La ragazza di latta [vd: La mujer robot]

Título original: La ragazza di latta

Año: 1970 (Italia)

Director: Marcello Aliprandi

Productor: Marcello Aliprandi

Guionistas: Marcello Aliprandi, Fernando Imbert

Fotografía: Gastone Di Giovanni

Música: Nicola Piovani

Intérpretes: Roberto Antonelli (Osvaldo Rossi), Sydne Rome (La chica), Elena Persiani (Sra. Rossi), Umberto D’Orsi (El mago, Oderico Ochellini), Adriano Amidei Migliano (El director), Massimo Antonelli (Dr. Smack), Olga Gherardi (La amiga de la sra. Rossi), Elisa Babini (Dueña de la tienda), Natale Bianchedi, Maria Luisa Firentini, Stefania Giari, Ettore Mattia, Gianfranco Russo (Amigos de la Sra. Rossi), Mario Felice Lunedei, Filippo Severi, Giuliano Todeschini (Amigos del Sr. Rossi), Simone Mattioli (El hombre en verde), Antonella Antonelli, Elisa Babini, Roberto Battistini, Nazario Godoli, Marisa Mondadori, Giuseppe Stafa, M. Antonietta Strukel…

Sinopsis: Osvaldo Rossi es el último espíritu libre en una sociedad distópica en la que todo el mundo viste igual, tiene idéntica apariencia y conduce el mismo coche. Preso de un trabajo rutinario y de un matrimonio insatisfactorio, Rossi no encuentra mejor forma de escapar de su día a día que por medio de fugas mentales en las que sueña con una bella mujer rubia. Pero lo que en un principio no parece ser más que el fruto de su mente, un día se revela como una realidad bien tangible. Desde ese momento, Rossi no cejará en su empeño de conseguir el amor de la mujer de sus sueños.

La ola de revueltas obreras y estudiantiles sucedidas en todo el mundo a finales de la década de los sesenta supuso un revulsivo que en gran medida cambiaría el rumbo del siglo XX. Tal sería el impacto de estos hechos que su influencia se dejó notar a muy distintos niveles en diferentes capas de la sociedad. El cine como expresión cultural, pero también como medio de comunicación, fue una de las disciplinas en las que su eco se dejaría sentir de un modo más profundo. Quizás en ello tuviera que ver el que diversos integrantes de la nouvelle vague francesa participaran activamente en los incidentes sucedidos en mayo de 1968 en París, pero lo cierto es que en los años posteriores fueron varias las películas que hicieron suyos los postulados promovidos desde estos movimientos contraculturales.

Uno de los países en los que la realización de este tipo de films resultaría más significativa sería Italia. Como consecuencia de la política de géneros que dominaba la industria cinematográfica trasalpina de la época, dentro de este tipo de producciones serían mayoría aquellos proyectos que camuflaban su reflexión político-social bajo una envoltura genérica y, más exactamente, de temática fantástica; una situación a la que a buen seguro contribuían las facilidades que presentaban en todos los aspectos las ambientaciones distópicas para la articulación de sus discursos. Algunos títulos fruto de esta corriente serían La donna, il sesso e il superuomo (1967) de Sergio Spina, H2S (1969) de Roberto Faenza, Hanno cambiato faccia [vd: La reencarnación del mal, 1971] de Corrado Farina o N.P. Il segreto (1971) de Silvano Agosti.

Otro de los films elaborados siguiendo estos planteamientos fue La ragazza di latta [vd: La mujer robot, 1970], ópera prima como director de Marcello Aliprandi. Tanto es así que desde sus títulos de crédito se anuncia ya su auténtica naturaleza, definiéndose como “una fábula en dos tiempos”. Tomando como base una leyenda local de Ravena, ciudad en la que se ubica su trama, la película adopta las formas de un cuento de hadas para desarrollar una metáfora de la sociedad de consumo y su falsa idea de felicidad. De este modo, su personaje protagonista, el señor Rossi, representa al diferente, al inadaptado, al patito feo que desentona en el ambiente que le rodea. Pero en lugar de un ganso nacido en un corral de patos como ocurría en el relato de Hans-Christian Andersen, Rossi es el último espíritu libre en una sociedad alienada y conformista, en la que todo el mundo viste igual, tiene idéntica apariencia y conduce el mismo coche.

Como era habitual en esta clase de propuestas, la cinta está realizada bajo un tono que no rehúye las influencias vanguardistas. Así, durante su primera parte su narración se divide en diferentes capítulos en los que se recrea el entorno social, familiar y laboral del protagonista, al tiempo que se dibuja su carácter fantasioso. Preso de un trabajo rutinario y de un matrimonio insatisfactorio, Rossi no tiene mejor forma para escapar de su día a día que por medio de fugas mentales en las que sueña con una bella mujer que simboliza su inalcanzable ideal del amor y, por ende, de la felicidad. Pero lo que en un principio no parece más que existir en su mente, durante la segunda parte se revelará como una realidad bien tangible. Una vez que Rossi constate la existencia en carne y hueso de la mujer de sus sueños, no cejará hasta tratar de conseguir que se enamore de él.

A partir de aquí, lo que hasta ese instante discurría bajo los cauces de una comedia romántica de carácter surrealista acaba por convertirse en una cruel pesadilla cuando Rossi descubra que la mujer que ama es, en realidad, un robot, o lo que es lo mismo, un producto de la sociedad de consumo fabricado para colmar los deseos de los ciudadanos. En un primer momento, el protagonista, totalmente desengañado, destruirá al androide en un ataque de furia. Sin embargo, pasado el tiempo y consciente de la inutilidad de su lucha contracorriente, acabará por aceptar los planes de futuro pensados para él por terceros, sometiéndose definitivamente a las normas sociales como medio para reproducir, aunque sea de un modo ficcional, su idea de la felicidad con la reconstruida autómata.

Marcello Aliprandi da instrucciones a Sydne Rome durante una de las escenas clave de la película.
Marcello Aliprandi dando instrucciones a Sydne Rome durante una de las escenas clave de la película.

Inaccesible para el gran público durante años, visionar hoy en día un título tan original como La ragazza di latta supone una agradable sorpresa. Y no solo porque su discurso resulte cuarenta años después aún más vigente que en el momento de su estreno, sino también por los valores que atesora como obra cinematográfica. A pesar de su puesta en escena de aires vanguardistas y experimentales, Aliprandi consigue eludir la típica abstracción de otros films de similares características para, en lugar de hacerla sólo comprensible a los paladares de espectadores más intelectualizados, ser llevada con una aparente sencillez que convierte a su propuesta en fácilmente asumible para cualquier tipo de público. A todo ello hay que añadirle el sinfín de aciertos parciales que presenta el conjunto, como el hallazgo visual que supone su estética retro decimonónica, la banda sonora de un inspirado Nicola Piovani, o el simpático guiño dedicado a Federico Fellini a través del rol de ese mago-cineasta bautizado como Oderico Ochellini [sic]. Pero si hay un elemento que destaque de entre el resto, este es la ocurrencia de que la práctica totalidad de sus personajes se expresen como si hubieran sido extraídos de un anuncio publicitario, lo cual sirve para reafirmar la metáfora última que pretende transmitir la cinta: la anulación mental y personal que la sociedad de consumo produce en el individuo.

José Luis Salvador Estébenez

5 comentarios en “La ragazza di latta [vd: La mujer robot]

  1. Es cierto como este tipo de propuestas menudearon en la época (y no solo en Italia, aunque si especialmente). El género fue un lugar (o un molde) muy atractivo pra todo tipo de autores con ganas de hacercarse a las vanguardias. Voy a ver si doy con esta y de paso me veo también aquella «La invención de Morel» que ya tengo desde hace una temporada muerta de risa.
    ¿Le intuyo bien cierto toque checo o estoy desencaminado?

    1. Pues si te digo la verdad no había caido en ello. Pero ahora que lo dices si que es cierto que, sobre todo a nivel estético, la cinta tiene bastante influencia de la escuela de cine fantástico checoslovaco de la época.

      1. Al hablar del toque retro y ese humor pensé inmediatamente en las cosas que estaba haciendo Oldrich Lipsky practicamente en las mismas fechas. Pero también en comedias pop de los 60 como Who Killed Jessie? de Václav Vorlícek con la maravillosa Olinka Berova ( u Olga Schoberová, que así se llamaba de aquella)en plan superheroína de comica convocada a la realidad por un aburrido científico con la cabeza llena de pájaros.

        ¡Ah! y me apunto también como admirador de los locuelos encantos de Sydne Rome.

  2. Sí, a mí cuando me dijiste lo de la influencia del cine checoslovaco lo primero que se me vino a la cabeza fue «Nick Carter, aquel loco, loco, detective» o «Tomorrow I’ll Wake Up and Scald Myself with Tea» de Jirí Sóvak, aunque, precisamente, las dos sean bastante posteriores a ésta. La que no conocía es la que me comentas de la Berova; veré haber si consigo localizarla «por ahí».

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