tiempo, la personificación del espíritu del sentimiento pachuco, cuyos consejos no son siempre los más favorables a seguir. Representa el orgullo, la raza, la identidad, la independencia, pero también el odio, el recelo, la insatisfacción, el animal herido que aguarda para atacar… Suele aparecer con un traje zoot luciendo colores rojo y negro, más próximo al diablo del hombro izquierdo, el que te dice lo que quieres oír, aunque sepas que está prohibido o es algo que no debes hacer. Pero de igual modo, aparece ataviado de blanco, más próximo a un ángel, cuando hacia el final los condenados logran recuperar su libertad. Buena parte del discurso de la obra y la película está en las conversaciones entre estos dos personajes, donde salen a la palestra todas las cuestiones que Valdez quiere poner sobre el tapete. Hay que destacar también las actuaciones de Charles Aidman y Tyne Daly, en los roles de Geroge Shearer y Alice Bloomfield, quienes lucharán por la defensa de los derechos de los incriminados en el caso y la segunda, además, despertará el amor y logrará la redención para el joven Henry Reina. Zoot Suit cuenta además con muchos intérpretes latinos que no tardarán en hacerse rostros familiares para el respetable en los siguientes años, como Lupe Ontiveros, Abel Franco, Marco Rodríguez o Tony Plana.

Con gran importancia del apartado musical, junto a la música compuesta para la obra (y la película), resultan esenciales las canciones que suenan (en boca del personaje de Edward James Olmos) de Lalo Guerrero, el justamente apodado “padre de la música chicana”. Una sabrosa mezcla de swing y jazz con ritmos latinos como el mambo o la cumbia, donde el intérprete además us una jerga combinando el español y el inglés, que dio como resultado temas inolvidables como “Los chucos suaves” o “Marihuana Boogie”[4]. Debido a los buenos resultados artísticos y comerciales de Zoot Suit, Lalo Guerrero vio cómo una nueva generación, compuesta por jóvenes chicanos activistas, aclamaba sus discos[5]. Valdez confesó para el obituario de Guerrero en 2005 que “sin su música, es dudable que la obra hubiera sido posible”.

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En el momento del estreno de la película la crítica se mostró dividida, frente al aplauso de algunos medios, otros no encontraron apenas interés en esta mezcla de teatro y cine -como Vincent Camby para el New York Times, quien tuvo pocas palabras positivas en su crítica del 22 de enero de 1982-. No obstante, el paso del tiempo ha hecho que la película de Valdez tanga una gran consideración, y no sólo para el público mexicano americano. Zoot Suit muestra un valor histórico (retrata unos hechos que no conviene olvidar), cultural (para una minoría racial concreta) y estético. Unos años después de la presente, Luis Valdez lograría un notable éxito en la taquilla nuevamente con una nueva mirada a la población chicana, haciéndose cargo del biopic del rockero mexicano americano más famoso de la década de los cincuenta, Ricardo Valenzuela, más conocido por su nombre de guerra, Ritchie Valens[6]. Sería en La bamba (La Bamba, 1987), contando con la banda de César Rosas, Los Lobos, para actualizar las canciones del homenajeado, a quien daría vida, curiosamente, un actor de origen filipino, Lou Diamon Phillips.

¿Se han olvidado aquellos tristes sucesos que tuvieron lugar a comienzo de los cuarenta? No del todo, afortunadamente, desde distintas disciplinas culturales se encargan de recordarlos cada cierto tiempo. De este modo, en la década de los noventa, sobre todo en su recta final, estalla en los Estados Unidos, y por ende en medio mundo, la fiebre por el neo swing. Y un puñado de las bandas más destacadas, en este revival por la música y la estética de los años cuarenta, volvieron a lucir con orgullo aquellos trajes zoot y a recordar los infames sucesos del verano del 43. Los angelinos Royal Crown Revue los rememoraron en el tema “Hey Pachuco!” que encontrábamos en su primer álbum, Kings of Ganster Bop (Big Daddy Records, 1991). La inclusión de esta canción en la banda sonora de La máscara (The Mask, 1994), de Chuck Russell[7], ayudó a catapultar a los medios al grupo y a esta música, y la volvieron a registrar en su CD Mugzy’s Move (Warner Bros. Records, 1996). Por su parte, The Cherry Poppin’ Daddies arrancaban su cuarto trabajo, grabado en 1997 para Space Age Bachelor Pad[8], con “Zoot Suit Riot”, corte que además daba título al álbum, en toda una declaración de principios.

Alfonso & Miguel Romero


[1] También sirvió de inspiración para una de las tramas de la (tan pretenciosa como fallida) serie Penny Dreadful. City of Angels. (Penny Dreadful: City of Angels, 2020).

[2] Otro título carcelario de interés chicano es Bound by Honor [tv/dvd: Sangre por sangre, 1993), dirigido por Taylor Hackford.

[3] En 1982 Edward James Olmos sería el protagonista de Persecución en Texas (The Ballad of Gregorio Cortez), episodio de la serie American Playhouse que retrataba otra injusticia para el pueblo mexicano y mexicano-americano, en relación a un incidente que ocurrió en 1901 en Gonzales, Texas, en torno a un caballo robado, una confusión de identidades y un asesinato. En el reparto coincidiría nuevamente con Daniel Valdez.

[4] “Marihuana Boogie” ha sido versionada de unos años a esta parte por varias bandas españolas de rock’n’roll, como Los rebeldes, que la grabaron en su álbum acústico A flor de piel (Altafonte, 2016), y Olaf y los bidones más recientemente en su doble EP y CD Tercer tiempo (autoeditado, 2023).

[5] La formación musical angelina Pachuco Jose y los Diamantes reivindican el sonido de Lalo Guerrero y los trajes zoot. En su CD Vamos a bailar (Wild Records, 2013), registraron versiones de Guerrero como “Marihuana Boogie”, “Los chucos suaves” o “Chicas patas boogie”.

[6] Ritchie Valens, en su corta y truncada trayectoria, tuvo tiempo para intervenir (vía actuación musical) en la película Go, Johnny, Go! (1959), de Paul Landres.

[7] El mismo personaje de La máscara en el que se transforma Stanley Ipkiss (un Jim Carrey en su salsa) en el film de Russell, viste un llamativo traje zoot de color amarillo chillón. Por cierto, la película tomaba su base en una serie de cómics editada por Dark Horse creada por el escritor Mike Richardson, y los artistas Mark Badger, John Arcudi y Doug Mahnke.

[8] Al año siguiente sería reeditado por Mojo Records, subsidiaria de Universal.

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