Wendell & Wild [tv: Wendel & Wild]

 

Sinopsis: Un par de demonios llamados Wendel y Wild hacen un trato con Kar, una adolescente fantástica del punk, para escapar del Inframundo y hacer realidad sus sueños en la Tierra de los Vivos.

 


Título original: Wendell & Wild
Año: 2022 (Estados Unidos)
Director: Henry Selick
Productores: Jordan Peele, Ellen Goldsmith-Vein, Henry Selick
Guionistas: Henry Selick, Jordan Peele, según el libro de Clay McLeod Chapman
Fotografía: Peter Sorg
Música: Bruno Coulais
Intérpretes: Lyric Ross (Kat), Keegan Micahel Key (Wendel), Jordan Peele (Wild), Angela Bassett (hermana Helley), James Hong (padre Bests), Sam Zelaya (Raul), Tamara Smart (Siobhan), Seema Virdi (Sloane), Ramoona Young (Sweenie), Ving Rhames (Buffalo Belzer), Michael Mariana (hermana Dailey/hermana Chinstran)…

El denominado terror elevado, aquel del que sus defensores alegan que trata temas complejos y delicados con profundidad y diversas lecturas, y que procura llegar a un público más amplio (y más inteligente) que el socorrido target adolescente o el nicho forofo del género, visto con la perspectiva que da el tiempo transcurrido podemos decir que ha causado más mal que bien. Su insistencia en tratar temas humanos y sociales para concienciar al público (con mayor insistencia en la maternidad), y el creerse sus responsables grandes autores (el peloteo de parte de la crítica y del público tiene mucho que ver en ello) ha llevado en no pocas ocasiones a engendrar productos de una pedantería insufrible y más aburridos que el cine iraní de festivales. Títulos que se pretenden rompedores y atrevidos, cuando en realidad van parejos a las exigencias de su tiempo y procuran no salirse de madre en relación a la corrección política imperante, además de llevar consigo todos los “ismos” que encorsetan el panorama cinematográfico actual. Véase para el caso cintas como la empalagosa El faro (The Lighthouse, 2019) de Robert Eggers, o aún peor, la aclamada ciegamente (o de manera estrábica) Men (Men, 2022), escrita y dirigida por Alex Garland, y cuyas intenciones resultan similares al blockbuster Barbie (Barbie, 2023) de Greta Gerwig, pero con resultados aún más lamentables.

En su intención de reescribir el cine de terror, los responsables de este elevated horror no han tenido reparos en copiar/plagiar/fagocitar títulos del género bastante conocidos y reconocidos (aunque no siempre se haya agradecido su deuda). It Follows (It Follows, 2014) no deja de seguir las huellas del J-Horror, especialmente de los primeros trabajos de Hideo Nakata; Midsommar (Midsommar, 2019) de Ari Aster, juega a rehacer (una vez más) El hombre de mimbre (The Wicker Man, 1973) de Robin Hardy[1]; Déjame salir (Get Out, 2017) no era sino una versión en negativo de La llave del mal (The Skeleton Key, 2005) de Ian Softley; y, el colmo de todas, la citada El faro de Eggers contenía incontables referencias que se buscan cultas y cultistas que abarcan a Carl Theodor Dreyer, Jean Vigo, Robert Flaherty, Ingmar Bergman, Curtis Harrington, Edgar Allan Poe, Buñuel y un sinfín de fuentes más. Todas de prestigio y pedigrí, por supuesto, no espere nadie encontrar alguna a Russ Meyer, John Carpenter, Dario Argento, John Waters, Tobe Hooper o Stephen King, por ejemplo, que ésas son populares, y quitaría el prestigio que se les presume a este terror elevado, a sus cultivadores… y a su público, entre el que están los cinéfilos serios (y de manual), que ahora, por fin, pueden decir en voz alta que les gusta el cine de terror sin pasar vergüenza.

Evidentemente, dentro de la caterva de realizadores que han apostado por el dicho(so) terror elevado, cada uno encontrará, según sus gustos y preferencias, más atractivos (o al menos digeribles) a ciertos títulos y/o directores. Y del mismo modo también, por cuestiones personales e intransferibles (o no), habrá otro/s que se le atraganten más. Personalmente, no comulgamos muchos ni con estas películas (hay excepciones, por supuesto), ni con la mayoría de sus responsables. Y si hay uno que se nos atraviesa particularmente ése es Jordan Peel, un (otro) conservador reaccionario travestido de liberal, cuya obra, que muchos aplauden por valiente y necesaria para con los tiempos que corren[2], es en realidad tan pretenciosa como panfletaria y nada original. Un vendedor de humo con grandes humos. Porque además como persona resulta igual de sermoneador y pedante -échese un vistazo a sus declaraciones en la serie documental AMC Visionaries: Historias de terror de Eli Roth (History of Horror, 2018-2021)-. Peel también ha ejercido de productor o productor ejecutivo de otros realizadores en una serie de propuestas (para cine y televisión) que se mueven por su misma órbita. Tal vez los casos más lamentables sean las series The Twilight Zone (The Twilight Zone, 2019-2020) o Territorio Lovecraft (Lovecraft Country, 2020). Y junto a trabajos en imagen real igualmente ha apostado por la animación, contando para la dirección con el realizador de culto Henry Selick.

Selick tuvo la suerte y la desgracia de dirigir a comienzos de los noventa la cinta de stop motion Pesadilla antes de Navidad (The Nightmare Before Christmas, 1993). Por un lado, el film resultó un tremendo éxito (tanto que aún hoy, algo más de treinta años después, la Disney le sigue sacando provecho con el más variado merchadising, lanzando todo tipo de productos, especialmente en las festividades de Halloween y Navidad). Pero, por otro, la larga sombra de Tim Burton, guionista, productor y responsable del concepto y la estética (con la impronta de Edward Gorey y Roald Dahl) eclipsó de tal modo al realizador que muchos pensaban (y algunos lo creen incluso a día de hoy) que el film lo había dirigido el propio Burton. Henry Selick volvió años después con la interesante James y el melocotón gigante (James and the Giant Peach, 1996), nuevo trabajo en el campo de la animación, ahora sin Burton en la retaguardia y adaptando un relato de Roald Dhal, optando por la luminosidad y el color frente a la oscuridad y tenebrismo de su trabajo con aquél. La crítica aplaudió la propuesta, pero los resultados en la taquilla no fueron (ni de lejos) los mismos. Peores valoraciones (críticas y comerciales) consiguió con su siguiente trabajo, Monkeybone (Monkeybone, 2001), en el que combinaba imagen real con animación adaptando una novela gráfica de Kaja Blackley. Mejores créditos y un mayor prestigio logró con la mucho más interesante Los mundos de Coraline (Coraline, 2009), adaptando para la ocasión a Neil Gaiman, cinta de culto que supuso el regreso del director a los cuentos de hadas oscuros que tan buenos resultados le habían dado con Pesadilla antes de navidad.

El siguiente largometraje de Selick tardaría más de una década en llegar. Estrenado el 28 de octubre de 2022 directamente en Netflix sería Wendell & Wild [tv: Wendel & Wild], film que tardaría siete años en poder materializarse y que partía nuevamente de un original literario, en esta ocasión un libro escrito por Clay McLeod Chapman[3]. Una, a priori, interesante propuesta en la que, al igual que en su gran éxito para Disney, pesa como una losa el nombre de quien se encuentra metido en la producción y el libreto, Jordan Peele.

Visualmente, el diseño y acabado de Wendell & Wild están muy bien conseguidos, tiene el sello de su director a la vez que innova y se diferencia de otros trabajos previos, adaptándose perfectamente a las nuevas técnicas en animación y sacando provecho de ellas para su habitual stop-motion, en la que es palpable a la vez su personal impronta, creando nuevamente un mundo visual muy atractivo. Algunas escenas están resueltas con gracia e ingenio, y conserva su imaginería visual y temática (y esa agradecida fusión de terror y comedia). Lo que más gusta a los seguidores de Selick, todo lo relativo a las bromas macabras, funciona. Y la misma historia es del estilo y gusto del realizador y de sus fans. Pero la película no termina de cuajar. Aparte de la innovación técnica, se nos antoja en todo momento que estamos en terrenos ya transitados (tal vez busque eso, llevar al fan a su zona de confort), y al contrario que ocurría en James y el melocotón gigante o Coraline, aquí parece querer volver a hacer una nueva Pesadilla antes de Navidad (para las generaciones jóvenes actuales) que (re)crear un nuevo universo macabro/fantástico.

Se le ha achacado al film que habitan en él dos tramas que no llegan a terminar de conectarse bien. Por un lado, tenemos la historia de una chica adolescente, Kat (con Lyric Ross prestando su voz), dispuesta a todo para recuperar a sus fallecidos padres, y por otro el de los dos demonios que dan título a la película, Wendell y Wild (con las voces en su versión original de Keegan Michael-Key y Jordan Peele), que quieren hacer un pacto con la muchacha para quedarse en el mundo de los vivos con intención de montar por aquí sus negocios. En estos últimos recae la parte más cómica del guion, un poco al estilo de los personajes secundarios de las producciones de Disney pero en clave más sombría. Las partes están desequilibradas, funcionado mejor la historia de la chica, que parece que es lo que más le interesa al director, y causando la segunda problemas de ritmo al no aportar gran cosa cuando los demonios intervienen por su cuenta, sin interactuar con Kat. Pero si este trabajo no ha terminado de funcionar entre los aficionados a este tipo de producciones es debido a más cuestiones. Hay que tener en cuenta que en estos tiempos de sobreproducción de material audiovisual resulta muy difícil que algún film perdure poco más del tiempo de su estreno. No es como antaño que se aguardaban y disfrutaban las películas durante un largo periodo de tiempo; ahora las plataformas -que es donde se estrenan más películas (además de series, dibujos animados, documentales, mierdas de realities y demás)- presentan material nuevo (o reciclado) a un ritmo vertiginoso para tener contenta a la audiencia, acostumbrada al fast food y que tampoco está por retener muchas veces ni los títulos de los trabajos que ve mucho más allá de lo que dura su visionado. A lo que hay que añadir la larga mano de su productor y guionista, pues Wendel & Will contiene (adolece de) todas y cada una de las características que definen la obra de Jordan Peele, quedando más como una película de su guionista y productor que de su director, repitiendo así lo que ya le pasó a Selick en su colaboración con Tim Burton.

Alfonso & Miguel Romero


[1] Que seguía la estela de reivindicación del folk horror, al que anteriormente se apuntaban otros de los títulos clave del terror elevado, caso de La bruja (The Witch: A New-England Folktale, 2015), de Robert Eggers.

[2] De quien en la misma plataforma se puede ver otra adaptación de su obra escrita, ésta en imagen real, The Boy [tv: The Boy, 2015], dirigida por Craig William Macneill.

[3] Déjame salir fue nominada a cuatro premios Oscar en 2018, ganando el de mejor guion original, a pesar de que no lo era tanto.

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