Entrevista a Antoni Ferrer Vallespir, autor de «Una droga llamada Helen, (otra) película rodada en Mallorca»

Hace escasas semanas salía a la venta Una droga llamada Helen, (otra) película rodada en Mallorca, un completo volumen dedicado al giallo dirigido por Umberto Lenzi. El autor de este trabajo es Antonio Ferrer Vallespir, periodista, investigador y activista cultural, que editó y dirigió la revista de Manacor perlas y cuevas hasta su cierre en diciembre de 2023. Muy vinculado al ambiente cultural y artístico de su localidad, participa -o ha participado- de manera muy activa en fundaciones, instituciones y patronatos de carácter municipal y asociaciones mayoritariamente culturales. Ha presentado, además, libros, películas y exposiciones, ha pronunciado conferencias y pregones, ha moderado debates, ha participado en programas televisivos y radiofónicos y ha sido colaborador en medios de comunicación de ámbito insular. Por si fuera poco, es también autor de numerosos trabajos de investigación histórica que han visto la luz en libros colectivos, revistas especializadas y medios informativos digitales, y su colección relacionada en el mundo del cine, formada por libros, publicaciones, cartelería, afiches, fotocromos, etc., está considerada como una de las más importantes de España.

Una droga llamada Helen es una de las películas más desconocidas de las rodadas en Mallorca, como apunta en el libro. Además, parte está filmada en Porto Cristo, lo cual le toca de cerca. En el libro explica muy bien las razones que le han llevado a escribir sobre ella, pero ¿podría explicarlas para todos aquellos que todavía no se han acercado a su obra?

Nadie puede poner en duda de que Mallorca es un gran plató de cine, un lugar privilegiado para poder filmar gracias a muchas y variadas razones, sobre todo por su luz, sus paisajes y sus infraestructuras, tanto técnicas como humanas, concentradas en un reducido espacio. Son muchas las películas que se han rodado en nuestra isla, pero si tuviera que destacar una no lo dudaría en absoluto: la indiscutible obra maestra del cine español El verdugo de Luís García Berlanga, con escenas rodadas en Can Barbará de Palma y las Cuevas del Drach en Porto Cristo. Una droga llamada Helen, que dirigió el italiano Umberto Lenzi en 1969, es una más de las muchas que se han filmado en la isla, pero para mí es muy importante, ya que es la película que más y mejor ha fotografiado Porto Cristo, donde resido actualmente, de toda la historia del cine. Al ser una película muy poco conocida creo que era de justicia reivindicarla y sacarla del más absoluto olvido. Esta es la principal razón por la que decidí escribir este libro.

¿Cuándo fue la primera vez que vio la película?

La película se estrenó en la Sala Imperial de Manacor el 3 de marzo de 1972, yo tenía 13 años y no me acuerdo si la llegué a ver. De lo que sí me acuerdo es cuando a finales de los ochenta compré una copia de segunda mano en VHS en el mercado madrileño de Cascorro. Al llegar a casa lo primero que hice fue verla. La había editado Videotechnics en 1982 con una portada diseñada por el gran Mac (Macario Gómez). Era la misma copia que se había estrenado en España once años antes, es decir, con las escenas de desnudos cortadas. Aunque ya no tengo video de este formato, guardo este videocasette como un tesoro.

Dejando aparte las motivaciones geográficas de la cinta, ¿qué opinión tiene usted sobre ella?

Al opinar de esta película no puedo ser imparcial por todo lo que ha supuesto para Porto Cristo y para mí, ya que siempre la veré con mucho cariño. ¿Que opinión tengo de ella? A mí me gusta, desde que Regia Films la editó en DVD en 2014 la suelo ver con frecuencia, y no me canso de ella. La copia de Regia es excelente, con formato scope respetado y con las escenas que la censura franquista había suprimido cuando se estrenó en España. Obvio es decir que vista hoy la película tiene muchas carencias, es el típico producto que se hacía aquellos años con sus muchos vicios y pocas virtudes. En fin…

Sin embargo, su reivindicación de Una droga llamada Helen no es actual, puesto que lleva ya un tiempo dándole visibilidad. ¿Se ha convertido ya en una especie de obsesión?

¿Obsesión? Espero que no. Este libro es la culminación de años de investigación. Una investigación que fue muy complicada ya que del film no hay mucho material publicado, debido, sobre todo, a la pelea que hubo entre Umberto Lenzi y el equipo de la película con algunos periodistas de diarios de Palma, pelea que supuso que los medios palmesanos no fueron invitados a cubrir el día a día del rodaje, limitándose a publicar unas breves reseñas cuando se estrenó en el Palacio Avenida de Palma el 14 de setiembre de 1971. Obvio es decir que tampoco las críticas fueron nada favorables.

¿Cómo fue la labor de documentación? ¿De cuánto tiempo de trabajo estamos hablando?

El libro tiene como punto de partida un trabajo que vio la luz en la revista Perlas y cuevas hace veintiún años y que ahora he revisado, corregido, ampliado y adaptado. Estoy muy contento con el resultado final.

¿Qué distribución tiene el libro? 

El libro esta editado por Es Cau edicions, una pequeña editorial manacorina que nació con el objetivo de dar una nueva vida a trabajos y colaboraciones que se publicaron en la revista Perlas y cuevas a lo largo de sus 63 años de existencia.

¿Se puede encontrar entonces fácilmente?

El libro está a la venta en librerías y establecimientos especializados en cine de Barcelona, Palma, Llucmajor, Manacor y Porto Cristo. También se puede adquirir a través de internet.

Un momento de la presentación del libro celebrada en Palma de Mallorca

Su libro es probablemente el único dedicado a la película. ¿Cree que le hubiera gustado a Lenzi, quien era famoso por tener un carácter difícil? ¿Le ha hecho llegar una copia a su hija?

No me consta que de esta película se haya escrito otro libro. En cuanto a si le hubiera gustado a Umberto Lenzi, no lo sé, aunque quiero pensar que sí. Cuando le entrevisté en 2011 me dijo que no era una de sus películas favoritas. Supongo que le hubiera hecho gracia que un periodista mallorquín escribiera un libro sobre una desconocida película suya filmada en una isla del mediterráneo en 1969 y de la que muy poca gente se acuerda. En cuanto a su hija, intentaré que reciba el libro.

En 2011 acudió a Barcelona a un pase de La invasión de los zombis atómicos donde pudo entrevistar a Umberto Lenzi. ¿Qué tal fue la experiencia de conocer al director italiano?

Efectivamente, en 2011 y bajo organización de la revista El buque maldito, que sigue dirigiendo Diego López, se proyectó en Barcelona La invasión de los zombis atómicos, otra de las películas de Umberto Lenzi. El cineasta italiano estuvo invitado para hablar sobre ella. Allí pude entrevistarle para la revista Perlas y cuevas, entrevista que ahora reproducimos en el libro.

¿Fue una entrevista cordial?

Sí, mi experiencia con Lenzi fue muy positiva. Todo fueron facilidades, contestó a todas las preguntas y las conclusiones que saqué es que Una droga llamada Helen no le interesaba demasiado. Para él era una película más, sin nada relevante a destacar. De lo que se quejó es que de sus sesenta y pico películas que dirigió a lo largo de su carrera solamente se le preguntara por títulos como Comidos vivos y Caníbal feroz, que eran películas que solo le habían causado problemas. En cambio, se quejaba de que nadie le preguntara por títulos como De Dunquerque a la victoria o Los jóvenes leones, films bélicos en los que aparecían actores como Henry Fonda, John Huston, Stacy Keach, George Peppard, Capucine, etc. De Lenzi me sorprendieron sus conocimientos sobre la intervención italiana en la Guerra Civil española. Conocía al Conde Rossi, al que consideraba un personaje siniestro del que no quería hablar. Para los que no conocen al Conde Rossi hay que decir que fue un fascista italiano, histriónico y de fuerte personalidad, que vino a Mallorca para ayudar a los sublevados al principio de la guerra civil destacando por sus pocos escrúpulos. Cuando entrevisté a Lenzi en el 2011 llevaba casi treinta años retirado del cine, pero se mantenía activo escribiendo novelas policiacas. Creo que había publicado cuatro.

¿Tiene alguna anécdota de la entrevista que pueda contarnos?

Sí, tengo una anécdota que no publiqué en su momento y que ahora ya se puede decir: cuando el equipo de la película rodó en el Club Náutico de Palma, coincidieron con el, por aquel entonces, Príncipe Juan Carlos que les saludó amigablemente. Lenzi me dijo, medio en broma, medio en serio, y bajando la voz, que creía que Don Juan Carlos estaba muy bien acompañado, aunque no por su esposa, Doña Sofia. En fin, cosas de la vida. Historias de alta cuna y baja cama.

Mallorca tiene un clima y orografía que la convierte en un set de rodaje ideal. ¿Por qué cree que no se rueda más aquí?

No lo sé, supongo que por cuestiones de presupuesto. Actualmente filmar es muy caro, los costes son muy elevados y las productoras buscan lugares dónde las administraciones públicas den todo tipo de facilidades en vez de poner trabas. Por ejemplo, rodar en Bulgaria tiene que ser mucho más económico que rodar en Mallorca. Y digo Bulgaria porque en este país se están rodando muchas películas americanas.

Cartel anunciador de la presentación del libro en Palma

Director de la revista local Perlas y cuevas de Manacor, labor a la que tomó testigo de su padre, y que cerró el pasado 2023. Ahora tiene más tiempo, ¿este es el primero de más libros?

Efectivamente, en diciembre de 2023 y tras 63 años publicamos el último número de la revista, el 1429. Estoy orgulloso del trabajo realizado y del legado que dejamos, pero la vida son etapas y esta etapa para mí ya ha concluido. Ya forma parte del pasado. Jaime de Juan i Pons, breves pinceladas de una vida apasionante y Pantallazos de vida, este último en colaboración con Juan Riera Dalmau, son otros libros míos. También soy autor de numerosos trabajos que han visto la luz en libros colectivos y publicaciones varias. Una droga llamada Helen, (otra) película rodada en Mallorca es mi primer libro de cine.

¿Siempre centrados en Manacor o Porto Cristo?

No necesariamente. El primero son las memorias en formato entrevista de un hotelero de s’Illot, Jaime de Juan i Pons, que fue uno de los pioneros del turismo de masas, y el segundo, Pantallazos de vida, es una recopilación de artículos breves, de variada temática.

¿Tiene en mente uno parecido con Josstissi de Carrerò, por ejemplo?

Jostissi de Carreró fue una experiencia muy gratificante. El rodaje duró casi cuatro años y se tuvieron que superar muchísimos problemas. La película ha sido editada en DVD por El Setanta Nou y su comercialización ha sido un éxito. En principio no está previsto escribir ningún libro sobre ella, aunque estoy seguro de que habría material suficiente para ello.

En Perlas y cuevas comenzó un dossier dedicado al Cine S. ¿Tiene en mente convertirlo en un libro?

Sí, con un poco de suerte en abril del 2025 saldrá un trabajo que tengo adelantado sobre el Cine S, o casi S, que tanto se prodigó en los cines españoles entre finales de los setenta y principios de los ochenta.

¿Puede hablarnos, o, más bien, ponernos los dientes largos, sobre este proyecto?

Lo que puedo decir es que estoy muy satisfecho de como está quedando. Será un libro muy visual y no muy extenso. Habrá capítulos dedicado a las Emmanuelles y sus imitaciones italianas, al cine de zombis, al de caníbales, al de nazis, al cine de Jesús Franco, Carlos Aured, Joe D’Amato, Ignacio F. Iquino, Max Pecas, los documentales escabrosos, la serie alemana de Report de Colegialas o también la serie Ilsa, etc. Es decir, un auténtico repaso a un tipo de cine que ahora no se podría hacer. Lo más curioso es que no era consumidor de este tipo de cine, y muchas de las películas no las veía en su estreno porque no me interesaban en absoluto.

Y tras este libro, para el 2026 o 2027, me gustaría publicar algo sobre la Tetralogía de los Templarios de Amando de Ossorio, unos personajes que siempre me han fascinado y que me parecen uno de los grandes aciertos dentro del fantaterror español de los setenta. Me estoy refiriendo a La noche del terror ciego (1971), El ataque de los muertos sin ojos (1972), El buque maldito (1973) y La noche de las gaviotas (1975), que, por cierto, esta última ahora la vuelve a reeditar El Setanta Nou. Actualmente el libro se encuentra en fase de recopilación de documentación. Decía que mi fascinación por estos personajes viene de lejos, concretamente de cuando se estrenó la primera película de la serie y llegó a Palma en mayo de 1973. Contaré una anécdota: cuando se estrenó La noche del terror ciego yo tenía 14 años. Un día fui al cine en el Nuevo Vistarama Hispania de Palma para ver La aventura del Poseidón. Me acuerdo de que aquella película fue un sufrimiento constante, pero lo que más me quedó fue el tráiler que proyectaron antes de la película y que anunciaron como próximo estreno. Me acuerdo como si fuese hoy; aquel tráiler era el de La noche del terror ciego, era en scope, en vistarama y quedé hipnotizado por aquellos templarios cadavéricos y ciegos. Aquel año yo estudiaba en el Instituto de Manacor y me acuerdo de que cada día, a la hora del recreo, a media mañana, antes de ir al patio y juntarme con mis compañeros de clase, siempre me paraba en la portería donde tenían los periódicos de Palma. Allí consultaba la cartelera para enterarme del estreno de la película de Ossorio. Me acuerdo de que fue una larga espera, ya que La aventura del Poseidón fue un éxito y se alargó en cartelera. Cuando por fin se estrenó La noche del terror ciego mi padre tuvo que acompañarme a Palma para verla. Aquella película supuso para mí un antes y un después como cinéfilo y como aficionado al fantaterror español.

Antoni Ferrer dedicando un ejemplar de su libro a un fan

Su libro ha coincidido con otro dedicado, aunque de forma más general, a la reivindicación de las salas de cine en Palma, Palma Grindhouse. ¿Cuál cree que son las razones de esta reivindicación?

Me encanta Palma Grindhouse, el libro de Pako Navarro y Joan Villafàfila. Es un muy buen trabajo sobre los cines de Palma y las películas que proyectaban en la década de los setenta y primera mitad de los ochenta. El libro es un entrañable homenaje a aquella época, a aquellos cines y a aquellas películas. Unos años que ya no volverán.

¿Cree que este tipo de trabajos van más allá de la mera nostalgia?

Todos somos producto de la época que nos ha tocado vivir y deudores de nuestro propio pasado. Palma Grindhouse es fiel espejo de aquellos irrepetibles años. ¿Nostalgia? Lo bueno de la nostalgia es que es la prueba más contundente de que seguimos aquí, de que seguimos vivos y de que nuestra capacidad para recordar sigue intacta.

Hablando de nostalgia, fue el impulsor de las Nit de terror de Manacor, primero como iniciativa municipal en 1987 y, después, junto a Rafel Muntaner, gerente del extinto cine Goya, desde 1989 al 2000. Aquí en Palma tuvimos las 12 horas de terror desde 1983 y también son recordadas con nostalgia por los aficionados. ¿Recuerda qué títulos conformaron la primera edición?

Las dos primeras Noches de terror en Manacor las impulsé yo. Pero no inventamos nada porque en los Chaplin de Palma ya se hacían desde hacía años, e incluso en el Goya de Manacor también habían organizado una función que fue un desastre, ya que, creo recordar, se proyectaron viejas películas de terror en formato Super 8, es decir, con una imagen y un sonido muy deficientes. Hubo protestas y abandono masivo de espectadores de la sala. Sobre las dos primeras Noches de terror que organicé tengo que decir que fueron las primeras que se hicieron en Manacor en condiciones. Ambas veladas se llevaron a cabo en el Teatre Municipal en un intervalo de tiempo muy corto. La primera el 30 de enero de 1987 y la segunda el 10 de abril. El patrocinio de ambas funciones era del Patronat de la Joventut del Ayuntamiento y colaboraron Soterrani Grup y el Patronat d’Arts Plàstiques. En la primera se proyectaron Llegan sin avisar, Re-Animator, Miedo azul, Pesadilla en Elm Street y Profecía diabólica, y en la segunda El asesino de Rosemary, Viernes 13 V Parte, un nuevo comienzo, Los ojos del gato, Superstition y Mil gritos tiene la noche. Se hizo constar que todas ellas eran películas de riguroso estreno en Manacor. En la primera se repartió coca mallorquina, vino y cava de forma gratuita, y en la segunda buñuelos, sangría y cava. Obvio es decir que fue todo un éxito. Ambas funciones se llenaron de un público adolescente con ganas de pasarlo bien, gritando y armando alboroto. Y este fue el problema, ya que tanto el ayuntamiento como los colectivos que organizamos las veladas decidimos no continuar, ya que consideramos que un organismo municipal no podía apoyar actos como estas dos veladas con películas que lo único que fomentaban era el gamberrismo en el público. El relevo lo cogió el Cine Goya, ya con Rafael Muntaner al frente, a partir de 1989 hasta el 2000, año en que cerró el cine. Durante aquellos once años las Noches de terror anuales nunca faltaron en el Goya, aunque el interés fue decreciendo, así como pasaban los años. A mediados del dos mil los Multicines Manacor organizaron otra velada similar que no tuvo continuidad, ya que no fue bien.

¿Cree que es factible ese formato hoy día?

No, no creo que se puedan resucitar las Noches de terror. La gente cambia y sus costumbres también. No me imagino actualmente a una sala llena de adolescentes gritones ver cinco películas de terror seguidas.

Teniendo en cuenta que las salas de cine han ido perdiendo paulatinamente el poder de convocatoria que tenían antaño, y eso en el mejor de los casos, ya que en el peor muchas salas han cerrado la persiana, ¿qué opinión tiene de los nuevos hábitos de consumo, caso de las plataformas de streaming y su inmediatez, a los que se ha habituado el espectador actual?

El mundo cambia y cambia a una velocidad de vértigo. Nadie puede predecir lo que nos depararan los nuevos hábitos de consumo audiovisual. Estamos inmersos en una auténtica revolución tecnológica que lo va a cambiar todo. El futuro de la prensa de papel no es nada halagüeño y el cine como lo hemos conocido hasta ahora también está cambiando a pasos agigantados. ¿Qué puede pasar en un futuro próximo? No lo sé, de lo que estoy seguro es que la sociedad cambia y si no cambias con ella quedas fuera.

¿Sigue yendo usted al cine?

Sí, siempre he ido al cine y, además, suelo ir solo, lo que quiere decir que voy cuando quiero, veo lo que me place y me siento donde me apetece. Suelo ver en salas un centenar de películas al año, pero cada vez soy más selectivo: actualmente evito las películas de superhéroes, el cine familiar con niños guapos y presuntamente graciosos, y las películas Disney y sucedáneos. Tampoco me gustan la inmensa mayoría de las comedias españolas que se están haciendo actualmente, cada vez más moñas, más ñoñas y tontas. Será por la edad, pero cada vez me vuelvo más exigente; cada vez me molesta más perder el tiempo viendo productos manufacturados para espectadores con la edad mental de adolescentes de no más de 14 años. Me aburre la dictadura de lo políticamente correcto en que estamos inmersos.

¿Qué futuro les augura a las salas de cine?

Necesito creer y pensar que las salas de cine tienen futuro. En el año en que nací, 1958, ya se hablaba de la crisis del cine. La televisión ya era una realidad en Estados Unidos y en España empezaban a venderse los primeros aparatos. Su crecimiento fue rápido y en pocos años la mayoría de las casas ya disponían de un televisor, lo que restaba gente a los cines. En los sesenta y setenta, además de la venta masiva de televisores, primero en blanco y negro y luego en color, vino el boom turístico, el desarrollo económico y, con ello, el primer coche, el 600, que supuso la popularización de la movilidad. Es decir, que el domingo muchas familias preferían coger el coche que encerrarse en un cine. En los ochenta llegaron los canales autonómicos y los videos. Todas las ciudades se llenaron de videoclubs, fue una auténtica fiebre. Me acuerdo de que los fines de semana las estanterías de los videoclubs quedaban vacías, ya que los socios se llevaban cinco, seis o siete películas para ver los sábados y domingos. En los noventa llegaron las televisiones privadas y Canal Plus que ocasionaron la primera gran crisis en los videoclubs y los primeros cierres. En los primeros años de este siglo llegó el DVD, y luego el Blu-Ray, internet, la piratería y, ahora, las plataformas televisivas que han supuesto la casi total extinción de los videoclubs. Todos estos cambios han supuesto continuos mazazos al cine visto en salas. Pero siempre, siempre, ha sobrevivido. El cine ha ido metamorfoseándose, adaptándose a su entorno, a su tiempo, a las exigencias del mercado. ¿Cómo veo el futuro? Me gustaría ser optimista, pero en esta ocasión tengo mis dudas. La oferta audiovisual es enorme, tan grande que la gente no tiene capacidad para asimilar todas las novedades, visionar todo lo que le podría interesar. Los jóvenes están enganchados a los móviles, a las nuevas tecnologías, es decir, son completamente dependientes de ellas y eso les hace muy vulnerables. ¿Qué puede pasar? Francamente no lo sé, pero el futuro que se empieza a dibujar no me gusta nada. Ni a nivel social, ni a nivel político, ni tampoco a nivel audiovisual. A pesar de todo siempre nos quedará Una droga llamada Helen, la película que más y mejor ha fotografiado Porto Cristo de toda la historia del cine.

José Manuel Sarabia

Deja un comentario