Cuando acecha la maldad

 

Sinopsis: En un rincón perdido de Argentina, comienza la pesadilla cuando dos hermanos, Pedro y Jimi, escuchan disparos rompiendo la tranquilidad de la noche. Cuando al día siguiente siguen el rastro de las detonaciones, la búsqueda les conduce al descubrimiento de un “embichado” en la zona; un poseído por el mal cuya presencia indica el estallido de sucesos paranormales que hundirán la zona. Tras aliarse con Ruiz, el terrateniente local, para llevarse al “embichado” lejos de allí, un terrible giro de los acontecimientos hará que la vida de todos los habitantes de la zona se convierta en un auténtico infierno. Con el apocalipsis en marcha, sin visos de pararse en momento alguno, los hermanos iniciarán una huida hacia delante para salvar a sus seres queridos.

 


Título original: Cuando acecha la maldad
Año: 2023 (Argentina)
Director: Demián Rugna
Productores: Fernando Diaz, Emily Gotto, Roxana Ramos, Samuel Zimmerman
Guionista: Demián Rugna
Fotografía: Mariano Suárez
Música: Pablo Fuu
Intérpretes: Ezequiel Rodríguez (Pedro), Demián Salomón (Jimi), Silvina Sabater (Mirtha), Luis Ziembrowski (Ruiz), Marcelo Michinaux (Santino), Virginia Garofalo (Sabrina), Federico Liss (Leo), Desirée Salgueiro (Jimena), Isabel Quinteros (María Elena), Ricardo Velázquez (Eduardo), Jorge Prado (comisario Iraola), Diego Sampayo (policía Gutiérrez), Emilio Vodanovich (Jair), Paula Rubinsztein (Sara), Lucrecia Nirón Talazac (Vicky)…

El pasado 2017 los aficionados al cine de terror descubrían un nuevo nombre proveniente de Argentina. Se trataba de Demián Rugna quien con Aterrados se presentaba a nivel internacional, ofreciendo una película en la que era capaz de mezclar el costumbrismo de la clase media de su país con alocadas teorías sobre realidades paralelas, fantasmas Schrodinger e investigadores de lo paranormal. Había algo distinto en la mirada de Rugna. Posiblemente fuera su salto al vacío con una película desprejuiciada que buscaba el terror sin más, huyendo de absurdas etiquetas como “terror elevado”, repleta de pequeñas set pieces donde primaba la atmosfera y en la que ponía un especial mimo en el tratamiento de la imagen y el sonido, con unos protagonistas tan normales que podrían considerarse vulgares.

Todas aquellas promesas que planteaba Aterrados, un soplo de frescura sobrenatural entre el tono copypasteado del universo Warren, encuentran su confirmación seis años después en Cuando acecha la maldad (2023), su nueva película. Rugna contaba que el germen de la historia del film se le ocurrió al leer un artículo en el que se explicaba como en la campiña argentina se utilizaban pesticidas químicos que causaban daño a la salud de los que vivían en el lugar, y cómo tanto las autoridades como las industrias reaccionaban con apatía a las quejas, mientras que los habitantes de las grandes ciudades preferían ignorar lo que ocurría, y en caso de saberlo no le daban mayor importancia. Acorde a semejante génesis, el cineasta se aleja de los territorios urbanos y la clase media para dar voz a los diferentes, a los marginados de la sociedad. Hay algo de wéstern en el planteamiento inicial de la película, con esos hermanos que viven aislados y que, tras escuchar unos disparos, parten con sus perros a descubrir el origen del ruido.

En hora y media de metraje, Rugna conduce al espectador en un viaje contrarreloj a través del drama, el terror e, incluso, algo de road movie, por un mundo donde Dios ha muerto, derrotado por fuerzas sobrenaturales. Es muy acertada la elección de situar la acción en un lugar pequeño y aislado de todo, un ecosistema inestable habitado por muertos de hambre y terratenientes de medio pelo que harán todo lo que sea necesario con tal de no perder lo poco que tienen; esto es algo importante, ya que el mal del título ataca todos los vínculos familiares, precisamente los que empujan muchas de las acciones, hasta destrozarlos, visualmente explicitado a través de dibujos, gargantillas o recortables de figuras tomadas por la mano.

Tal vez se podría hablar de un fatalismo “made in Rugna” ya apuntado en Aterrados y que explora sin tapujos en Cuando acecha la maldad: los protagonistas luchan contra elementos que les superan, en una búsqueda de hiperrealismo sucio que lleva a la historia por caminos distintos, ya que unos y otros, sabiendo que lo sobrenatural existe en este mundo, se niegan a aceptarlo, porque eso es algo “que le pasa a los demás”. Por este motivo, al contrario de lo que ocurre en otras películas de poseídos, hay una tensión interna que hace cometer errores a los personajes que les pasaran factura; pero es necesario apuntar que a veces se abusa de este concepto, especialmente en muchas decisiones tomadas en el último tercio de la película, que el espectador curtido siente como peajes para hacer avanzar la historia. También llama la atención como Rugna prescinde sabiamente del elemento tecnológico, ya que, aunque existen los móviles, evita momentos demasiado vistos como las típicas búsquedas por internet para tratar de descifrar el origen del mal y la posible forma de combatirlo. En su lugar, el director/guionista apuesta por una información verbal que se transmite oralmente, como desde la antigüedad, e incluso va mas allá debido a que los “instrumentos” que aparecen en Cuando acecha la maldad, al igual que ya ocurriera en Aterrados, tienen un elemento alquímico, casi arcano, que remite a la literatura fantástica y aventurera de finales del siglo XIX y principios del XX representada por las novelas de Julio Verne, H. Rider Haggard, H.G. Wells o Arthur Conan Doyle.

Al margen del cuidado puesto por Rugna en la fotografía de Mariano Suarez, con quien ya trabajó en Aterrados, y en la efectiva mezcla de FX prácticos y CGI, uno de los pilares que sustentan Cuando acecha la maldad es el efectivo casting,encabezado magníficamente por los torturados Ezequiel Rodríguez –quien viene de series “blandas” como Soy Luna o Violeta– y Demián Salomón, todo un habitual del mundo Rugna que ha participado en casi todos sus cortos y largometrajes; Luis Ziembrowski es el terrateniente cuyo pánico desatará el caos. En el lado femenino destaca la naturalidad de Virginia Garofalo como Sabrina, la ex mujer del protagonista, cuyo histerismo se mete bajo la piel del espectador, y Silvina Sabater en el papel de Mirtha, una mujer dura perseguida por su pasado. Tal vez este personaje sea el que se siente menos real de toda la historia, debido a que lanza demasiada información al espectador. Rugna crea una mitología de los “embichados” repleta de interés y originalidad (llegada del mal a la tierra, su normalización, síntomas, expansión y forma de eliminarlo), todo un Lore en el que se mezclan realidad con leyendas, rumores con canciones infantiles, pero no se deja nada en la recamara y, en el último tercio, acumula demasiada información y datos que emborronan parte de lo conseguido; tal vez este sea un retrato robot en la filmografía de Rugna, ya que Mirtha guarda muchos paralelismos con la rígida Elvira Onetto como la doctora Albreck en Aterrados.

Son muchas las razones por las que Cuando acecha la maldad puede/debe ser considerada una película a tomar muy en cuenta dentro del género de terror y fantástico de aquí en adelante: una historia con un primer acto soberbio que golpea al espectador sin piedad, olvidarse del tabú fílmico de la violencia ejercida contra y por los niños, ese ritmo de apocalipsis in crescendo que se pega a la piel de los personajes (…), y, sobre todo, hacer sencillo algo tan complicado como la creación de un nuevo universo con una mitología tan potente que puede dar lugar a una franquicia muy satisfactoria si se cuida el producto.

Javier S. Donate

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