Las legiones de Cleopatra

 

Sinopsis: Octavio envía secretamente al tribuno Curridio a Alejandría, en un intento final de alcanzar la paz con su rival, el cónsul Marco Antonio, quien se ha revelado contra Roma y quien, además, vive un intenso romance con la reina de Egipto, Cleopatra. Al poco de llegar, Curridio conoce a Berenice, una misteriosa y bella bailarina de la cual se enamora, sin saber que, en realidad, la bailarina es la propia Cleopatra, quien disfruta llevando una doble vida.

 


Título original: Las legiones de Cleopatra / Le legioni di Cleopatra / Les legions de Cléopâtre
Año: 1959 (Italia, España, Francia)
Director: Vittorio Cottafavi
Productores: Robert de Nesle, Natividad Zaro
Guionistas: Vittorio Cottafavi, Ennio de Concini, Giorgio Cristallini, Arnaldo Marrosu
Fotografía: Mario Pacheco
Música: Renzo Rosellini
Intérpretes: Linda Cristal (Cleopatra), Ettore Mani (Curridio), George Marchal (Marco Antonio), Conrado San Martín (Gotarzo), Fernando Mayo (Octavio Augusto), María Mahor (Marianna), Daniela Rocca (Teyrè), Mino Doro (Domiciano), Andrea Aureli (Imatio), Iliyan Nikolov (Lucius, chico con máscara de gato), Salvatore Furnari (enano), Rafael Durán (sacerdote egipcio), Juan Maján (Vezio), Tomás Blanco (Ovidio), Mary Carrillo (Hiras)…

La vida y milagros de la reina de Egipto, Cleopatra VII, última gobernante de la dinastía Ptolemaica y amante de dos de los hombres más poderosos de la época, Julio César y Marco Antonio, ha generado desde tiempos inmemoriales una irresistible fascinación, que ha derivado en infinidad de novelas, relatos, pinturas y, por supuesto, películas. Las adaptaciones cinematográficas han sido numerosas, ya desde los orígenes del séptimo arte. Se han realizado películas, cortometrajes, dibujos animados, series de televisión, etc. De entre todas ellas destacan especialmente dos superproducciones hollywoodienses, que son, sin duda, de lo mejor que se ha hecho hasta ahora sobre esta mítica figura de la historia. Una de ellas sería la Cleopatra de 1934, dirigida por Cecil B. De Mille y protagonizada por Claudette Colbert; y la otra la Cleopatra de Joseph L. Mankiewitz, con una magnífica Elisabeth Taylor en el papel de la famosa reina.

Estas serían el top de las adaptaciones. Muy por debajo encontraríamos una serie de obras de menor categoría, realizadas por cineastas europeos y americanos que, en plena moda del péplum, y viendo el tirón que tenía la vida de esta famosa faraona, pensaron que también podrían aportar su granito de arena. Dentro de estas obras menores se encuentra Las legiones de Cleopatra (también conocida como Las legiones del Nilo), de Vittorio Cottafavi. Las impulsoras del proyecto fueron las productoras Lyre Films (Francia), Alexandra Produzioni Cinematografiche (Italia) y Atenea Films[1] (España). Estas dos últimas ya tenían algo de experiencia en este tipo de películas pues, un año antes, se habían encargado de financiar otro film de romanos titulado La rebelión de los gladiadores.

Viendo que la primera película obtuvo bastante buenos resultados, las productoras se animaron a probar de nuevo con el popular subgénero, pero esta vez trasladándose a las fértiles tierras del Nilo. La idea era darle una vuelta de tuerca a la famosa relación amorosa entre Cleopatra y Marco Antonio, añadiendo un tercer personaje, el apuesto tribuno Curridio (en algunas versiones llamado Lucinio), cuya presencia pondría a prueba uno de los romances más legendarios de la historia antigua. Desde luego la apuesta era bastante arriesgada, pues el amor que vivieron Marco Antonio y Cleopatra es de sobra conocido por todo el mundo, casi tanto como el de Romeo y Julieta. A pesar de ello, la idea no estaba mal tirada pues, teniendo en cuenta la belleza, inteligencia y capacidad de seducción de la famosa reina de Egipto, no era tan descabellado suponer que hubiese tenido algún affaire, más aun teniendo en cuenta los momentos de zozobra que se vivían en esa época, provocados por el enfrentamiento entre dos de los hombres más poderosos de la época: Marco Antonio y Octavio Augusto.

Con la intención de repetir éxito, las compañías volvieron a recurrir a gran parte del equipo técnico y artístico que había trabajado en la realización de La rebelión de los gladiadores, a cuya cabeza se puso de nuevo al mencionado Cottafavi, un director con solvencia, especializado en péplums y que desarrollaría una importante carrera en la televisión italiana. Desgraciadamente, a pesar de sus esfuerzos y de contar con un buen presupuesto, Cottafavi apenas pudo sacar adelante la película, resultando una especie de folletín novelesco, ambientado con mucho cartón-piedra, que queda en un quiero y no puedo. Todas las posibilidades que tenía la historia: pasiones, traiciones, peleas, batallas (…), quedan bastante diluidas ante un guion y un montaje realmente flojos, en los que apenas nada destaca. La historia no es mala, pero está contada con muy poca fuerza, es muy plana y no consigue impactar al espectador.

En el film se muestra a una reina Cleopatra hastiada de su divinidad, de la guerra, de la vida cortesana y, ya de paso, de su relación con Marco Antonio, algo que no es de extrañar, dado el poco interés que parece prestarla. La elegida para interpretar este goloso papel fue la argentino-estadounidense Linda Cristal, una actriz de belleza delicada y ojos caídos, que se haría tremendamente popular en los años sesenta, gracias a su participación en películas como El Álamo y Dos cabalgan juntos, así como por su papel de Victoria Cannon en la serie norteamericana El gran chaparral. Su trabajo en este film como Cleopatra es bastante aceptable (sin llegar a los niveles de Elisabeth Taylor, eso sí), a pesar de que el personaje está bastante poco desarrollado y lleno de inconsistencias que descolocan un poco al espectador. Por ejemplo, la reina está tan pronto enamorada de uno, como de otro; y quiere ser reina, pero también quiere escapar de allí. A pesar de estos inconvenientes, la actriz tiene la oportunidad de brillar en algunas escenas como el sensual baile que realiza en una taberna de Alejandría, oculta tras la identidad de Berenice; alguna escena romántica que tiene con Curridio, y una espectacular cabalgata al final de la película, subida en una cuadriga de diez caballos.

Curridio, por su parte, es un noble romano que llega a Egipto en misión secreta para tratar de conseguir lo imposible: la paz entre Augusto y Marco Antonio. Sus intenciones son buenas y le echa muchas ganas: se cuela en el palacio de Cleopatra, se pelea en las tabernas, se mete a gladiador, trata de convencer a Marco Antonio y combate junto a Augusto. Está tan pronto en el palacio de Cleopatra, como en el campamento de Augusto o en alguna taberna de Alejandría. Incluso tiene tiempo para probar como gladiador y participar en un par de peleas callejeras. Todo ello lo hace por una buena causa, pero lo hace con tan poca gracia que, al final, no consigue nada. Incluso su romance con Cleopatra, una de las novedades del film, se queda pronto en agua de borrajas, reducido a un par de escenas pasionales. Ni siquiera Cleopatra lo ve claro con este romano y en un momento dado le dice: “No se puede amar el polvo que se pisotea”. El elegido para interpretar el papel de Curridio es el italiano Ettore Mani, un actor con buena planta, pero con poco carisma, que ya había protagonizado La rebelión de los gladiadores. Mani se limita a lucir su prestancia y sus capacidades atléticas, sin conseguir aportar el dinamismo necesario para levantar el film.

La tercera pata de la historia es Marco Antonio, personaje que queda relegado desde el inicio a una segunda fila. Marco Antonio es frío, distante; está más preocupado por su destino que por la bella mujer que tiene al lado. Se pasa el tiempo divagando, filosofando y mentalizándose para la batalla que le espera con Augusto. Ante esta falta de atención, no es de extrañar que Cleopatra ande buscando fuera lo que no tiene en casa. El encargado de interpretar al angustiado general romano es el francés Georges Marchal, un actor da bastante bien para el papel, pero que aparece quizás demasiado hierático. De hecho, su desasosiego le impide dirigir con fuerza a sus tropas cuando tiene que enfrentarse a las legiones de Octavio Augusto, circunstancia que provoca que muchos de sus seguidores acaben abandonándole (algo, por otro lado, cierto, pues las legiones de Marco Antonio le abandonaron tras un día de batalla, al igual que hicieron sus aliados Arquelao de Capadocia y Herodes el Grande). Las pocas escenas de batalla siguen la misma tónica de la película. Es decir, que, a pesar de contar con gran cantidad de extras, están rodadas con muy poca fuerza, limitándose a ofrecer escenas de cabalgadas, posicionamiento de tropas y algún que otro escarceo. Especialmente sangrante es el desaprovechamiento que se hace del famoso suicidio de Marco Antonio junto a Cleopatra, un momento clave en la historia de esta conocida pareja que podría dar mucho juego y servir como colofón del film, y que aquí es resuelto de forma precipitada, para dar paso a un final mucho más soso, en el que vemos a Curridio partiendo de Egipto, una vez terminada su misión, acompañado de su verdadero amor, la esclava Marianne.

Respecto al resto del reparto, destaca la presencia del prolífico Alfredo Mayo, que se limita a cumplir con su papel de Augusto; de una bella María Mahor como la esclava Marianne; de un fornido Conrado Sanmartín, interpretante al luchador y un poco cargante compañero de Curridio, Gotarzo; de Mary Carrillo como la novia de Gotarzo, Hiras; y de dos habituales del péplum, Andrea Aureli, como el malvado Imotio, y el pequeño Salvatore Furnari, haciendo de enano mudo. Por su parte, la banda sonora, compuesta por Renzo Rossellini, es acorde al resto de la película, siendo también bastante plana, llena de temas demasiado convencionales, que ciertamente no ayudan a dar intensidad a los momentos destacados. 

Las legiones de Cleopatra se rodó en los estudios Cinecittà y CEA, aprovechando algunos espectaculares decorados que consiguen dar cierta grandiosidad, a pesar de aparecer un poco acartonados y, quizás, demasiado coloridos. También destaca el vestuario, bastante conseguido de los romanos, un poco menos el de los egipcios. Como curiosidad, los legionarios de Marco Antonio aparecen vestidos con el clásico tono rojo de sus ropajes, mientras los de Augusto aparecen en colores blancos, menos habituales. Por último, hay que mencionar que los exteriores de la película se grabaron en los Arenales del Sol (al sur de la ciudad de Alicante) y en la localidad de El Campello (Alicante), sobre todo en el yacimiento arqueológico de la Illeta del Banyets, que sirvió como improvisado embarcadero, y en la Torre vigía de la Illeta, que fue transformada en el faro de Alejandría mediante la técnica del matte painting.  

En resumen, nos encontramos ante un flojo intento por dar una vuelta de tuerca a la famosa figura de Cleopatra, que desaprovecha una buena historia, para quedar en una especie de folletín un poco teatral.

Javier Ramos


[1] Productora creada en 1951 por la actriz, escritura y productora aragonesa, Natividad Zaro Casanova, y especializada en subgéneros como el péplum y el spaghetti wéstern.

Un comentario en “Las legiones de Cleopatra

  1. Hola a todo/as.

    Para mi gusto es una buena realización de Cottafavi, un estupendo y creativo director italiano que realizó afortunadas películas.
    Está muy bien dirigida con escenas íntimas de gran belleza y otras espectaculares espléndidamentes filmadas.
    Está francamente bien.

    Un abrazo

    Iñaki

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