Sinopsis: Un escritor se traslada a un hotel de una pequeña población, con el fin en teoría de acabar una novela. El año pasado tuvo una relación con una joven camarera del albergue, pero ahora le comunican que ha muerto, suicidándose. El hombre no queda convencido del todo y comienza a vagar por el lugar, con el fin de descubrir la realidad al respecto.

Año: 1965 (Italia)
Directores: Luigi Bazzoni, Franco Rossellini
Productor: Manolo Bolognini
Guionistas: Giulio Questi, Luigi Bazzoni, Franco Rossellini, Renzo Rossellini, según la novela de Giovanni Comisso
Fotografía: Leonida Barboni
Música: Renzo Rossellini
Intérpretes: Peter Baldwin (Bernard, el escritor), Salvo Randone (Enrico), Valentina Cortese (Irma), Pia Lindström (Adriana), Philippe Leroy (Mario), Virna Lisi (Tilde), Pier Giovanni Anchisi (fotógrafo), Ennio Balbo (juez de instrucción), Anna Maria Gherardi (sirvienta), Bruno Scipioni, Mario Laurentini, Vittorio Duse…
La mujer del lago (La donna del lago, 1965) es un film extraño, que podría definirse algo así como una intriga hitchcockiana dirigida por Michelangelo Antonioni, a mitad de camino entre el cine de suspense y el fantástico, no tanto por su confluencia de elementos sobrenaturales sino por el aura onírico que salpica su narración, al estilo de El año pasado en Marienbad (L’année dernière à Marienbad, 1961), de Alain Resnais. Su director es el enigmático Luigi Bazzoni, que con este film debutaba en el campo del largo, tras dos cortometrajes. Su breve filmografía se completa con El hombre, el orgullo y la venganza (L’uomo, l’orgoglio, la vendetta / Der Mann, der Stolz, die Rache, 1967), adaptación del Carmen de Merimée en clave de spaghetti-western, El día negro (Giornata nera per l’ariete, 1971), un giallo más o menos canónico, Los hermanos azules (Blu Gang e vissero per sempre felici e ammazzati, 1973), un spaghetti-western, y la inclasificable Huellas de pisadas en la Luna (Le orme, 1975), film de ciencia ficción con ciertos puntos de contacto con el presente, dado su tono onírico, amén de disfrutar de un co-director como apoyo a Bazzoni[1].
Mencionábamos a Hitchcock y, efectivamente, la sombra del británico aquí aletea, con el tono voyeurístico de La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) y el obsesivo de Vértigo / De entre los muertos (Vertigo, 1958); inclusive la música de Renzo Rossellini[2], pese a su habitual tono característico de cine italiano, también ofrece ciertos ecos a Bernard Herrmann. En el aspecto voyeurístico cabe destacar la actitud del protagonista, que más que intervenir está siempre observando, en especial desde la ventana. La obsesión le conduce a retornar al pueblo donde vivió un amor truncado con Tilde (una casi muda Virna Lisi en los flashbacks, y que encaja a la perfección con las rubias gélidas de Hitchcock), y cuya muerte le hará vagar como un espectro por las veredas próximas al lago del pueblo, un tanto como el Scotty de Vértigo.
La película se basa en un hecho real, acontecido en la década de los treinta[3], que puede ser deducido por el espectador una vez visto el film, pero Bazzoni se concentra más en esa citada obsesión, en recrear un ambiente determinado gracias a la magnífica fotografía en blanco y negro de Leonida Barboni, cuya nitidez a veces se ve turbada al punto de quemarse, con el fin de otorgar una atmósfera más contrastada aún, en escenas oníricas o recuerdos. Los planos a la orilla del lago son de una belleza abrumadora, casi dolorosa.
Los actores aquí son, diríase, elementos ornamentales que desfilan por las imágenes, que recuerdan al citado film de Resnais, o de igual modo al cine del también mencionado Antonioni. Sin embargo, aquí hay una narración definida, una intriga que se va desvelando de un modo calmado, reflexivo, donde los silencios y las miradas son los dispositivos de investigación. El ambiente de rareza, de ensoñación, inunda las imágenes, creando una película de una aguda inflexión onírica. Las escenas de sexo están filmadas en un absoluto silencio, o con unos extraños graznidos de pájaro; la imaginación del protagonista, y su perenne voz en off de narrador, crean ese temple tan extraño que embebe las imágenes.
Una rareza, no apta para todos los paladares, pero cautivante si se logra entrar en su calmado ritmo.
Carlos Díaz Maroto
[1] En Huellas de pisadas en la Luna se trata del habitual realizador televisivo Mario Fanelli, también co-guionista y autor de la novela en que se basa. En La mujer del lago es Franco Rossellini, habitual productor y ayudante de dirección.
[2] No por casualidad, Renzo Rossellini era padre del co-director de la película, Franco Rossellini, y hermano nada menos que de Roberto Rossellini.
[3] En 2004 se realizaría otra película basada en el mismo hecho, Segui le ombre (2004), de Lucio Gaudino.