Los pájaros

Título original: The Birds

Año: 1963 (Estados Unidos)

Director: Alfred Hitchcock

Productora: Alfred J. Hitchcock Productions para Universal Pictures

Guionista: Evan Hunter, según el relato de Daphne Du Maurier

Fotografía: Robert Burks

Intérpretes: Rod Taylor (Mitch Brenner), Jessica Tandy (Lydia Brenner), Suzanne Pleshette (Annie Hayworth), Tippi Hedren (Melanie Daniels), Veronica Cartwright (Cathy Brenner), Ethel Griffies (Mrs. Bundy), Charles McGraw (Sebastian Sholes), Ruth McDevitt (Mrs. MacGruder), Lonny Chapman (Deke Carter), Joe Mantell (viajante de comercio), Doodles Weaver (pescador), Malcolm Atterbury (Al Malone), John McGovern (encargado de correos), Karl Swenson (borracho), Richard Deacon (vecino de Mitch en la ciudad), Elizabeth Wilson (Helen Carter), Bill Quinn (Sam), Doreen Lang (madre histérica), Morgan Brittany (niña morena), Darlene Conley (camarera), Alfred Hitchcock (hombre que pasea perros), Dal McKennon (Sam el cocinero), Mike Monteleone (dependiente de la gasolinera), Renn Reed (niña en cumpleaños), Jeannie Russell (niña del colegio), Roxanne Tunis (extra)…

Sinopsis: Mitch Brenner y la rica heredera Melanie Daniels se encuentran en una pajarería de la ciudad. Deseando deshacer un equívoco que se desarrolla, Melanie viaja hasta el pueblo de nacimiento de Mitch, Bodega Bay, con un regalo para la hermana pequeña de él, una pareja de agapornis. Al poco de llegar ella los pájaros del lugar comienzan a comportarse de un modo extraño…

La previa película de Hitchcock, Psicosis (Psycho, 1960), había sido un inesperado éxito, si bien él mismo tuvo dudas acerca de ella mientras la realizaba, y hasta se planteó recortarla para adaptarla al formato de la serie Alfred Hitchcock presenta (Alfred Hitchcock Presents; 1955-1962), que tenía en antena por aquellas fechas. Precisamente había comprado los derechos para esa serie del relato –o novela corta– de Daphne Du Maurier[1] “Los pájaros” (“The Birds”, 1952), que ya había sido llevado a la pequeña pantalla conservando su título original en Danger, y emitido el 31 de mayo de 1955, representando el episodio 5.40.240, el último de esta serie antológica[2], con guion de James P. Cavanagh, después habitual de la serie de Hitchcock.

El 18 de agosto de 1961 los habitantes de Capitola, California, se despertaron una mañana con pardelas sombrías (también conocidas como pardelas oscuras o pardelas negras, y parecidas a un albatros pequeño) golpeando en los tejados, y vieron las calles cubiertas por los pájaros muertos. Se sugirió la posibilidad de un envenenamiento con ácido domoico (o toxina amnésica de moluscos, que se da en determinadas algas) como causante del fenómeno. Hitchcock se interesó de inmediato por el incidente. Parece ser que abordó a Joseph Stefano, guionista de Psicosis, para que realizara un guion, pero este no mostró interés por la labor[3]. Poco después, a finales de agosto, toma contacto con el escritor Evan Hunter, también conocido como Ed McBain, autor de interesantes novelas policiales, y que ya había participado en la serie de Hitchcock. En septiembre de 1961 Hunter comienza a trabajar en el guion. Entre él y Hitchcock elaboraron una trama, donde los habitantes de un pueblo tenían un secreto oculto[4], y los pájaros representaban una especie de castigo del mismo. El director también sugirió que el arranque fuera en tono de screwball comedy, al estilo de las de Howard Hawks, pongamos por caso, tono que después iría deslizándose hacia un “terror absoluto”. Algunos amigos del realizador leyeron el primer borrador, y a partir de sus consejos se hicieron algunos cambios, entre ellos compendiar un arranque demasiado lento, y elaborar una mayor profundización en la psicología de los protagonistas. El rodaje comenzó el 5 de marzo de 1962 y finalizó el 10 de julio del mismo año.

En el apartado interpretativo, para el papel de Melanie Hitchcock eligió a Tippi Hedren[5], una modelo a la que vio en un anuncio de televisión; sin embargo, tanto él como Hunter habían pensado inicialmente en Audrey Hepburn, Sandra Dee hizo una prueba para el rol, y también fue considerada Jill Ireland. En el cometido de Mitch, durante un breve período Hitchcock consideró a Cary Grant para interpretarlo, pero era demasiado caro y al final pensó que ya eran suficientes atracciones los pájaros y él mismo. Otros actores barajados fueron Sean Connery –con quien contaría más tarde para Marnie, la ladrona (Marnie, 1964)– y Farley Granger, quien no pudo por sus compromisos teatrales. Al final optó por Rod Taylor, a quien ya había querido contratar en Psicosis para el rol de Sam Loomis. Suzanne Pleshette interpretó a Annie, aunque ella quería el papel de Melanie, si bien aceptó el cambio por la oportunidad de trabajar con el orondo realizador. Hunter, sin embargo, pensó en Anne Bancroft para el personaje.

Se decidió no hacer uso de música incidental. Determinadas fuentes indican que la idea fue de Hitchcock, y otras la atribuyen a Bernard Herrmann. El gran compositor quedó acreditado como “asesor de sonido”, y se compuso una banda sonora de ruidos electrónicos simulando los graznidos de las aves, compuesta por Oskar Sala[6] y Remi Gassmann, que fueron consignados en el cometido de “composición y producción de sonidos electrónicos”. Para ello se hizo uso de un instrumento electroacústico denominado “Mixtur-Trautonium”, predecesor del sintetizador. También se utilizaron efectos, como el de una cinta de magnetofón rebobinada hacia delante y atrás, para crear los aterradores graznidos de los pájaros.

Los efectos especiales de los pájaros fueron realizados por Ub Iwerks[7], animador y técnico de los estudios Walt Disney, que utilizó un efecto de superposición denominado sodium vapor process, o pantalla amarilla, el cual provoca una fusión de capas mucho más sutil que las habituales de pantalla azul, por las cuales Hitchcock era célebre por lo cantoso que resultaba su uso. A ello se unieron pinturas matte realizadas por el experto Albert Whitlock[8]. Dentro de los efectos incluso participó Dave Fleischer, mítico creador de dibujos animados, entre ellos los de Superman en los años cuarenta. En total se emplearon 370 planos de efectos, y la espléndida toma con la que finaliza la película utilizaba 32 elementos rodados de forma separada.

Parece ser que se utilizaron 3.200 pájaros entrenados para la película. Los cuervos eran los más inteligentes, y las gaviotas las más crueles. Rod Taylor declaró que las gaviotas fueron alimentadas con una mezcla de trigo y whisky, con el fin de conseguir que se mantuvieran los suficientemente inmóviles en determinados planos. Y también contó que había una en particular que la tenía tomada con él, y que le atacaba a la más mínima oportunidad.

Como se ha referido, el film arranca en tono de comedia. Mitch y Melanie se encuentran en una pajarería de San Francisco, y ambos comienzan a vacilar el uno con el otro. Se trata de un “truco” que también se suele emplear en el melodrama, en clásicos como Tú y yo (An Affair to Remember, 1957, Leo McCarey) o Días de vino y rosas (Days of Wine and Roses, 1962, Blake Edwards), donde por medio del contraste de tonos se acrecienta la intensidad de estos, cogiendo, diríase, al espectador desprevenido. En ese sentido, la construcción atmosférica de Los pájaros sigue una progresión matemática, en un ascenso continuado, en suma, con una graduación de una precisión rigurosa.

Todo parece conducir de forma indefectible a Melanie hacia Bodega Bay, esa hermosa localidad costera donde Mitch pasa los fines de semana en compañía de su madre y su hermana menor. Es el cumpleaños de la chica, y él había ido a comprarle unos pájaros como regalo. De ese modo, las aves tienen presencia en el film desde el mismo inicio, a modo de augurio fatídico. Los animales que Melanie compra son agapornis[9], que en inglés se denominan “love birds”, esto es, “pájaros del amor”. Y es que el amor es el otro leitmotiv temático de la película, el motor que da alimento al resto de las situaciones que se desencadenan. De ese modo los personajes referidos, a los que se une Annie Hayworth, maestra de escuela que fue novia de Mitch y que sigue enamorada de él, mantienen vínculos emocionales entre ellos.

Mucho se ha hablado acerca de la relación entre Mitch y su madre, la señora Brenner, una mujer que parece desear espantar a toda mujer que se acerca a su hijo. ¿Exceso de protección, carácter castrador o connotaciones incestuosas? Todo ello podría estar presente, como ha sido apuntado en no pocas ocasiones. Melanie, por su parte, es una “niña bien” que se ha guiado siempre por sus antojos. Cuando conoce a Mitch este le atrae, pero se porta de modo insolente con él. Los “pájaros del amor” son un eufemismo del que hace uso para acercarse a él. A Mitch, por su parte, quien reconoce de inmediato a la famosa Melanie, esta le cae mal por su carácter voluble, aunque le hace cierta gracia; poco a poco, sin embargo, se irá enamorando de ella, a medida que la mujer vaya dando de lado su egoísmo y se implique con los demás: su abnegación hacia la pequeña Cathy es digna de mención, la cual se verá luego correspondida cuando la señora Brenner se ocupe de ella, después del ataque de los pájaros.

El referido ataque de los pájaros, que está muy controlado en el metraje, pero que posee una fuerza impresionante, carece de explicación. Existe una escena, cuando todos se refugian en el interior del bar, donde determinados personajes plantean diversas teorías acerca de lo que acontece: alguien apunta a una ira divina (un borracho), otro señala a que las propias aves se vengan por el trato que la especie humana les ha dado (una ornitóloga, casualmente de paso por allí), y hay hasta quien observa que todo comenzó cuando Melanie llegó a la localidad; efectivamente, la muchacha sirve de catalizador para el ataque de los animales, y ello podría apuntar hacia el valor simbólico de estos para encarnar la pulsión interna de los protagonistas, si bien, a un tiempo, tienen asimismo una lectura realista. La fuerza del cine de Hitchcock reside en que un solo acercamiento exegético no es válido, sino que diversas lecturas se pueden interponer, sin que se invaliden unas a otras.

La gradación matemática del tempo en la narración del film, como ya se aludió, es digna de encomio. Ese recurso “matemático” parece darse también en la planificación de la película, demostrándose que Hitchcock era un maestro que sabía cómo situar la cámara y los actores en todo momento preciso, creando una precisa coreografía entre los actores, la decoración y los pájaros. Adviértase el momento, después del ataque masivo a la ciudad, en el que la familia está refugiada en la casa. Se oye el graznido incesante de los pájaros. Melanie, acobardada, se sienta en un sofá para tres, en el extremo más alejado de nosotros; sin embargo, Hitchcock encuadra el sofá al completo, dejando en la parte más apartada a Melanie, para remarcar su indefensión y soledad. Detalles como este salpican de forma continuada la película.

Tal como señaló el propio Hitchcock en el imprescindible libro que sobre él hizo François Truffaut[10], el simbolismo del film se extiende más allá de los propios pájaros. Cuando la señora Brenner va a visitar a un granjero y lo haya muerto, con los ojos arrancados por los picotazos de las aves –excelente efecto de montaje, con la cámara acercándose en tres cortes secos al personaje–, al salir de casa se da a entender que acaba de llover, y las calles, por tanto, están mojadas. Una vez llega a la granja y descubre el cadáver, ha dado tiempo a que el suelo se seque, y cuando ella arranca con el vehículo provoca una polvareda que le sigue, representando esta la confusión mental en la cual se encuentra.

Pese a la presencia casi constante de pájaros en el film, el ataque de estos es gradual. En los primeros planos de Melanie en la ciudad, esta alza la vista y observa entre los edificios una bandada comportarse de un modo extraño. Este elemento puede dar a entender, o bien que los pájaros la siguen de un lugar a otro, en la lectura simbólica, esto es, que están ligados a ella, o bien que la rebelión de las aves no acontece solamente en Bodega Bay, sino que está destinada a acontecer… ¿en todo el país?, ¿en todo el mundo? Después, Melanie entra en el establecimiento[11], y mientras espera a que la atiendan, se produce el equívoco con Mitch, y ella, haciéndose pasar por una dependienta, se comporta de una manera torpe y deja escapar un pájaro, que revolotea por el lugar, hasta que el hombre la atrapa con su sombrero.

Cuando Mitch se va, Melanie siente cierto resquemor por su actitud, y decide congraciarse comprando los pájaros, los agapornis. Al principio son estos un recurso humorístico: mientras Melanie viaja a Bodega Bay, estos, colocados juntos en el columpio de la jaula, se balancean al ritmo de las curvas que el coche va tomando. Y Hitchcock, ciertamente, juega con ellos en todo momento. Melanie regala después los pájaros a Cathy, y quedan resguardados en la casa; al final, cuando el grupo escapa, la niña pide llevarse los pájaros. “Ellos no han hecho nada a nadie”, clama. Y es verdad. En todo momento, mientras en el exterior acontece el caos, en la jaula los dos “pájaros del amor” se mantienen unidos, sin otra actividad que, diríase, amarse. ¿Quiere con ello Hitchcock decirnos algo? ¿Es el amor el que logra que el odio no se manifieste, o no se produzca el ataque? ¿Serían los pájaros que atacan una alegoría sobre los celos? Al fin y al cabo, la señora Brenner tiene celos de Melanie, Annie, la maestra, también siente celos de ella, y la propia Melanie podría sentir celos de la familia feliz que forman los Brenner.

El primer ataque lo provoca un ave solitaria, una gaviota que se lanza sobre Melanie, mientras cruza la bahía en una canoa, picándole en la cabeza. Parece una especie de advertencia por parte del animal. “Aún puedes echarte atrás”. Aún puede retroceder y no establecer contacto con la familia Brenner, como, si de alguna manera, ese contacto fuera lo que produjera la rebelión de los pájaros.

Y después viene el primer gran ataque masivo, a los cuarenta y tres minutos de metraje, cuando, en la fiesta de cumpleaños celebrada fuera de la casa, los animales se lanzan contra los niños. Es un ataque salvaje, asombroso, porque se ceba sobre unas criaturas indefensas. Es destacable un plano con una niña pequeña vestida de azul, mientras una gaviota le picotea en la cabeza y Melanie acude a su rescate. Esa crueldad hacia los infantes se repetirá más adelante, en la escena del colegio.

Al poco de la escena previa, los pájaros pequeños (gorriones y demás) irrumpen en la casa a través de la chimenea. Eso nos hace apercibirnos de que no estamos a salvo ni en el propio hogar. Los graznidos aterradores llegan a todas partes. La señora Brenner queda conmocionada: su hogar, su preciosa vajilla. Es después de esta situación cuando sale a visitar al granjero y lo descubre con los ojos perforados[12]; a duras penas puede regresar a casa, donde sufre un shock. Melanie la servirá el desayuno en la cama: poco a poco se está integrando en esa familia, mientras alrededor el mundo se desmorona.

A la hora de película viene la escena de la escuela. Melanie acude para advertir de la concentración paulatina de aves, pero sin ser consciente de que el ataque pueda ser inminente. Así pues, se sienta en un banco en la calle, enfrente del edificio, a esperar, fumando un cigarrillo. Detrás tiene una construcción geométrica, de esas donde juegan los niños. Llegan unos pájaros y se posan sobre ella. Entonces, Hitchcock, hábilmente, cambia el encuadre, para que ya no veamos la construcción. De fondo, el canturreo de los niños en la escuela. Hitchcock vuelve a la construcción: cuatro cuervos, simplemente. De vuelta a Melanie. Un quinto cuervo. Melanie espera paciente. Más cuervos. Melanie, en un primer plano, reflexiva, mientras fuma. Se impacienta. Entonces, alza la vista al cielo y divisa un pájaro; lo sigue con la mirada y se posa en la construcción. ¡Hay decenas de ellos! Se levanta, aterrada, y va a la escuela para avisar. La maestra y ella deciden hacer salir a los niños para que corran hacia sus casas. ¿Es la mejor decisión? Tal vez no.

Cuando los niños salen, los cuervos alzan el vuelo y se abalanzan sobre ellos. Planos detalle de los infantes, con los pájaros picoteándoles rostro y cabeza. La fuerza de esa escena es apabullante, con solo los gritos de los niños y los graznidos de las aves como telón de fondo. Cuando una niña cae, su amiga Cathy acude a ayudarla, y Melanie a ambas. Decide entrar en el coche en busca de refugio. ¡No tiene las llaves! Los pájaros se abalanzan contra el cristal, pero de pronto se van. Ha llegado el cese momentáneo de las hostilidades.

Entonces llega la famosa escena del bar, donde se reúne ese grupo heterogéneo de personajes, donde cada uno dará su teoría acerca del motivo del ataque de los pájaros, aunque algunos de ellos aún se muestren escépticos ante el hecho. Un pequeño ataque ocasiona el vertido de gasolina, y un fumador despistado arroja un fósforo sobre ella, provocando una explosión. Como respuesta a todo ello, tenemos un espléndido plano aéreo de la localidad, como si fuera observado por el mismísimo Dios. Y de pronto, por los laterales del encuadre, empiezan a aparecer los pájaros. El ataque, diríase, ya es masivo. Melanie sale del bar y se refugia en una cabina telefónica. Ahora ella es la que está en la jaula, y los pájaros en el exterior. Mitch la rescata y vuelven al bar, que ahora está vacío, desolado. Parece un símbolo del fin de la civilización.

El ataque finaliza y regresan a casa. Pero los graznidos siguen acosándoles. Mitch enciende la chimenea, para impedir que vuelvan a entrar por ahí. Todos están conmocionados. Y las aves vuelven a atacar. La puerta es picoteada, las ventanas asaetadas. Mitch debe cerrar con maderas y muebles todos los accesos. Melanie pierde cada vez más la cordura. Al fin, todo se calma. Mientras todos cabecean, Melanie se inquieta por el silencio y sube a investigar al piso de arriba. Entra en una habitación, que tiene el techo perforado, y las aves se abaten sobre ella. A duras penas Mitch la puede salvar. Es curada, pero parece no estar ya en este mundo. Entonces Mitch decide que deben escapar, viajar a San Francisco. En un ambiente apocalíptico, abandonan la casa. Hasta donde se ve el horizonte, todo son pájaros.

¿Es ese el fin? No, y Hitchcock se cuida bien, en ese caso, de añadir el rótulo “The End”. Ese no es sino el principio del fin. Ese cielo crepuscular, con los pájaros cubriéndolo todo, nos advierte que el apocalipsis está en todas partes. Sabemos que, cuando lleguen a San Francisco, si es que llegan, todo será igual[13]. El fin del ser humano está resuelto. Y entonces sí es el final.

Carlos Díaz Maroto

[1] Daphne Du Maurier también fue la autora de dos novelas que Hitchcock adaptó con anterioridad, Posada Jamaica (Jamaica Inn, 1936) y Rebeca (Rebecca, 1938), que el realizador rodó en 1939 y 1940, respectivamente.

[2] La expresión se refiere a que está formada por una antología de historias diferentes, sin personajes comunes ni continuidad argumental (a veces, ni hasta genérica) entre un episodio y otro.

[3] Otras fuentes citan que no podía por estar ocupado con otro trabajo.

[4] Ese secreto, como sabe el lector, luego desaparece del film, manteniéndose únicamente las relaciones algo tortuosas entre Mitch, su madre y la maestra. Hubiera sido interesante un secreto terrible entre toda la población…

[5] Hedren lograría el Globo de Oro por su interpretación en este film, en concreto como actriz más prometedora, eso sí, ex aequo con Ursula Andress por Agente 007 contra el doctor No y con Elke Sommer por la hitchcockiana El premio.

[6] Oskar Sala (Greiz, Turingia, 1910-2002) fue un físico alemán, compositor y pionero de la música electrónica. Su primer trabajo para el cine fue en 1930 en el film Tempestad en el Mont Blanc (Stürme über dem Montblanc) dirigida por Arnold Fanck, en el que Sala usa el primer prototipo de Trautonium para imitar el sonido del motor de un avión en una escena del filme. También colaboró en dos películas de Paul Verhoeven –no el famoso actual, sino el alemán (1901-1975)–, la fantástica Corazón de piedra (Das kalte Herz, 1950), haciendo la banda sonora, y en el drama criminal Die Schuld des Dr. Homma (1951), donde creó los efectos sonoros.

[7] (1901-1971). Como animador hizo más de un centenar de cortos entre 1922 y 1936 para Disney; como director de cortos trabajó entre 1928 y 1942; y en el campo de los efectos especiales, amén de determinados largos de animación de Disney, se le acreditó en filmes como 20.000 leguas de viaje submarino (20,000 Leagues Under the Sea, 1954, Richard Fleischer), Tú a Boston y yo a California (The Parent Trap, 1961, David Swift) o Mary Poppins (Mary Poppins, 1964, Robert Stevenson).

[8] Uno de los mayores genios en la modalidad (1915-1999). Trabajó en más de ciento cincuenta filmes; por ejemplo: El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1934, A. Hitchcock) –su primera película–, la citada 20.000 leguas…, El péndulo de la muerte (Pit and the Pendulum, 1961, Roger Corman), Robinson Crusoe on Mars [dvd: Robinsón Crusoe de Marte, 1964, Byron Haskin], Colossus: The Forbin Project [tv/dvd: Colossus, el proyecto prohibido, 1970, Joseph Sargent], Un mundo de fantasía (Willy Wonka & the Chocolate Factory, 1971, Mel Stuart) o Chaplin (Chaplin, 1992, Richard Attenborough), su último trabajo.

[9] Aunque tanto en el doblaje (antiguo) como en los subtítulos (actuales) de la edición disponible en DVD y Blu-Ray se traduce como “periquitos”.

[10] El cine según Hitchcock; por François Truffaut; traducción de Ramón Gómez Redondo,‎ Ricardo Artola Menéndez,‎ Jos Oliver Hurtado,‎ Miguel Rubio. Madrid: Alianza Editorial, 2010. Colección: El Libro De Bolsillo.

[11] Cuando Melanie entra en la tienda, se cruza con Hitchcock, en uno de sus habituales cameos, quien sale con dos perrillos, ambos realmente pertenecientes al director.

[12] Al entrar en la casa lo primero que ve es la vajilla rota, igual que poco antes en su hogar. Es el presagio de que algo atroz ha sucedido.

[13] Existen rumores de un final más rotundo que estaba previsto, con ellos llegando a San Francisco, y la imagen del Golden Gate lleno de pájaros. Sin embargo, no se rodaría por motivos de presupuesto.

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