¿Hacia el fin del mundo?

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Título original: Crack in the World

Año: 1965 (Estados Unidos)

Director: Andrew Marton

Productores: Bernard Glasser, Lester A. Sansom

Guionistas: Jon Manchip White, Julian Halevy [Julian Zimet], según argumento de J. M. White

Fotografía: Manuel Berenguer

Música: Johnny Douglas

Intérpretes: Dana Andrews (Dr. Stephen Sorenson), Janette Scott (Dr. Maggie Sorenson), Kieron Moore (Dr. Ted Rampion), Alexander Knox (Sir Charles Eggerston), Peter Damon (John Masefield), Jim Gillen (Rand), Gary Lasdun (Markov), Alfred Brown (Dr. Bill Evans), Mike Steen, Emilio Carrere, Sydna Scott, John Karlsen, Todd Martin, Ben Tatar

Sinopsis: Un equipo científico está perforando la tierra con la intención de llegar al magma y usarlo como fuente energética. Un colega tiene la teoría de que cuando hagan la perforación final por medio de un ingenio nuclear, este provocará una fisura en la corteza terrestre y que el planeta se parta literalmente en dos. No está equivocado.

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Hacia principios de los sesenta Philip Yordan, el que otrora fuese guionista de la grandiosa Johnny Guitar (Johnny Guitar, 1954), de Nicholas Ray, se estableció en España, y aprovechando su trabajo para Samuel Bronston en todas las obras que el mecenas rodaba en nuestro país, creó su propia compañía de producción con la intención de filmar películas de bajo presupuesto. El primer título surgido de la bautizada como Security Pictures fue The Day of the Triffids [tv/vd: La semilla del espacio, 1962], de Steve Sekeley y Freddie Francis, a la que siguieron la bélica El ataque duró siete días (The Thin Red Line, 1964) y la presente, seguida de otros filmes bélicos, del oeste y de aventuras. El final de su carrera se produciría en 1987, cuando produjo y co-escribió (junto a su director) un oscuro film de ciencia ficción, Cry Wilderness (1987), de Jay Schlossberg-Cohen, sobre una especie de Bigfoot, así como el psycho-killer Jueves sangriento (Bloody Wednesday, 1987), de Mark G. Gilhuis. Un sorprendente recorrido para uno de los guionistas más prestigiosos de Hollywood.

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El guion de ¿Hacia el fin del mundo? no lo escribió Yordan, sino un equipo formado por Jon Manchip White (autor de la idea original) y Julian Halevy. El primero fue un guionista británico de televisión, y que elaboraría para la gran pantalla únicamente el libreto de The Camp on Blood Island (1958), de Val Guest, film Hammer de temática bélica y notable sadismo, y el del ignoto film de terror Naked Evil (1966), de Stanley Goulder y Steven Jacobson, para el cual aportó la obra teatral que le servía de base, así como el presente, desde luego. Halevy (que ha escrito con no poca variedad de seudónimos) es un misterioso guionista norteamericano, al que Yordan conoció mientras ambos redactaban para Bronston El fabuloso mundo del circo (Circus World, 1964) (1), y que a partir de entonces colaboró en las producciones de Yordan.

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Como director Yordan contó con Andrew Marton, que con anterioridad había elaborado la citada El ataque duró siete días. Marton era un clásico realizador de Hollywood no demasiado inspirado, especialista sobre todo en cine de aventuras (Las minas del rey Salomón, Norte salvaje, Fuego verde…) y que destacó como director de segunda unidad en la mítica Ben-Hur (Ben-Hur, 1959) de William Wyler. Tal vez por su carencia de experiencia en el género, el productor también contrató al curioso Eugène Lourié. Este había empezado en el cine como director artístico (campo en el que aquí trabaja), pero luego pasó a realizar películas de efectos especiales como El monstruo de tiempos remotos, The Colossus of New York, Behemoth the Sea Monster y Gorgo. Asimismo, colaboró de un modo u otro en las escenas de efectos especiales de la primera de esas tres citadas, la bélica Patrulla de rescate y la catastrofista Al este de Java, otra producción de Yordan rodada en España. Así pues, aquí se encargaría también de coordinar el equipo de efectos especiales formado por gran parte de talentosos profesionales españoles.

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Antes he referido el guion, donde no tenía participación Yordan. Sin embargo, resulta chocante cómo la tensa relación entre el matrimonio protagonista, muy insólita para un film de estas características, tenga remembranzas a otro de los clásicos que éste se supone que escribió, el maravilloso Cuando ruge la marabunta (The Naked Jungle, 1954). Aunque, si se observa atentamente, tampoco Yordan llegó a escribir en esta, pues sirvió de nuevo de tapadera para otro represaliado, Ben Maddow. Por tanto, cabe la duda sobre si Yordan metería mano o no en el guion de la presente. La película, en efecto, ofrece un extraño triángulo amoroso. Maggie, Ted y Stephen forman parte del proyecto científico referido. Maggie en tiempos tuvo una relación con Ted, pero ahora está casada con Stephen, al que dice adorar, pero cada vez que aparece Ted corre presurosa a recibirle. Stephen, por su parte, se encuentra enfermo a causa de las radiaciones de sus experimentos, y no quiere mantener sexo con su mujer por miedo a contaminarla a ella o al hijo producto de esas relaciones. Ella rápidamente buscará consuelo, pues, en Ted. Algo en verdad insólito para una película de la presente temática y, en realidad, lo más interesante de ésta, junto al visible declive físico de Stephen, mientras el resto de su personal y su esposa lo ignoran.

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Así pues, la trama va saltando de ese triángulo amoroso a aburridas charlas científicas sobre las consecuencias del experimento. Al fin, cuando se producen las nefastas derivaciones presagiadas tenemos unas pocas escenas catastróficas, realmente bellísimas y con muy buenos efectos especiales. Aunque esas escenas (y todas las demás) sobresalen en especial por la magistral fotografía del film, debidas al alicantino Manuel Berenguer. Éste había debutado durante la Guerra Civil fotografiando el corto documental Expedición antifascista a las Baleares (1936), que también dirigió, siendo su primer largo de ficción como operador El 13.000 (1941), de Ramón Quádreny. Tras este primer trabajo participó en clásicos de nuestro cine como Nada (1947), Botón de ancla (1948), El señor Esteve (1950), Bienvenido mister Marshall (1953) o Cuerda de presos (1956), hasta que con la llegada de Hollywood a nuestras tierras comenzará a frecuentar esas producciones (o coproducciones también), para lo cual se hizo miembro en 1961 de la American Society of Cinematographers, lo que le permitió trabajar en Rey de reyes ese mismo año, la extraña Fuego (1964), Pampa salvaje (1966), El sonido de la muerte (1966), Al este de Java (1969), Una ciudad llamada Bastarda (1971) o Asesinatos en la calle Morgue (1971).

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El trabajo de Berenguer en Crack in the World es, sencillamente, grandioso, y en los momentos finales de la catástrofe tiñe la imagen de un apocalíptico tono carmesí arrebatador. Ese elemento, junto a la extravagante historia de amor y desamor que tiñe la película, son los únicos dispositivos que animan un poco esta apagada producción catastrófica de ciencia ficción. Eso, y descubrir que su trama científica sirvió de base para otras películas posteriores, como Peligro en las profundidades (Deep Core, 2000), de Rodney McDonald, El núcleo (The Core, 2003), de Jon Amiel, y 2012 (2012, 2009), de Roland Emmerich.

Carlos Díaz Maroto

(1) Aunque en esta película en realidad Philip Yordan no escribió nada, cediendo su nombre de tapadera a Bernard Gordon, guionista represaliado por la caza de brujas.

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